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Con Juan de Posadas: de "oveja negra" a inspirar a otros con un diario muy personal

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Juan de Posadas. Foto: Difusión

ENTREVISTA

Hoy se presenta, a las 19.00 en Magnolio Sala "El diario de Juan", sobre la vida de Juan Martín de Posadas

Durante varios años se intentó contar la historia de Juan Martín de Posadas, aunque no fue hasta que su hermano Francisco le insistió, que comenzaron a seguirlo día y noche para registrar sus charlas. El diario de Juan (Naon & Praderi ediciones, 1.100 pesos) es el resultado de las conversaciones con Ignacio Naon y Daniel Viglione, quienes plasmaron en papel esas distintas charlas mantenidas.

“Durante mucho tiempo fui el hijo del Ministro, después fui el hijo del político que tuvo un accidente, y ahora soy el hermano del de la radio. Siempre fue medio así”, dice Juan en referencia a su hermano, Francisco, uno de los propietarios de Magnolio, el grupo que nuclea las radios Del Sol, Latina y El Espectador.

“Creo que por ahí interesa, por el apellido que resuena. Mismo por mi prima que es escritora (Carmen Posadas, que escribió el prólogo), por ese lado. Yo laburo en el campo, leo porque me gusta, pero no puedo escribir nada”, dice. Y si bien Juan aclara que no escribió el libro, es su historia la que está plasmada en las 360 páginas. “La gente me pregunta: '¿cómo se siente escribir un libro?', y yo no escribí ni el prólogo”, dice.

Presenta su libro e inaugura Magnolio Sala

Hoy, a las 19.00 es la presentación de El diario de Juan en Magnolio Sala (Pablo de María 1015, entre Durazno y San Salvador), que abrirá sus puertas para este lanzamiento editorial. El protagonista del libro, Juan de Posadas, estará acompañado por Rafael Cotelo en la presentación.

Juan de Posadas. Foto: Difusión
Juan de Posadas: "Quería que se centrara en todo, porque si no el motivo es un accidente, y un accidente lo tiene cualquiera". Foto: Difusión

—El libro no tiene contemplaciones. No hay una intención por tapar errores del pasado o querer dar lástima por tu accidente. Contás cuando te bajaste los pantalones frente a la casa de una amiga, o cuando te echaron del colegio. Todo eso está en el libro.

—Sí, cuento todo. Cuando releí, vi cosas que conté, y algunas cosas que pasaron antes del accidente que te remueven o extrañás, pero básicamente está todo. Después pienso: pude haber hecho un capítulo solo sobre un tema, pero son cosas que me gustan a mí y para otros pueden ser un embole.

—Tampoco te centras en el accidente que te dejó en silla de ruedas.

—No. Quería que se centrara en todo, porque si no el motivo es un accidente, y un accidente lo tiene cualquiera. Si ser mejor ser humano es por haber tenido un accidente, sería demasiado fácil, que era lo que le decía al principio a mi hermano. Vamos a esperar que haga algo, le decía; por ahora solo tuve un accidente, y él era el que sostenía que había más cosas. Y accidentes ha tenido mucha gente, ese era mi miedo del principio.

—Es verdad, un accidente lo puede tener cualquiera, pero afrontarlo y superarlo, eso no lo hacen todos. Y ese es el mensaje que das con este libro.

—Ojalá que ayude. Yo he tomado a mucha gente como ejemplo, me encanta leer biografías o hechos reales, y si a alguien le sirvo de ejemplo, todo este estrés va a estar justificado.
Juan de Posadas. Foto: Difusión
"Mi rebeldía era a los 22 irme a vivir con amigos a dos cuadras del zoológico". Foto: Difusión

—El libro es muy confesional. En un momento decís que no has tenido una charla significativa con tu padre porque es muy reservado. ¿La tuviste?

—No, eso va a quedar en el debe por parte de los dos. Tenemos puntos en común, nos llevamos bien, si bien tuvimos una época semidistanciados. Son muy pocos los puntos en común. Y tendríamos que estar charlando una semana, porque siento que hay cosas que no entiende de mí, y seguro hay cosas que no entiendo de él.

—Eras bastante rebelde de chico.

—Un poco rebelde, pero para los cánones de ellos, muy rebelde. Pero ponele, mi rebeldía era, a los 22, irme a vivir con amigos a dos cuadras del zoológico. Ahí me di cuenta de que nací en Carrasco, y lo que para mí era rebelde, era ser un bebé de pecho en otros lados. Y que no era una locura lo que quería: quería vivir. No es que quería patear tachos o tirar piedras. Tenía intrigas y quería salir del ambiente de Carrasco que es lindo, pero al estar sobre protegido no te querés mover.

—Y venís de una familia importante, tu abuela era piloto de avión, iban al Hotel Alvear, tomaban un avión para ir a Rio Negro…

—Lo que pasa es que cuando sos guacho no te das cuenta. Yo iba a la cancha de polo o andaba en avión y para mí era lo normal. Y cuando empezás a salir, ya tenía 16 años y no me cargaba el peso de nada porque ya era la oveja negra. Cuando estuve adentro de todo eso, me parecía normal. Cuando salís de eso y crecés, te decís: qué suerte que tenía. Sí, en Uruguay había pocas familias que tenían el nivel de vida de nosotros. Fue divino haberlo podido vivir y sentirse agradecido. Pero hay días que pienso: el resto de mi familia está muy bien y tienen otro nivel, y si bien no lo extraño, me pregunto: ¿no habré sido yo el que se fue para atrás? Pero es mi forma de vida, vivo en el campo y a los 20 dejé de estudiar y compré un bar. Tuve cancha de fútbol 5, laburé en El Gráfico, El Espectador, vendí teléfonos, porque me gustaba otra cosa. Pero a veces paro y pienso si no me tuve que haber recibido de algo, pero no me gustaba estudiar. Por momentos pienso que tendría que hacer más cosas.

Juan de Posadas. Foto: Difusión
Juan de Posadas: "Lo que estaba buscando era la vuelta a mi manera". Foto: Difusión

—¿Cuándo sentiste ser la oveja negra?, porque de eso uno se entera.

—Sí, te enterás. No sé, nunca me importó. Yo hacía la mía, porque nunca sentí que era una rebeldía. Me gustaba el campo, en aquella época no era lo mejor, "agarrá para Derecho", y pensé que nunca iba a poder ser abogado pese a que mi viejo tiene uno de los mejores estudios. Y lo que estaba buscando era la vuelta a mi manera. Y era un rebelde porque mis hermanos estaban estudiando o se había recibido de abogados, estaban todos encaminados. Ya me habían echado del colegio, fui el primero en ser expulsado. Estoy seguro de que le di de comer a varias viejas de Carrasco en el té, hablando del hijo de De Posadas. Me tienen que agradecer las viejas que les salvé cuatro o cinco años de reuniones del té, a la carrera.

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