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"Es lindo recibir el cariño de la gente"

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María Noel Riccetto. Foto: Nacho Guani

El martes pasado María Noel Riccetto hizo historia al convertirse en la primera uruguaya en recibir en Moscú el Benois de la danse, el mayor reconocimiento al que puede aspirar un bailarín.

Riccetto dice haber vivido la ceremonia como una experiencia extracorporal: "Fue como de otro mundo". Desde que llegó, afirma que lo que más le preguntan es cómo se siente: "Feliz de poder compartir el triunfo". Y lo que más la emocionó fue que la bailarina Svetlana Zakharova, otra jurado de este año, le dijera que se había emocionado con su interpretación. De eso charló con El País.

—¿Crees que la gente se da cuenta, cuando te cruza o comparte el ómnibus, que está al lado de la mejor bailarina del mundo?

Está bueno ser una persona tangible, a la que se le puede acercar y que esté todo bien, es lindo eso y me gusta. Hay veces que quiero mandar todo al diablo porque no quiero estar todo el día hablando de ballet o porque estoy cansada y no tengo ganas de que me vean así, pero es parte de lo que viene con el nombre. Hoy me subí al ómnibus y la gente me felicitaba, es lo que pasa cuando te tomás el ómnibus y te reconocen (risas). Es lindo recibir el cariño de la gente.

—¿Cómo te llega el Benois?

En un lindo momento. Para mí es la frutilla de la torta, esa es la imagen que tengo. Viene en un momento divino de mi carrera, que ya estoy más cerca del final que del inicio y por eso lo comparto con toda la gente que me ha ayudado en este tiempo. Me agarra feliz y agradecida.

—¿Te hubiera gustado haberlo recibido antes?

No, llegó en el momento que tenía que llegar. Para mí la nominación era un premio; bailar en Moscú con Gustavo (Carvalho) era un premio; que me pudiera acompañar mi novio y que lo viviera conmigo era un premio. Y que haya venido Svetlana Zakharova a abrazarme y me diga: "me encantó tu trabajo", es un premio más importante que la estatuilla.

—¿Costó dormirse el martes?

Me dormí como a las cinco de la mañana porque la función terminó tardísimo, después me fui a cenar y cuando subí a la habitación quería leer lo que me escribían y contestar los mensajes. Pero pasaba el dedo y seguían bajando los mensajes. Me desperté a las siete, desayuné y mi novio me sacó a pasear con el premio por todos lados, y a las dos de la tarde nos fuimos al aeropuerto para volver.

—¿Cómo fue el vuelo de regreso?

Bien, dormí un montón, se ve que estaba cansada, y nada, estaba deseando llegar a casa. Esto es algo que te pasa afuera y es increíble, pero querés estar en casa de vuelta para celebrarlo con la gente más allegada. También para compartirlo, porque estas cosas se tienen que compartir.

—¿Cómo vas a vivir la función de hoy de tarde de Don Quijote?

—Creo que bien, tengo muchas ganas de bailar. Pensaba, puede ser que salga todo horrible o todo mucho mejor de lo que me sale. Tengo muchas ganas de bailar, me imagino que ese aplauso final va a ser más especial que siempre.

—¿Dónde va a estar el premio?

Todavía no sé, no tengo un lugar. Me parece que va a quedar medio al alcance para sacarlo a relucir. Lo tengo que llevar a la casa de mis amigas, a lo de mi familia, lo tengo que presentar. Va a estar medio a mano al principio.

—¿Qué vas a hacer ahora?

A ensayar, porque quedan unas funciones de Don Quijote. En julio me voy a Monterrey, (México) para dar un curso de verano, después vuelvo para la gala de ballet. Luego viene Romeo y Julieta, la gira por el interior, gira por Argentina, Cascanueces y después viene el Festival de Ballet de Cannes, y también vamos a varias ciudades de Italia. Hay un montón de cosas y no se para.

—Lo de Monterrey, ¿son tus primeros pasos como maestra?

Sí, afuera sí. He dado algunos cursos, pero algo más corto. Esto es un curso de verano de 10 días y va a ser súper interesante. Ahí voy a dar varias clases por día y veré que tal.

