Folclore

La cantante triunfó en el Festival de Folclore de Durazno

Anita Valiente estaba atenta a la radio esperando escuchar los galardonados a los Premios Charrúa del Festival Nacional de Folclore de este año, costumbre que guarda de niña. Incluso, desde entonces, siempre espera los resultados con un favorito en mente, tradición que mantuvo esta vez, pero con una variante: en el fondo guardaba la ilusión de escuchar su nombre entre los ganadores. Y así fue.

Con 27 años, Valiente, que se dedica profesionalmente a la música desde los 20, se convirtió en la Charrúa de Oro 2018. Y no se enteró por la radio, sino por la cantidad de mensajes y llamadas que empezó a recibir. Parecido a lo que le pasó el año pasado, cuando fue Premio Revelación en ese mismo festival de Durazno, algo que supo cuando la llamaron desde Radio Carve.

“Es un premio muy codiciado por los cantantes nacionales de folclore. Todos, desde que empezamos, soñamos con ser Charrúa de Oro. Con ocho años ya me lo imaginaba”, dice Valiente a El País sobre un premio que han ganado desde Los Olimareños y Larbanois - Carrero, a No Te Va Gustar y Luciano Pereyra.

Pero este no es el único sueño cumplido de Valiente, que habla con orgullo de una canción que nació para completar su primer disco, En vuelo. El compositor Néstor Techera le pidió pié para una letra y ella le contó de un sueño recurrente que tenía, en el que cada vez que comenzaba a cantar una canción, la gente se volvía loca. Así nació “La uruguayita”, chacarera que cobró vida propia, se canta en liceos y escuelas y dio nombre a su segundo disco.

“En Durazno me pasó eso”, dice con respecto al sueño: “Cuando empezaron a sonar los primeros acordes de ‘La uruguayita’, el griterío, el aplauso y la gente levantándose para bailar se sintió tremendo. Ahora también pasé a ser ‘La uruguayita’”.

Esta montevideana que descubrió el folclore gracias a las guitarreadas de su padre, que estudió con Carlos Benavides, compartió escenario con Abel Pintos y se convirtió en la cuarta mujer Charrúa de Oro -después de Amalia de la Vega (1974), Flor de María Rodríguez de Ayestarán (1977) y Soledad Pastorutti (1998 y 2014)-, se emociona hasta las lágrimas, pero no se marea con los aplausos y tiene las cosas muy claras. Sabe que si está ahí es “por no bajar los brazos”, y le gusta pensar que lo que ha logrado puede servir como ejemplo sobre todo para otras mujeres, “gurisas” que quieran dedicarse a la música popular.

“Si bien es un ambiente muy de hombres -la prueba está en que en las listas de festivales casi el 98 por ciento de los participantes son cantores-, creo que como en cualquier ámbito de la vida, el espacio se gana. Hay que ser decidido y constante, pero no solo por ser mujer, sino porque Uruguay es un país muy chico para la cantidad de músicos que tiene, y si te dormís dos segundos, te pasaron 10 por arriba”, dice.

“Este es un buen momento para el folclore, de mucha renovación”, reflexiona pensando en ese cambio como la clave para un género popular, que debe competir con el universo de sonidos que llegan desde todas partes. “Yo trato de fusionar. Porque por ahí cantar canciones como se hacía hace 10 años, es un error. El oído del público se acostumbra, y cuando no le das lo que quiere escuchar, es complicado que te deje entrar”.

Así, Valiente cuenta que su secreto para atraer un público más joven es recurrir a otros ritmos, y ahí, entre medio de todo eso, intercala una milonga u otra música bien de tierra adentro, y va “endulzando”, tratando de conquistar a otros con su forma de hacer folclore. Todo indica que lo está logrando.