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El género policial con personajes caninos

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Arturo Pérez-Reverte (foto: Francisco Flores)

Edición

Se editó, "Los perros duros no bailan", la última novela de Arturo Pérez-Reverte

Negro es un sabueso mestizo y herido que no quisiera regresar al desolladero. Se ganó un cambio de vida y convertirse en guardián, un hueco para dormir a gusto cuando consigue pegar ojo, buenas costillas de ternera, darse un garbeo si se lo pide el cuerpo, pero a costa de no saltarse unas pocas reglas y códigos sagrados. A través de sus ojos y sus patas, Arturo Pérez-Reverte ha trasvasado en Los perros duros no bailan (Alfaguara) esa moral identificada con su estilo al mundo canino. Algo que podríamos llamar humanismo animal y que es trasfondo de muchos de sus personajes bandera.

Negro bien puede asemejarse a un Falcó y un Alatriste con la melancolía que desprende también su pintor de batallas. Sale de farra con Teo, un rodesiano cañón y Boris el Guapo, un lebrel cachondo con collar antiparásitos. Coquetea y compadrea con Dido, su Dulcinea; con Margot, la porteña encargada del abrevadero y Tequila, la narco. Son hembras que le provocan tan buenas pulgas como la costumbre de filosofar con Agilulfo, que ladra en latín y el cachondeo que se tira a costa de las ridiculeces de Helmut, un doberman neonazi que enseña los dientes a los inmigrantes.

A costa de ellos, Pérez-Reverte ha hilado un puro relato policiaco y una metáfora de la realidad. Con sus deudas: desde El coloquio de los perros cervantino al Jerry de las islas de Jack London con rastros de Rudyard Kipling, Virginia Woolf o el Orwell de Rebelión en la granja. Pero sobre todo del género negro y policiaco.

Ficha

Arturo Pérez-Reverte
Los perros duros no bailan
AutorArturo Pérez-Reverte
EditorialAlfaguara
Precio490 pesos

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