—¿Te preocupan los pasos siguientes al ser bailarina?

Es parte del camino. Va a estar bueno poder experimentar eso, tener la oportunidad de ir a dar clases por un tiempo, ver los resultados y ver cómo me siento también. Me gusta dar clases, la gente sabe que me gusta más trabajar con gente profesional que con estudiantes, pero bueno, llega en un momento clave para tomar decisiones a futuro.

—¿Ya se piensa en la jubilación?

—Un poco.

—¿Te asusta el retiro?

No, creo que va a ser muy emocional. Por eso quiero estar muy preparada y estas cosas que surgen afuera me parecen muy interesantes, no sé. Hay momentos en que pienso que va a ser súper fácil y que estoy lista, y en otros momentos miro para el costado y pienso, esto es lo único que sé hacer, ¿cómo va a ser la vida después de esto? Tengo tantas ganas de que se dé con naturalidad, que lo interesante va a ser armarme para que ese paso no sea como caerme desde un precipicio.

—¿Y un futuro como una coreógrafa?

—No. Tuve oportunidad de hacer un taller coreográfico que armó Julio (Bocca) hace algunos años para darle la posibilidad a los bailarines para que desarrollaran esa parte. Me presenté y mi coreografía fue un desastre. Igual me sirvió para hacer la marca en la lista: lo probé, tuve la mejor intención, pero Riccetto coreógrafa no. Fue una prueba que no funcionó y me encanta que sí le haya servido a otras personas.

—¿Cómo fue volver a pisar el Bolshoi?

Increíble, es un escenario increíble, intimidante.

—¿Fueron los mismos nervios que cuando fuiste con el American Ballet?

Sí, totales. Además me di cuenta que cuando fui con el American Ballet bailé en el otro teatro, porque éste estaba cerrado por reformas. En el que bailé ahora era el posta, maravilloso. Te sentís una hormiga porque es un lugar gigante y con una energía increíble.

—Alcanzaste el premio máximo de la danza, a cinco años de haber llegado al Ballet Nacional.

—Sí, pero no soy de los premios. Obvio que no le quito mérito y estoy sumamente feliz y me encanta haberlo recibido, pero el mayor premio es el aplauso del público los días que bailo y el apoyo de la gente. Con este premio vinieron millones de mensajes de gente que no me conoce y se tomó el trabajo de escribirme, ese es el otro premio. Si vienen más bienvenidos sean, pero sigo siendo y haciendo lo mismo.

—Este premio te abre las puertas a algo más en el futuro?

Quizás a estar vinculada con más gente, o salir a bailar afuera más seguido, pero no lo sé. Es un premio muy prestigioso que me posiciona en un lugar muy lindo e importante, pero tá. Me trae también responsabilidades, ahora soy María Noel Riccetto la bailarina que bailó en Estados Unidos y que además ganó el premio, es otro peso para la mochila.

—¿Esa presión es llevadera?

Por lo pronto bien, en el futuro veremos.

—¿Te parece que los uruguayos sabíamos del premio antes que apareciera tu nombre?

Creo que no, sinceramente. Por eso está bueno explicar que es como el Oscar de la danza, ahí la gente entiende que no es cualquier cosa.

—En la premiación se te vio muy emocionada, ¿sos de emocionarte seguido?

—Seguido no, fácil.

—¿Qué te emociona?

—Leer un mensaje de mi hermana que toque temas escabrosos siempre me emociona. Pensar en mi familia, en mi madre, esas cosas me tocan muy de cerca.

—¿Hay una nueva María Noel Riccetto ahora?

—Hoy no, se verá con el tiempo. Por ahora sigo bailando.

—Y de las bailarinas del BNS, ¿cuál es la próxima Riccetto?

—No sé, porque hay muchísimo talento. No sé si la próxima María Riccetto, porque cada uno es único. Pero sí, ¿por qué no?, hay gente que tiene su público, que representa bien y que baila bien. Mi consejo sería: seguir trabajando, manejando su carrera inteligentemente.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
María Noel Riccetto. Foto: Nacho Guani

MARÍA NOEL RICCETTO

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