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Los 50 años de "Mediterráneo", el disco de Serrat que marcó a varias generaciones

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Joan Manuel Serrat. Foto: Archivo El País.

HISTORIA DE UN DISCO

Publicado hace 50 años, "Mediterráneo" es la obra máxima de Joan Manuel Serrat. Para celebrar su aniversario, Cristina Fernández y Fernando Cabrera analizan su legado.

"Mediterráneo tiene eso que buscamos todos: tiene frescura. Oyes ahora algunas de las canciones y parece que están hechas hoy, o pasado mañana”, le dijo Joaquín Sabina a Luis García Gil en el libro Mediterráneo, Serrat en la encrucijada. El hijo pródigo de Úbeda lo explica bien: la obra máxima de Joan Manuel Serrat carece de tiempo. Es uno de esos discos que siempre están vigentes.

Y sobran los motivos. Ya lo dejó claro Ismael Serrano, uno de los grandes pupilos del artista de 77 años: “Serrat consigue lo más difícil, que es otorgarle a lo cotidiano ese misterio de lo desconocido, llenar nuestras batallas domésticas de una épica maravillosa”. Ese disco tan melancólico como luminoso —que acaba de celebrar sus 50 años— funciona como una perfecta bitácora de la entrada a la adultez.

Es ahí donde entra la identificación con el oyente y la “épica maravillosa” a la que hace referencia Serrano: todos nos hemos ilusionado por una mujer como “Lucía” o hemos tenido algún familiar con algunas de las fantástica características del “Tío Alberto”. Y, en algún punto de la vida, todos hemos tenido que despedirnos de esa niñez que se ve reflejada en ese “Barquito de papel” que quedó varado en un “extraño arenal”.

Con “Mediterráneo” —que la revista Rolling Stone nombró “la mejor canción del pop español”—, la situación es similar. Basta con cambiar el escenario que describe Serrat por el de cualquier playa uruguaya, o incluso por el Río de la Plata, y la historia es la misma: uno puede vislumbrar una parte de su niñez en esas imágenes. Mediterráneo refleja una parte de la vida del artista, pero también de la nuestra, y eso es lo que la convierte en una obra tan grande.

“Serrat está en el ADN de casi todos los uruguayos”, le dice a El País la cantante Cristina Fernández, que se enamoró de su obra a los 17 años, cuando escuchó “Tu nombre me sabe a hierba” y “Paloma” —ambas del disco La Paloma, de 1969— por primera vez. “Cuando llega Mediterráneo fue maravilloso porque nuestra vida pasaba a través de esas canciones. Al principio no tuvo mucho éxito, pero la gente lo levantó y lo llevó al primer lugar. Después fue un boom y todo el mundo cantaba ‘Mediterráneo’. Nos atravesó el corazón y el alma”.

Además de “Qué va a ser de ti”, que capta muy bien los primeros pasos de independencia de una mujer —“era lo que me decían en mi casa: 'qué va a ser de mí cuando me vaya”, dice Fernández—, la artista tiene una fuerte conexión con “Pueblo blanco”, otro de los clásicos del álbum . “Uno escribe las letras, luego toman vuelo y se meten en tu mundo de otra manera”.

Para la cantante del dúo Washington & Cristina, que actuó con Serrat durante su show del Sodre en 2015, “Pueblo blanco” adquirió un nuevo significado con la llegada de la dictadura. La frase: “Escapad gente tierna, / Que esta tierra está enferma, / Y no esperes mañana, / Lo que no te dio ayer, / Que no hay nada que hacer” captaba la esencia de lo que se vivía en esos tiempos tan oscuros. “Nos aferramos a esas palabras”, asegura.

Pero Serrat jamás se imaginó el alcance que tendría su disco: Mediterráneo nació simplemente de la necesidad de reencontrarse con la esencia de su faceta como cantautor. “Es un accidente que algunos trabajos trasciendan un tiempo más allá de lo que podríamos llamar ‘normal’, más allá de este olvido rápido con el que pasan las cosas, mucho más en el mundo de la canción”, le dijo hace unos días a El País de Madrid.

Tenía 28 años y era uno de los máximos ídolos de la canción española. Había grabado discos clásicos como La Paloma (1969), Dedicado a Antonio Machado, poeta (1969) y Mi niñez (1970), y vivía un ritmo frenético de giras y de promoción. Pero necesitaba una pausa. “Llegó un momento en el que quería descansar y mirar dentro de mí. Estaba harto de vivir hacia afuera, de no poder escribir ninguna canción”, le dijo a la revista El Musical a finales de 1971.

Por eso, se alejó de los escenarios y se estableció durante unos meses en el segundo piso del Hotel Battle, ubicado frente al mar en Calella de Palafrugell. “Cada mañana me tumbaba a tomar el sol y luego me daba un chapuzón rápido porque el agua estaba fría. Comía en el hotel y por la tarde escribía, paseaba y me dejaba llevar”, le dijo a El País de Madrid. Con su guitarra, unos casetes y mucha paciencia, Serrat vio nacer su disco definitivo.

Aunque se grabó en Milán durante el invierno boreal, el álbum está atravesado por un clima cálido que queda bien reflejado en la portada del vinilo original gracias a esa fotografía que retrata un atardecer en el Mar Mediterráneo y que se funde con la imagen del cantautor de pelo largo. Las guitarras y los arreglos orquestales son esenciales para arropar a esos clásicos sin tiempo.

“Las orquestaciones son excelentes, mejores aún que las anteriores, también excelentes, pero estas más modernas y tal vez por eso mismo, más clásicas”, le dice a El País Fernando Cabrera, quien también cantó con el catalán en el Sodre. Es que, gracias a los arregladores Juan Carlos Calderón y Gian Piero Reverberi, Serrat demostró su talento como intérprete —con ese vibrato envidiable— en las bellísimas “Lucía”, “Tío Alberto” y “Mediterráneo”.

“Entre las varias obras maestras discográficas de Serrat, esta es la cumbre”, dice Cabrera. “Mediterráneo es un disco que se puede escuchar hoy y en el futuro, me animo a afirmarlo, como una obra reciente, viva y lúcida”.

HOMENAJE

Un tributo musical a una obra maestra

A finales de 2019 se lanzó Hijos del Mediterráneo, un álbum donde 10 artistas hispanoamericanos se juntan para versionar las canciones que consolidaron a Joan Manuel Serrat como uno de los compositores más importantes de la música en español.

En esta colección de reversiones destacan “Mediterráneo”, a cargo de Jorge Drexler, que ofrece una delicada interpretación vocal que dialoga muy bien con los arreglos de cuerdas; y “Lucía”, con Andrés Calamaro, la más emotiva del disco gracias a esos versos tristes. Es una gran manera de descubrir y redescubrir a un clásico obligatorio.

Y, para los que prefieran ir a la esencia, el Mediterráneo original está disponible en plataformas digitales. Además de las letras de Serrat, en el álbum se destacan los excelentes arreglos orquestales de Juan Carlos Calderón y Gian Piero Reverberi. La más íntima es “Aquellas pequeñas cosas”, con la guitarra de Serrat y un vuelo sutil de arreglos de cuerdas.

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