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"Clandestino", el disco de Manu Chao que se escuchaba en todos lados

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Manu Chao

Discos

Veintiún años después de su edición original, el franco-español reedita con nuevas canciones, su disco más clásico

Manu Chao
Manu Chao en Montevideo en 2012

Clandestino, el disco de Manu Chao que se acaba de reeditar (a casi 21 años de su estreno) con tres temas inéditos, entre otras novedades, fue el final de una odisea personal y musical, que tuvo a su protagonista un par de veces al borde de la muerte personal y musical.

Chao, que por entonces tenía 37 años, venía de una separación fracticida con Mano Negra, los punks franceses que, cuando visitaron Uruguay en 1992, revolucionaron la escena musical local con consecuencias que aún se hacen sentir. Habían sido años intensos que terminaron con una gira por Colombia que solo resistió Chao. La cosa había sido tan intensa que el franco-español desapareció tres años en los que pasó entre zapatistas en México, tours por Africa y favelas cariocas. Fue allí, dice la leyenda, donde recuperó la inspiración, volvió a España y juntó todas las canciones que había intentado hacer todo ese tiempo. De ahí nació Clandestino.

Lo que lo hizo más llamativo es la capacidad de Chao para mezclar un montón de influencias, sonar pop y a la vez totalmente experimental. Es un fiestero despertar de conciencia que se pone del lado de los desposeídos, un territorio donde Chao se sintió siempre muy cómodo. Hay referencias musicales de todo tipo, incluyendo algunos apuntes electrónicos (en un momento hubo un intento de hacer algo con los ingleses de Leftfield) pero que tiende siempre a una versión novedosa del folklore latinoamericano (hay rancheras, vallenatos, cumbias) además de dub, rock and roll, pop francés, electrónica y algunos otros territorios más o menos disimulados. Es, en ese sentido, como un viaje que se vuelve collage de emisiones de radio, sonidos callejeros y una vibra general llena de alegría.

Escuchado después de tanto tiempo y cuando quizás se haya apagado los efectos de la sobreexposición de Manu Chao, el disco es un festivo llamado a la rebelión que funciona como una antena de un montón de asuntos que aún están en la vuelta. Hay una preocupación ecológica, por la pérdida de identidades de los pueblos, por las desigualdades, en proclamas poco pretenciosas que se disparan en francés, inglés, francés y portugés, en los que Chao destila modales de hombre viajado y que en todos lados encuentra encanto y amistad.

El álbum reeditado incluye una nueva versión reggae, de “Clandestino”, el hit del disco original, esta vez cantado a dío con la leyenda del calipso de Trinidad y Tobago, Calypso Rose, de 79 años, quien añadió nueva letra y la actualizó hablando de los emigrantes que salen de Africa hacia Europa.

De eso (aunque referido a los campos de migrantes de Arizona, en Estados Unidos) habla “Bloody Bloody Border”, otro tema inédito. La otra novedad es “Roadies Rules”, que había quedado afuera de las sesiones de grabación de Clandestino.

Aunque esas nuevas canciones funcionan como una actualización de algunas temáticas que ya estaban presentes en el disco de 1998, quizás no hubiera sido necesario. Manu Chao (que no saca disco nuevo desde 2007 y no da entrevistas) parecía estar haciendo hace 21 años, un diagnóstico de este mundo de hoy. Está hablando, sin quererlo, de Donald Trump, del Brexit y de las crisis de refugiados.

Pero lo mejor es que lo hace con un sonido que sigue sonando novedoso. Es un buen momento para volver a escuchar a Manu Chao. Y nunca pensé que iba a decir eso.

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