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¿En qué anda Donald, cantante de los clásicos "Tiritando" y "Siempre fuimos compañeros"?

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Donald. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

Se recibió de abogado a los 53 años, tuvo una pizzería en Punta del Este y ahora está listo para grabar su primer disco en 40 años. Sobre eso, Donald habló con El País.

"Si bien empecé a hacer música hace 60 años, es como que estoy volviendo a vivir. Me llaman a cada rato de la televisión y de la radio para hacer notas. No había un interés así por mi carrera desde los setenta”, le dice, sorprendido, Donald a El País. Y tiene razón. En las últimas semanas, el cantante de clásicos como “Tiritando” y “Siempre fuimos compañeros” se paseó por unos cuantos programas de la televisión argentina y ofreció varias entrevistas a diarios para repasar su carrera.

Todo se debe a Donald le canta al amor, el show en streaming que ofrecerá este sábado a las 21.30 a través de la plataforma PassLine (entradas a la venta en la web). Y el hombre detrás de las onomatopeyas más memorables de la música rioplatenese —“Sucundum, sucundum”, “Rakatakatá” y “Chequendengue, chequendengue”, entre ellas— está entusiasmado por el nuevo interés en su obra.

“La pegué hace 50 años y tuve distintos cuartos de hora, pero ahora estoy de llamada en llamada, tanto que me quedo sin batería en el teléfono”, dice con una sonrisa para disculparse luego de que la videollamada por Zoom se corte a los minutos de haber comenzado.

Donald, que no graba un álbum desde 1978, está listo para retomar su carrera discográfica. “Hace 40 años que no saco un disco. A veces es por el contexto, las circunstancias, los tiempos y los ánimos, pero ahora, a pesar de que estoy grande, siento que estoy listo y que me puedo hacer un lugar entre los jóvenes”, comenta. Su primera canción en mucho tiempo fue una versión de “Carolina In The Morning”, que lanzó en 2019 a pedido de una estación de radio argentina.

Este año confirmó sus ganas de volver al ruedo cuando volvió a grabar “Scaba Badi Bidu” (1971), el primer reggae argentino, junto a Bahiano y Los Guardianes de Gregory. La canción llegó a las radios de Hawaii, donde viven dos de los hijos del músico, y según explica, se “enloquecieron todos”. Tanto, que un músico de la isla le envió una base de reggaetón y de rap para que le grabara unas estrofas. Así que en cuestión de meses, habrá novedades del cantante.

Además, tiene ganas de hacer un disco en inglés para el mercado estadounidense. “Veo que hay algunas canciones como ‘Scaba Badi Bidu’ que pueden andar allá”, adelanta.

¿Pero qué pasó en todo este tiempo sin discos? Bastante. Donald siguió presentándose en vivo, se recibió de abogado a los 53 años —“Empecé en mi juventud pero no pude terminarla por compromisos artísticos”, comenta— y hasta abrió varios bares y pizzerías. En Buenos Aires tuvo el “Sucundum Café” junto a sus hijos y hasta creó la pizzería “Las olas y el viento”, que mantuvo durante años en La Barra de Punta del Este.

“En los noventa, Uruguay llegó a ser mi segunda casa”, asegura. “Tuve una casa de veraneo allá, que compramos con mi mujer, Verónica (Zemborain, con quien está casado hace medio siglo) en 1990. Fue una época lindísima y tuve una relación muy cercana con Uruguay. Recuerdo a todos mis amigos y a esa etapa fantástica en la pizzería”, comenta.

Y, ahora, llegó el momento de volver a sus comienzos. Por eso, en Donald le canta al amor, el argentino ofrecerá un repertorio lleno de esos boleros clásicos que interpretaba a comienzos de los sesenta, cuando todavía no habían llegado los éxitos que sonaron sin parar en radios y boliches rioplatenses. “El streaming refleja los primeros años de esos sesenta, donde los boleros competían con las canciones de El Club del Clan y toda la Nueva Ola, que luego empecé a cantar yo”, comenta.

En aquella época, Donald entró al mundo de la música para pagarse los estudios en el colegio, luego de que su padre quedara en la quiebra tras ser estafado. Llegó a la televisión en 1961 como invitado en el show del chileno Antonio Prieto y su carrera despegó enseguida. “Alternaba la música con el estudio, y después me contrataron para ir a cantar boleros en Lima como telonero de shows de Raúl Lavié. Cuando volví, me ofrecieron entrar a Ritmo y Juventud, un programa al estilo de El Club del Clan, y grabé mis canciones”.

Atrás quedaron los boleros y Donald se metió de lleno en la movida del rock y el twist. A los 15 años grabó su debut, Voz de juventud (1962), y su voz de barítono empezó a sonar en las radios. “Escucharme en la radio fue increíble porque la sensación de escuchar mi voz era rara. Hacía tiempo me había grabado con un grabador casero y sonaba cualquier cosa. Esto era diferente”, dice con una carcajada. “Unos años grabé ‘Tiritando’ y la pegué en serio”.

Y eso de “pegarla en serio” no es ninguna exageración. La canción —conocida como “Las olas y el viento”— fue grabada en 1968 luego de que Donald escuchara a su compositor, Nono Pugliese, interpretarla en un fogón en Punta del Este. La llevó a un ritmo más bailable y explotó enseguida. El sencillo llegó a vender 17 mil copias por día y, en cuestión de meses, acumuló 600 mil ventas.

El impulso de su música lo llevó al cine, y el cantante participó de las películas En una playa junto al mar (1971), Siempre fuimos compañeros (1973) y Un viaje de locos (1974), cuyas bandas sonoras le dieron otros éxitos radiales. Y, claro, varias de sus canciones se acompañaban de esas onomatopeyas tan memorables. “No sé si le habrá aportado o les restó a las canciones, pero que pegó, pegó”, asegura. “Esos soniditos quedaron como mi marca registrada”.

Pero más allá de esos “soniditos”, el sello de Donald siempre fue el optimismo. “Esa siempre fue mi actitud en la vida”, dice. “Nunca me detuve ante los obstáculos, sino que quise buscarle la vuelta y mirar el lado positivo de las cosas. Y me alegra que eso se refleje en mi música”.

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