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De la batería al micrófono

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Phil Collins. Foto: AFP

El músico cuenta una vida llena de éxitos y varios fracasos en Aún no estoy muerto.

A los tres años, Phil Collins recibe de regalo de Navidad un tambor. El párvulo golpea incesantemente ese tambor hasta que —dos años después— le arman un juego de batería casero. A los 12, la madre le promete la mitad de lo que cuesta una batería más o menos profesional. "Realizo el sacrificio definitivo", dice Collins en esta autobiografía, de reciente edición. "Voy a vender el juego de trenes de mi hermano para conseguir el dinero. Ni se me pasa por la cabeza que tal vez le debería haber pedido permiso". Pero antes de poder dedicarse profesionalmente a la música, tiene que completar el ciclo educativo básico. Lo hace en una escuela de artes dramáticas: el futuro baterista empieza su trayectoria en las artes no como músico, sino como actor y cantante en obras musicales, como la adaptación de Oliver Twist, la novela de Charles Dickens.

Y aunque le gusta el escenario, hay un hecho que le marca el camino hacia la música. "A principios de 1964 mi agente, (es decir, mi madre) me comunica que me dirija al Scala Theatre. Mientras viajo, no tengo ni idea en qué consiste el trabajo. Supongo que es parte del plan, ya que nadie en esa muchedumbre de adolescentes ahí sabe lo que está ocurriendo (…) Dicho lo cual, dispongo de cierta información privilegiada: reconocería la batería Ludwig de Ringo Starr en cualquier parte (…) Como por acto de magia, el escenario se llena con Ringo, John Lennon, Paul McCartney y George Harrison. El Scala Theatre entra en erupción".

La escena que están grabando Los Beatles será parte de Ye Ye Ya Los Beatles, película estrenada ese mismo año. Collins queda estupefacto. "Cuando John, Paul, George y Ringo están tocando, se encuentran a menos de diez metros de mí. Yo, que soy miembro con los pagos al día del club de fans, no puedo creer la suerte que tengo (…) Tocan "Tell Me Why", "She Loves You", "All My Loving", las canciones que están conectando a toda velocidad las sinapsis musicales de mi cerebro. Esto, comprendo, es el futuro, mi futuro, y quiero disfrutarlo. Al diablo la actuación".

Decidido, Collins empieza a buscar una banda. Compra todas las revistas musicales y consulta todos los avisos clasificados para ver si consigue entrar en algún grupo, pero sigue yendo a la escuela de artes dramáticas, actuando acá y allá: "El dinero que gano como actor ocasional lo gasto por completo en mi absorbente afición. Me convierto en un ávido coleccionista de álbumes y asiduo comprador de entradas a conciertos".

Collins entra en contacto con muchas de las más notorias figuras de la movida musical inglesa de la época, pero eso no le asegura un trabajo estable. Roza su meta cuando entra al grupo Flaming Youth, con el que llega a grabar y viajar a tocar a Holanda. Por poco entra a Yes. Y llega a estar en las sesiones de grabación del primer disco post Beatles de George Harrison, aunque ni este ni Spector lo registran.

Pero todo lo que emprende se va desvaneciendo. "Cuando llegan los 70 (…) estoy buscándome las habichuelas, dinero, un futuro". En uno de los tantos avisos clasificados que consulta siempre, ve que una banda busca "un guitarrista de 12 cuerdas y baterista". "Qué diablos, soy baterista. Voy a ir de todos modos", dice.

El primer contacto entre Collins y el embrión de Genesis es el encuentro entre dos clases sociales. Collins, clase media tirando a baja, entra al mundo de Peter Gabriel, Tony Banks y Mike Rutherford, tres chetos que se habían hecho amigos en una escuela privada muy cara. Collins llega a la mansión en el campo de la familia de Gabriel para probarse como baterista, muestra lo que sabe, y aunque lo tienen en ascuas unos días, lo aceptan. Años después, los otros integrantes de Genesis dirían que cuando entra Collins, su banda deja de ser un asunto "cuesta arriba" para convertirse en algo mucho más promisorio.

