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Boom Boom Kid: "Mis canciones piden paz, amor y libertad. Exijo libertad, ante todo"

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Boom Boom Kid.

ENTREVISTA

Boom Boom Kid, o sea Nekro, se presenta mañana en La Trastienda para festejar sus 30 años en la música, y de ese recorrido y su mensaje charló con El País

Boom Boom Kid.

Carlos Rodríguez ha pasado por varios alter ego: el de hoy es Boom Boom Kid, como la banda que lidera, aunque para la mayoría es Nekro. Ese —Carlos, Boom Boom Kid, Nekro, "el de Fun People"— es el que mañana estará en La Trastienda, con sus músicos, repasando su historia musical y celebrando los 30 años en la carretera. El show es a las 21.00, abren Los Nuevos Creyentes y hay entradas en Abitab.

Nekro es una figura icónica de un circuito independiente del rock argentino, más de culto que masivo, que ha logrado trascender generaciones hablando, durante las últimas tres décadas, de temas que hoy están sobre la mesa —el feminismo, el veganismo, el derecho sobre el cuerpo—. "Escuchar a un tipo cantar mitad en inglés, mitad en español, con la voz de Shakira, haciendo letras de veganismo mientras estaba bailando, me parecía único", dijo el cantante y actor Julián Kartún, frontman de El Kuelgue, una de las bandas del momento en la vecina orilla, hablando de este melómano de rastas que un poco tiene, en Uruguay, una segunda casa.

Antes del show de La Trastienda y tras una gira que lo llevó por el sudeste asiático, por Japón, Australia, Sudamérica, Europa, México y así, Nekro charló con El País sobre su actualidad y su mensaje.

—Alguien habrá pensado que era un poco imposible hacer una obra así, ¿pero qué sentís ahora que terminaste la saga de discos Las cuatro estaciones de Boom Boom Kid? ¿Qué quedó?

—Que hablé. Que pude hablar. Estuve mucho tiempo sin grabar un disco completo, y de repente dedicar un año casi exclusivamente a armar las canciones, las ideas, las tapas… A veces es muy inmediato ya veces es muy complejo, pero lo que tenía ganas de decir era muy urgente, y me siento recontra relajado. Hacé de cuenta que me hice un masaje thai (sonríe), porque la música para mí es terapia. Me siento realizado, contento y feliz, y no es poco en los tiempos que corren. Lo importante es saberse tomar el momento, quedarse callado cuando hay que callar, para que puedan venir las cosas que están en uno. Entonces me dediqué a cuidarme a mí, y me despaché con estas Cuatro Estaciones.

—¿Fue un proceso de compulsión creativa?

—Estuve border. Venía escuchando un montón de música a la mañana, que estaba dentro de lo que hago, e hice un quiebre de escuchar música instrumental en mi casa, de abrir la ventana y escuchar la ciudad, y empezar a escucharme a mí. Corté el celu, me alejé de las redes, me preparé un café y puse Vivaldi, Las cuatro estaciones. Y vino así.

—Y cada disco fue diferente.

—Justo en el primero se va nuestro bajista de toda la vida, el Pelado, que ahora está de vuelta, entonces el disco no tiene bajo, se grabó así, como de duelo. El segundo es un disco que tiene al Sr. Flavio de los Cadillacs, que escucha la música de nosotros y siempre estuvo ahí, dando manos; fue una grabación más de un trío con un cantante. Para el tercer disco, el de la primavera, vuelve Jonathan, el guitarrista de Anesthesia, el principio de Fun People, y hacemos un disco de black metal y grindcore. Yo tenía un montón de letras que me andaban dando vueltas, y las quería gritar, haciendo "gritoterapia". Y el disco se grabó en dos días. Y el del verano ya viene en una movida en el estilo de Boom Boom Kid, volviendo siempre a lo mismo. Mis canciones piden paz, amor y libertad. Exijo libertad, ante todo. Son momentos complicados, y hay que estar preparados, y para eso hay que parar la máquina. Por eso sigo haciendo lo que hago, porque es importante contar que hay que estar con uno mismo, porque yo estoy la ilusión de que el nuevo hombre, la nueva mujer, van a estar bien. Pero hay que salir a buscarlos. A ver si alguien responde las preguntas que estoy haciendo.

—¿Encontrás respuestas en la música?

—Sí, claro. La música es como un rezo, también, pero no en el sentido de una religión. Es algo de uno. No se necesita electricidad para hacer música, y fijate que todos los últimos temas de Las cuatro estaciones se pueden tocar sin estar enchufados. Lo más importante es tener las ganas, tomarse el tiempo. Y la música también te da familia. Hace 30 años que estoy en la carretera y tengo un montón de gente, y si bien el mundo actual es una porquería, también puedo decir que no lo es. Y por eso hago música: no sólo para canalizar mis cosas, sino para comunicar lo que quiero comunicar. A mi música la considero atemporal, universal. Galáctica (se ríe).

—Este mensaje atemporal es lo que ha permitido que Boom Boom Kid, Fun People y todas las expresiones que has tenido alrededor tuyo trasciendan un montón de generaciones, cuando el hardcore se podría pensar como algo más generacional.

—Puede ser, pasa que a nosotros no nos interesó tampoco meternos en una escena. Lo que salía, salía. Mi primer demo tenía una balada silbada, y eso, ¿sabés lo que era en ese momento? “Estos son unos caretas, haciendo una canción folky en un disco de hardcore, ¿qué tiene que ver?”. Bueno, pero yo no te estoy pidiendo un lugar a vos, yo estoy tratando de crear un lugar nuevo, y eso, que me ha costado un montón de piedras en el camino, hoy me ha dado una familia, un montón de amigos y un mundo. Hoy puedo decir que estoy bien, con un montón de marcas y heridas en el cuerpo, como el gatito que se va y vuelve todo sucio. Soy un gato jazz (se ríe). Me pone un poco triste en el sentido de que canciones que tienen que ver con un montón de cosas que me gustaría cambiar del mundo, están más a flor de piel. Salir a cuestionar todo, eso sí lo tenemos del hardcore y el punk, y hay que salir a decir que todavía esto está pasando; las cosas que digo hace 30 años, todavía están, y eso también es una gasolina para salir, con tus herramientas. Y hay que dejar el mundo bien preparado, y creo que en mi locura, haciendo lo que hago, lo hago.

"Las cosas que digo hace 30 años, todavía están, y eso también es una gasolina para salir"

NekroBoom Boom Kid

—Pero de que va a nacer el ser humano nuevo, estás convencido hace un montón de años. El aborto ilegal asesina mi libertad es un disco que tiene 22, 23 años; el feminismo cruza toda tu obra hasta Las cuatro estaciones…

—Sin género, muy lejos de los ismos. Nosotros debemos ser lo menos dañinos posibles, abrazar y escuchar, comprender, perdonar, y hay que abrir el abanico a la charla y el respeto mutuo, ante todo. Pero hay mucha gente que está volviendo a la raíz de la música. Mismo los del trap, son chicos que son superindependientes, y no tienen nada que ver conmigo y quizás ni me conocen, pero yo digo ¡wow! Estoy viendo que suceden cosas, por eso digo que hay que insistir. Sé que el ser humano va a un lugar mejor; no sé si lo voy a llegar a ver, sí me siento parte de esa evolución.

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