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Ocho secretos de una librería-anticuario uruguaya famosa en todo el mundo

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Linardi y Risso

LIBROS MISTERIOSOS

Linardi y Risso de la calle Juan Carlos Gómez cumple 75 años y El País indagó en algunos de sus entretelones y misterios

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La librería Linardi y Risso tiene 30 mil volúmenes en sus estantes y 75 años de trayectoria. Hoy es una de las pocas librerías-anticuario de Uruguay, y un lugar de referencia a nivel internacional. El País entrevistó a sus dueños, Andrés Linardi y Álvaro Risso, y armó una lista de ocho secretos que encierra ese gran comercio del libro de Juan Carlos Gómez 1435.

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Un edificio que antes fue cabaret y algo más

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La sede actual es la tercera que ocupa la histórica librería, que nació en 1944, con el nombre de Librería de Salamanca, en Bartolomé Mitre y Policía Vieja. Luego, en 1952 pasó a Juan Carlos Gómez 1418, y a mediados de esa década tomó el nombre de sus fundadores. En 1980 pasó a ocupar su actual sede, que antes había sido un cabaret. El Sevilla Colmado fue un salón de espectáculos en vivo que funcionó allí por los años 40, y del que todavía se conservan algunos vestigios.

u201cEste jardín que hay ahora, en su momento debió ser el escenario, y esas vigas de cemento, fueron el proscenio, de donde se sostenían los telones. Cuando vinimos al local, había un entrepiso, con palcos, donde podían venir los espectadores con privacidadu201d, contó Andrés Linardi, agregando: u201cUn obrero que estuvo en la librería haciendo arreglos, contó que arriba había una especie de prostíbulo, y había cuartitos que se alquilaban. Eran otros tiempos, era el Bajo: todo esto era el prostíbulo de la ciudad. Venían los marineros con muchos meses de aislamiento, y Juan Carlos Gómez era famosa por ser zona de prostituciónu201d.

modas y tendencias

La literatura desplazó a la historia

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En tres cuatros de siglo, lo que buscan los clientes ha ido cambiando. u201cHoy entre lo más buscado están las primeras ediciones de literatura, y el tema de las vanguardias históricas. Se ha volcado más hacia la literatura que a la historia. Son modas, tendenciasu201d, explica Risso. Y Linardi agrega: u201cOtros temas, que antes sí tenían demanda, actualmente hay menos clientes, como las primeras ediciones de viajeros. La numismática, la genealogía, la masonería, son temas que tuvieron su auge y hoy han decaídou201d.

Linardi y Risso
Linardi y Risso, 30 mil volúmenes y 75 años de historia. Foto: Leonardo Mainé

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Una joya de papel que vale miles de dólares

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El sueño de encontrar el libro más valioso del mundo, lo tienen tanto los libreros como muchos clientes. u201cUno siempre está esperando encontrar la joya, que no sabemos bien cuál es, la Biblia de Gutenberg o una primera edición del Quijoteu201d, bromea Linardi. Sin embargo, con el paso de los años, muchas joyas han pasado por ese enorme local, desde algún libro raro de Jorge Luis Borges hasta mapas y documentos, como las actas originales del Gobierno del Cerrito. La primera biografía sobre Artigas, de Isidoro de María, es otra de las rarezas que apareció por allí. De hecho, Linardi y Risso vendió una primera edición de La Encyclopédie, en 28 tomos, editada entre 1751 y 1772. Se vendió a un librero anticuario en Inglaterra, a 25 mil dólares. u201cHoy vale mucho másu201d, sintetiza Linardi.

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Tertulias de ayer, celulares de hoy

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Las librerías siempre fueron lugares de reunión y grandes conversaciones. u201cEso ha ido cambiando. Hoy es difícil que un historiador se quede mucho rato porque enseguida tiene otra actividad. En otra época, muchos intelectuales, en la pasada, entraban a la librería y se quedaban a charlar. Y había visitantes que venían casi a diario. Pasaba mucha gente y había más tiempo, no había celularesu201d, reflexiona Risso. Y Linardi comenta: u201ccuando pasaba Pivel Devoto por acá, o Carlos Real de Azúa, se armaba una charla. Era imposible que ellos entraran a la librería y no se armara un intercambiou201d. u201cO Sarandy Cabrera, y nos empezaba a leer esos poemas libidinosos de él, y llorábamos de risau201d, recuerda Risso.

Linardi y Risso
Linardi y Risso: un recuerdo de la visita de Neruda. Foto: Leonardo Mainé

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Más que vender libros

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Junto a vender libros, Linardi y Risso se ha dedicado a publicar, y hoy ya lleva dos centenares de libros editados, centrados en la cultura uruguaya. Además, en la planta alta del local, funcionó, entre 1983 y 1998, la Casa del Vicario, donde ellos sacaban adelante un salón de artes plásticas, teatro, literatura, conciertos, performances. Entre otras actividades, allí actuaron Ducho Sfeir y Alberto Candeau, se expusieron grabados de Goya, y se hizo un homenaje a Ángel Rama, a poco de su fallecimiento. u201cSolo nos fijábamos en la calidad. Era un espacio que dábamos gratis. Por eso se terminóu201d, comenta Risso con un dejo de humor.

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Visitantes ilustres: saber escuchar

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La lista de visitantes ilustres de Linardi y Risso abarca tres premios Nobel (Neruda, Vargas Llosa y Coetzee), numerosos jefes de Estado, y una larga nómina de célebres intelectuales y artistas. u201cHombre ilustrado, educado, conocedor: Vargas Llosa. Un hombre sabio, interesante. Lo que sucede con ese tipo de cliente, es que sabe mucho más que nosotros. Entonces, cuando vienen estos personajes, uno lo que más puede hacer es guiarlos, para que ellos miren el material. Disfrutar, escucharlos, admirarse, y aprenderu201d, puntualiza Risso.

Linardi y Risso
Linardi y Risso, una publicación sobre la propia librería. Foto: Leonardo Mainé

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Desde libros a medicamentos y esclavos

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Linardi y Risso fue un emprendimento de los padres de sus actuales dueños, Aldolfo Linardi y Juan Ignacio Risso. Y con el paso de los años, ellos y sus sucesores se dedicaron también un poco a estudiar la historia de la propia librería. Y por extensión, han investigado más en general la historia de las antiguas librerías uruguayas. u201cCuando uno va investigando ese tema, descubre que, las librerías, como las conocemos ahora, son un invento del siglo XX. Antiguamente no existían las librerías, sino ramos generales que venían libros. A medida que estudiás el tema, descubrís que los libros se vendían, por ejemplo, junto a los medicamentos. La librería Hernández, que también tenía imprenta, fue una de las primeras de Montevideo, y tenía avisos de venta de esclavos. Para poder mantenerse, porque en ese Montevideo, que a pocos les interesaba la lectura, tenías que vender de todou201d, señala Linardi.

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Un pacto con el amante de los libros

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Existe como un pacto tácito de confidencialidad en las librerías de publicaciones antiguas. Sobre ese aspecto, Risso explica: u201cNo contamos mucho, porque a veces el cliente gasta más de lo que debe. Una vez vino un extranjero con su señora, y seleccionó libros caros y buenos. Todo sumaba un dinero importante. Y de todo eso, se llevó uno solo, que eran más o menos económico. Y cuando se iba, nos miró y nos dijo bajito: u2018vuelvo mañana solou2019. Esas cosas pasanu201d.

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