El resto, claro, ya es historia. Y es un placer conocerla de la boca de Collins, que la narra con franqueza, sin omitir varias de las partes más oscuras de su vida, como su adicción al trabajo, un tardío alcoholismo que lo lleva al borde de la muerte, y una infidelidad que le cuesta su segundo matrimonio, entre otras cosas.

Pero lo más jugoso de esta autobiografía está en los años en los que Collins pasa de ser un músico buscando el pan a una estrella que, como dice Tony Banks en el documental Genesis: Together and apart, fue "ubicua durante 15 años. No había forma de evitarlo. Una pesadilla".

En esos años —más o menos desde 1980 hasta 1995— Collins hizo de todo: llevó a Genesis a lo más alto, inició una carrera en solitario monstruosamente exitosa, trabajó con gente muy famosa como Eric Clapton y Robert Plant, pero también con artistas más marginales como John Martyn, ganó varios Grammy y un Oscar, actuó en televisión y cine, estuvo en los dos Live Aid (Inglaterra primero y Estados Unidos después), y dejó una huella en la música popular que tiene aspectos discutibles (sobre todo las baladas) pero que no deja de impresionar por su alcance e impacto.

TRES MOMENTOS DECISIVOS.

Genesis empieza a despegar.

"Cuando los focos lo iluminan, la confusión desaparece, solo para dar paso a la perplejidad. Peter se ha puesto un vestido (de su mujer Jill, como descubrimos más tarde) y una cabeza de zorro. Todo el mundo queda boquiabierto, dentro y fuera del escenario. Mike Tony, Steve y yo nos llevamos una sorpresa tan grande como los 2.000 dublineses (...) Peter no ofrece explicaciones y yo no ofrezco reparos (...) Así es Peter. Siempre ideaba alguna cosa (...) Después de Dublín, la señora Zorra aparece en cada espectáculo, en el mismo momento. Una fotografía de Peter en su nuevo atuendo va directa a la portada de la revista Melody Maker y de inmediato se añade un cero a los honorarios del grupo. Pasamos de ser un grupo de 35 libras por noche a ser una banda de 350 libras por noche".

El primer disco solista.

"Un día, de la nada, surge una buena secuencia de acordes. Se encuentra a años luz de "The Battle of Eppin Forest". Mientras avanzo a tientas en mi nuevo estudio y jugueteo con los sonidos que surgen en mi cabeza, los recuerdos de canciones antiguas de Genesis como esa, y como las de The Lamb..., me dan vuelta en la cabeza: era música escrita sin ninguna idea de qué la iba a acompañar, así que resulta un tanto recargada. Nunca hubo demasiado espacio en la música de Genesis. En cambio, yo codicio el espacio. En efecto, si grabo canciones van a dejar espacio donde respirar. Esta obra embrionaria, elaborada en torno a esta agradable secuencia de acordes, es el ejemplo perfecto del espacio que estoy buscando. Sin siquiera pensarlo, enseguida tengo un título provisional: In The Air Tonight"

Buena y mala prensa.

"Curiosamente, los mundos de Genesis colisionan de otra manera por esta época. Tras haber dominado las listas de éxitos y ventas en Estados Unidos, en la lista de singles nos arrebata la primera posición Sledgehammer de Peter, que forma parte de su brillante quinto álbum, So (...) Lo admito: envidio a Peter. Ha escrito algunas canciones que me habría encantado componer a mí: para empezar "Dont Give Up", ese bellísimo dúo con Kate Bush. No obstante, incluso en pleno apogeo de mi éxito, da la impresión que por cada logro y cada oportunidad que aprovecho empiezo a acumular mala prensa. Peter recibe buena prensa, al parecer, del mismo modo automático. Parece un poco injusto, aunque entiendo que esa palabra resulte patética en este contexto".

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Phil Collins. Foto: AFP

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