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Varias murgas candidatas al título; tres se lucieron

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La Clave fue una de las últimas murgas en subir al Teatro de Verano. Foto: Alejandro Aparicio
Ale Aparicio

La Clave, Don Timoteo y La Gran Muñeca en primera línea

Un variado e intenso paisaje musical a lo largo de 45 minutos, impacto en los cuplés, voces solistas que aparezcan para romper un clima en el momento justo e intérpretes que marquen la diferencia través del humor o el drama son algunos de los requerimientos que suelen desnivelar la balanza en la reñida categoría de murgas.

No hay una fórmula única en la construcción de un primer premio, aunque en los últimos años los grupos que accedieron a la máxima ubicación tuvieron cualidades comunes: la habilidad para escapar de lo obvio en sus temáticas y la capacidad de cohesionar un argumento único y coherente desde la clarinada hasta la última estrofa.

Un reducido grupo de murgas reunió la mayoría de esos requisitos en esta primera rueda y, si bien aún falta toda la segunda y la liguilla, ya busca ir reservando su lugar para el momento más sabroso del concurso, cuando el jurado anuncie en dos semanas las diez finalistas.

Entre las más esperadas, La Clave fue la última en actuar en el Teatro de Verano. Su espectáculo Ruido fue muy efectivo.

A contrapelo de la mayoría de sus pares, cuyas estrategias persuasivas pasan por envolver progresivamente a los espectadores, para echar el resto y alcanzar ese momento memorable cerca del final, la murga de San Carlos asume el desafío de mostrar las cartas de entrada, con un clima humorístico al que fue difícil ser indiferente.

Su propuesta tiene un perfil humanista, aunque no es la que bucea las mayores profundidades ni la que se desprende totalmente de los temas de actualidad, aunque cuando los aborda lo hace con un marcado toque personal, encontrando la novedad en lo común.

Un ejemplo es el cuplé dedicado a su ciudad, donde los letristas Martín Sosa y Christian Ibarzabal ponen en juego la identidad, con una sobresaliente pieza que analiza la vida y costumbres de un lugar con muchas más singularidades de las que el espectador imagina.

También alcanzaron excelencia en un cuplé sobre la invasión del reggaetón, mientras que otro sobre las redes sociales criticó a quienes se pasan la vida encerrados y cultivando el enojo en el mundo virtual.

Una inspirada despedida sobre las palabras fue el cierre ideal de un texto cuya segunda lectura define a Ruido como toda aquella suciedad que se interpone y empobrece la calidad de las relaciones humanas.

Otra de las murgas ovacionadas fue Don Timoteo, con su espectáculo Mamá, yo quiero Mamá, que concretó el anunciado regreso de Edú Lombardo y Marcel Keoroglian.

Como era de esperar, el trabajo brilló a nivel musical, con un texto impecable e intérpretes de lujo. Su principal herramienta fue la crítica ardiente y sin concesiones, sin dejar de lado la poética y la diversión.

El repertorio unió distintos cuplés a través de dos disparatadas madres que fueron dando el pie para hablar de política, amor y relaciones familiares a lo largo de la vida, las injusticias, la violencia, la felicidad atrapada en añoranzas de viejos tablados y ruidos de camiones y la necesidad de hacerse valer, a través de un picante cuplé que reclama la unidad de los murguistas en la pugna por los derechos de imagen. Culmina con una bellísima despedida sobre las oportunidades.

La Gran Muñeca es otra de las que tuvo gran suceso y está dispuesta a dar pelea para retener la corona obtenida en el 2016. El espectáculo se denomina El Carnaval es un juego y tiene la impronta de una generación cuestionadora, inconformista pero a la vez optimista, cuyo texto no predica soluciones mágicas, pero sabe pasar de una mirada apesadumbrada sobre la realidad hacia un mensaje esperanzador.

El ejemplo más claro es el cuplé sobre la tenencia de los hijos por padres separados, elaborado con genialidad y dando visibilidad a una temática que implica a muchos individuos en su pasaje de la juventud a la adultez, acaso el público que mejor interpreta la sensibilidad de una murga con capacidad única para instalar la tensión entre lo nuevo y lo viejo. Otro cuplé delicioso es el de los "Libertadores de América", plenamente jugado al humor, pero con un giro crítico.

El grupo de las destacadas se completa con Cayó la Cabra y La Mojigata. La primera tiene muy buenas posibilidades de entrar en la conversación con su espectáculo Barato, mientras que la segunda confirmó las expectativas generadas en la prueba de admisión.

No son las más contundentes a nivel coral, pero la calidad de sus textos pueden posicionarlas en lugares de vanguardia en el concurso.

Patos Cabreros por la revancha.

La murga del mítico Pepino es una de las más esperadas de la temporada, con un plantel que reúne a varias de las mejores voces de la categoría. Realizó una buena primera rueda, aunque sin llegar al techo de sus posibilidades. Su actuación tuvo algunos inconvenientes con la amplificación que dificultaron la fluidez de la propuesta y se espera que la segunda pasada por el Teatro de Verano dispare al alza sus intenciones y posibilidades. El tobogán de la vida tiene un libreto parejo y con buena potencialidad humorística, así como intérpretes de la calidad de Diego Bello, Claudio Rojo y Danilo Mazzó.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
La Clave fue una de las últimas murgas en subir al Teatro de Verano. Foto: Alejandro Aparicio

CARNAVAL 2017GUZMÁN RAMOS

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