Crítica

Se presentó la ópera El Castillo de Barbazul, por el centenario de su creación

La única ópera compuesta por el húngaro Béla Bartók fue El Castillo de Barbazul, que se estrenó en la Ópera Real de Budapest el 24 de mayo de 1918. Con motivo del centenario de evento, la Orquesta Filarmónica de Montevideo presentó en una primera audición para Uruguay, esta obra cantada en húngaro, respetando el original.

La puesta fue semimontada, ya que la orquesta actuó sobre el escenario y no en el foso, y la acción escénica se desarrolló sobre el proscenio. Dado el poco tiempo que tuvieron para prepararla, la Filarmónica bajo la conducción de Ligia Amadio, logró acercarse bastante al color impresionista que buscaba Bartók en esta fase de su creación.

Al ser bastante despojada la escenografía —una cama de matrimonio, una mesa de luz y una banqueta— la dirección escénica de la dramaturga y directora Marianella Morena buscó enfocarse en la ductilidad actoral de los cantantes, destacándose en particular la mezzosoprano compatriota Adriana Mastrángelo, en el exigido rol de Judith.

El barítono argentino Hernán Iturralde en el papel de Barbazul mostró solvencia y homogeneidad de timbre en un idioma que fonéticamente es muy ajeno.

Mastrángelo reeditó brillantemente el desempeño vocal que había mostrado en El Cónsul de Menotti. Si bien para Uruguay fue la primera representación, no se puede dejar de recordar que la primera filmación mundial de esta ópera la realizó la inolvidable soprano uruguaya Ana Raquel Satre en 1963, acompañada por el bajo-barítono estadounidense Norman Foster, y dirigida por Michael Powell.

Hubiera sido más justo incluir en la temporada alguna ópera del francés Charles Gounod, ya que el 17 de junio comenzarán en el mundo musical las celebraciones por los 200 años de su nacimiento.