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Hace 37 años, Van Halen se convertía en la primera gran banda en tocar en Uruguay

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Van Halen
David Lee Roth, Michael Anthony, Eddie Van Halen y Alex Van Halen - Llegada de Van Halen, banda de rock estadounidense, al Aeropuerto de Carrasco por recital en Montevideo, 19830202, Hoja 11792, foto Julio Barcelos - Archivo El Pais
Julio Barcelos/Archivo El Pais

Crónica

El 5 de febrero de 1983, los estadounidenses llegaron en un gran momento, dieron un show para 15.000 uruguayos y conocieron la terrible acústica del Cilindro Municipal

No sé cómo me trajeron a trabajar acá!”, gritaba el ingeniero de sonido, mientras escuchaba cómo el redoblante que a la noche debería tocar Alex Van Halen rebotaba en un eco interminable en todos los rincones del Cilindro Municipal. Era el 3 de febrero de 1983 y Van Halen estaba a punto de convertirse, dos días después, en la primera banda de rock importante en actuar en Uruguay. Se anunciaba un show con 72.000 vatios de potencia, 50 toneladas de equipos y un séquito de 32 personas: nunca se había visto tanto despliegue. Pero ni todo eso podía con el Cilindro.

Van Halen
David Lee Roth

“Cuando hicieron los ensayos, no entendían nada. Les habíamos dicho que era un lugar con una acústica primitiva, pero nunca pensaron encontrarse con eso”, recuerda Berch Rupenian, responsable de la llegada de la banda. “Era muy folclórico el Cilindro porque nunca tuvo un tratamiento acústico, y cuando Van Halen llegó, les vi las caras. Pero al final se reían. No sé cómo logró el genio del ingeniero que trajeron para que el sonido no fuera un caos. Pero había tanto interés de la gente que se bancaron un sonido que no fue el ideal”.

Van Halen
David Lee Roth y Michael Anthony al bajo

La “Operación Van Halen”, que terminó con la banda acá, consistió, básicamente, en hacerla conocida porque recién iba en camino a conquistar el mundo. Formada en 1974, venía presentando Diver Down, de 1982, un disco de transición que le había dado un par de hits gracias a temas ajenos (“Oh, Pretty Woman”, “Dancing in the Street”) y había consolidado su fama de gran número en vivo. Eso se debía, principalmente, a la desfachatez del cantante, David Lee Roth; el alarde de virtuosismo del guitarrista, Eddie Van Halen; y la contundencia de la base rítmica de Michael Anthony y Alex Van Halen. Al otro año, con su disco 1984 y la canción “Jump”, fueron un rato, la mejor banda del planeta.

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David Lee Roth entonando una canción a "Montivideo"

Pero a mediados de 1982, cuando Berch y Aram Rupenian fueron a Buenos Aires para traer a Queen a Uruguay y les ofrecieron en cambio a Van Halen, nadie parecía conocerlos. “Hicimos un relevamiento y el conocimiento de Van Halen era relativo, porque era una banda heavy no tan popular, que tenía fanáticos pero pocos”, dice Rupenian”.

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David Lee Roth y Eddie Van Halen en pleno show

Para ser una banda tan ignota, la campaña de expectativa apoyada en Canal 12 y en CX 50 Radio Independencia, dio resultado. “Comenzamos a vender las entradas en la radio en la vieja casona de la calle Paysandú, y quedamos extrañados por el interés que había”, recuerda Rupenian. “Prácticamente agotamos las 15.000 localidades en dos semanas y media. Hasta mi madre vendía entradas”.

Con esa expectativa, la banda llegó el 2 de febrero desde San Pablo. “Los cuatro con sus largas cabelleras, lentes oscuros y atuendos informales, luego de breves trámites aduaneros se encaminaron -en medio de fuertes medidas de seguridad- hacia tres ‘limusines’ que esperaban a sus famosos pasajeros”, dice la crónica de tapa de El País del jueves 3 de febrero de 1983. Estuvieron en Punta del Este y, dice la leyenda, zaparon después del show con unos fanáticos uruguayos que se colaron a la prueba de sonido y ahí los invitaron a tocar a su casa.

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Van Halen en el Cilindro Municipal

El sábado 5, el show empezó a las 21.00, después que Armando Tirelli, el del Sexteto Electrónico Moderno, alivió la espera con su nueva banda española, Peter Pan Band. El repertorio de Van Halen incluyó 27 canciones, de las cuales ocho eran covers. Dieron todo lo que se esperaba de ellos, los clásicos saltos de Roth, los despliegues guitarreros de Van Halen, y cada uno tuvo su solo. Con el sonido se hizo lo que se pudo y muchos lo recuerdan como una confusa distorsión, aunque seguramente no fue para tanto.

“Montivideo, qué bueno, oohh, Montivideo te quiero (...) Cuando yo voy a Montivideo, escucho mucho ruido, oohhh, Montivideo, número uno en fútbol”, arengó Roth a la “multitud juvenil” -como definió El País- que se sumó al coro. “Montivideo es número uno”, dijo, y Uruguay descubrió así los encantos de la demagogia rockera.

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David Lee Roth, Eddie Van Halen y una fanática con un bebé

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