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La angustia juvenil como arcilla para hacer un clásico

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Nirvana. Foto: Mark Seliger
Mark Seliger - © Mark Seliger/

Cumple 25 años "Nevermind" de Nirvana.

Hay un momento en Nevermind, el disco de Nirvana que se publicó una semana como esta de 1991, en el que uno empieza a entender todo. Es quizás a la altura de "Lithium", la quinta canción, cuando Kurt Cobain, principal compositor de la banda, consigue compartir en poco más de cuatro minutos, el territorio de su propia depresión en un par de riffs fuertes, un constante cambio de humor en la melodía y dos o tres ocurrencias poéticas.

Nirvana lograba, así, a partir de una experiencia personal, trazar una panorámica de una generación ausente y solitaria.

Está claro que Nevermind no es el disco más original del mundo. En un envase muy cercano a Pixies, el trío (o sea Cobain, Kris Novoselic y Dave Grohl) sincretizaba una tradición sónica que tomaba cosas del punk y el indie. La importancia de Nevermind es el haber hecho visible una sensibilidad que hace altura tenía casi 30 años de existencia.

El disco tiene una de las mejores bienvenidas del rock: el riff de guitarra acústica de "Smell Like Teen Spirit", la hermética crónica generacional que convirtió a Nirvana en la sensación de comienzos de la década de 1990.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

Está claro que Cobain, quien se suicidó 30 meses después de la salida de Nevermind no estaba preparado para ser el vocero de una generación, una posición siempre incómoda, pocas veces reclamada. Cobain era un chiquilín complicado, con una crianza de las difíciles, problemas de salud y una adicción a la heroína, que seguramente aliviaría cierto dolor pero no era la solución del problema.

Producido por Butch Vig, el disco no es el primero de una banda que venía batallando con su música dentro de una escena que luego se llamaría grunge y estaba afincada en Seatlle, una ciudad lluviosa y tirando a deprimente. Fue, sí, su primer disco con una multinacional, un paso que también marcaría la apreciación que Cobain tenía de su arte y de su llegada hacia el público.

Aunque la revolución que encabezó Nevermind fue bastante fugaz alcanzó a sacudir un poco la modorra de una industria musical anquilosada en un modelo que, claramente, estaba superado. El disco de Nirvana coincidió con un momento de la historia de la juventud estadounidense que llegaba a la década de 1990 ganada por la decepción social y política.

En ese sentido, Nevermind desde su portada (un bebé nadando tras la carnada de un dólar) plantea esa preocupación por el momento que le tocó vivir.

Lo hace, y eso es lo que vuelve un clásico, con una colección de canciones imparable: "Smell Like Teen Spirit", "In Bloom", "Come as You Are", "Lithium", "Polly", "Territorial Pissings", "Drain You", "Stay Away", "Something in the Way"; es esa clase de discos en los que todo el repertorio está bueno. Las letras son tirando a desentrañables, lo que permite que cada uno las entienda a la medida de sus necesidades.

Es el mejor disco de Nirvana, eso está claro. In Utero es poco más que la continuación de Nevermind y si es cierto que MTV Unplugged in New York es otro clásico, su amabilidad revela la calidad del cancionero pero no es representativa del grupo. Porque Nevermind es una contraseña generacional. Y a eso no hay con que darle.

Disco: Nevermind
¿Está online? Sí, en todas las plataformas habidas y por haber y también en disquerías de nuevos y usados. Es imposible no cruzárselo.
¿Está bueno? Tremendo clásico.

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Nirvana. Foto: Mark Seliger

MÚSICAFernán Cisnero

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