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"Calma llenó un espacio en esta vida acelerada"

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Gustavo Ripa. Foto: Marcelo Bonjour
Nota a Gustavo Ripa, musico, guitarrista y compositor uruguayo, Mvdeo., ND 20160610, foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

Hoy, a las 21:00, en la Sala Camacuá se presentan Horacio Di Yorio con su quinteto y Gustavo Ripa con su guitarra. Ripa, un músico con una carrera de 40 años que abarca la música culta, la música popular y la publicidad, ha conseguido con su serie de discos (Calma, Más calma y Calma 3 en los que recrea la música uruguaya) convertir la música instrumental en un fenómeno de ventas.

—Venía de la música clásica y tocó con Canciones para no dormir la siesta y después con Rumbo. ¿Cómo fue ese pasaje a la música popular?

—Soy de Salto donde había hecho algunos conciertos de música clásica y vine, con 17 años, a perfeccionarme en Montevideo. Hice varios conciertos y cuando me enganché con la música popular, no volví a lo clásico.

—Con Rumbo fueron muy populares a comienzos de la década de 1980. ¿Cómo recuerda esa etapa?

—Fue muy efervescente por todo lo que se vivía y en lo personal de mucho aprendizaje. Y Rumbo estaba bueno con aquellas primeras incursiones de la murga-canción, que nosotros llamábamos "murga de cámara", y a través de la cual intentábamos rescatar cierta identidad.

—Y se dedicó a la publicidad.

—Sí, durante 15 años desde la década de 1990.

—¿Y cómo lo trató el mundo de los jingles?

—Desde el punto de vista del crecimiento económico, muy bien. Y muy bien desde el punto de vista del conocimiento en tecnología, el aprender a producir rápido, a programar, mezclar, todos esos conceptos de producción que hoy están al alcance de todos, pero que en la década de 1990 no era tan fácil. Eso lo aprendí gracias a la publicidad.

—La publicidad puede ser bastante bulliciosa, ¿Calma fue una respuesta a eso?

—Calma fue más bien un reencuentro. Dejé la publicidad y estuve haciendo otras cosas un par de años, y ahí, casi jugando, me reencontré con la guitarra. Tenía ganas de hacerlo para mí, y después derivó en un disco y en toda esta historia bastante conocida.

—No esperaba, entonces, todo eso de los discos de Oro y Platino, los recitales.

—Para nada. Era solo un juego.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

—Como trabajó en la publicidad, tiene una idea del papel del mercado. ¿Qué hizo que un disco solo de guitarra con canciones uruguayas fuera el éxito que terminó siendo?

—No lo pensé así en su momento pero después me di cuenta que esa cuestión de "calma" se transformó en un concepto. Y ya los siguientes discos los trabajé desde ese concepto, que es bastante fiel a mi manera de hacer las cosas: no estoy en esto de una forma artificial. Ahora vengo de tocar en Brasil y confirmé que tanto para los brasileños como para los argentinos, que un guitarrista haga versiones de su propia música es una cosa absolutamente común: en Brasil, hay muchísimos guitarristas que tocan a Jobim, a Buarque; en Argentina hay un desarrollo brutal de la guitarra y la música folclórica. Pero en Uruguay no había nadie que tocara a Mateo, a Cabrera, a Viglietti, o sea mi repertorio. Y de la manera que lo hago.

—Todas tocadas con una impronta nueva.

—No sólo fue una especie de novedad sino que además tiene el plus que eran todas versiones en determinada atmósfera: de sosiego, de calma, de todo eso. Y eso también llenó un espacio porque estamos viviendo una vida acelerada y todos precisamos bajar unos cambios y la música siempre acompaña esos espacios. Así fue tomando ese lugar de acompañamiento de esos estados con música uruguaya.

—¿Y desde ahí está trabajando la música como una herramienta terapéutica?

—No es que trabaje en eso, entiendo y he estudiado los efectos. He estudiado, por mi cuenta, con cosas que tienen que ver con la música como una herramienta terapéutica.

—¿Cuáles serían?

—De por sí la música es un elemento de socialización, de comunicación. Y en el ámbito terapéutico ayudaría a acceder a lugares donde la palabra no puede. En el diario vivir, todos reconocemos los efectos que tiene la música en nosotros mismos.

—¿Va a haber un Calma 4?

—No sé. Estoy con varias cosas y decidiendo dónde voy a poner la energía. Tengo varias ideas, un tanto diferentes entre sí. Calma 4, no creo, pero esa es una posibilidad. Pero también está la idea de hacer un disco de canciones propias, y ahora ha empezado a surgir la posibilidad de hacer trabajos en asociación mutua con artistas de otros países.

—Fue un reencuentro fuerte con la guitarra...

—Sí, recontrafuerte. Ahora estoy estrenando guitarra de ocho cuerdas. Eso me exige una adaptación porque cambia todo, el brazo, las afinaciones. Es una guitarra muy flexible que hasta entra en el terreno del guitarrón. Estoy muy contento porque me saca de la zona de confort.

—¿Cómo va a ser el show de hoy dentro del Festival de Música Instrumental?

—Voy a tocar con esa guitarra temas de los discos y otros que ni toqué, ni están grabados. Tengo, además, un bloque de candombes para guitarra sola que es un territorio que me gustaría explorar. Y estoy feliz porque es una valentía hacer un ciclo de música instrumental. Habla de cómo viene creciendo el formato de música instrumental. Hay cada vez más gente y más música y, espero que cada vez más público.

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Gustavo Ripa. Foto: Marcelo Bonjour

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