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Hay libros que están destinados a convertirse en un clásico. Ya sea por su atemporalidad, su impacto a través de generaciones o la genialidad con la que el autor abordó su relato, la historia de la literatura está atravesada por muchos títulos que trascienden generaciones. Pero el concepto de clásico también esconde una percepción subjetiva: puede ser esa historia que apareció en el momento justo para cambiarle la vida al lector y dejarle una huella indeleble.

Y justo hoy, en conmemoración del día de Leopold Bloom —el maravilloso antihéroe de Ulises, el clásico de James Joyce—, es una buena ocasión para repasar algunas de esos hitos. Para eso, El País le pidió a 10 escritores, periodistas y comunicadores uruguayos que recordaran ese clásico personal.

El escritor Mario Delgado Aparaín, autor de clásicos locales como La balada de Johnny Sosa y No robarás las botas de los muertos, seleccionó El extranjero, de Albert Camus. “Es el libro que siempre me removió el alma”, comenta. “Tiene una notable vigencia y tiene que ver con el encuentro de la individualidad, debido al enfrentamiento y la aceptación y la no aceptación de la muerte. Lo he releído por vigésima vez”.

Juan Andrés Ferreira, autor de Mil de fiebre —una de las novelas locales más celebradas de los últimos años— define a La metamorfosis, de Franz Kafka, como “el hacha que rompió el mar helado”. Lo descubrió en su adolescencia, a través de la Colección de oro del estudiante, y le cambió su concepción de la literatura. “Me impactó ese mundo de pesadilla, pero también —lo descubrí después— las herramientas que empleaba para construirlo, la capacidad para generar situaciones, escenarios y personajes ambivalentes, perdurables, con una economía de recursos diabólicamente eficaz”, relata a El País.

Carolina Bello, autora de títulos como Oktubre y Urquiza, tuvo una experiencia similar a la de Ferreira. Tenía 15 años cuando descubrió Las mil y una noches. “En aquellos textos, me aproximaba a una fascinación que no encontraba en los días reales”, comenta. “El efecto que las historias de Sherezade ejercían en el sultán cada noche, también me dejaban en vilo y así volvía a los jardines de todas las palabras al día siguiente. Me encontraba, entonces, con el erotismo primario, con el despilfarro de una belleza inédita, con la excentricidad siempre filosófica de la mitología, los efrits y los visires; con una era que parecía haber empezado antes que el tiempo”.

Jimena Sabaris, presentadora de Buen día y Zoom internacional, todavía recuerda el impacto que le produjo Los Miserables, de Víctor Hugo, en su adolescencia. “Me dejó una marca por la cruel realidad de la época que describe de Francia: la pobreza, el maltrato y los conflictos. Ilustra los sueños y romances de jóvenes luchadores, por lo que la hallo súper inspiradora y entretenida”.

El periodista Daniel Castro, conductor de Todas las voces y del informativo central de Canal 4, no duda: Horacio Quiroga. “Cuentos de amor, de locura y de muerte, marcó mi juventud a fuego, al igual que Cuentos de la selva. La narrativa es tan potente, que te instala dramáticamente en el lugar. Navegabas agonizando en ese bote entre barrancas, te horrorizaba encontrarte con un almohadón de plumas como aquel, o sentías el calor pesado y agobiante de la selva”, explica.

Al igual que Castro, el periodista Gonzalo Cammarota, conductor de Justicia infinita todavía recuerda su fascinación en torno a De la Tierra a la Luna, el clásico de Julio Verne. “Fue el primer libro que, al leerlo, me generó el deseo de escribir”, cuenta sobre el libro que descubrió gracias a una colección de la Editorial Bruguera. “Y de hecho lo hice, intenté crear una novela de aventuras similar a la que había leído. Obviamente, aquello se quedó solo en el intento de un niño, pero guardo el lindo recuerdo de que, bajo la tutela de Verne, comencé a desarrollar mi escritura creativa”.

El periodista y escritor Renzo Rossello asegura que El Idiota, de Fiódor Dostoievsky, lo impactó cuando era “un joven e ingenuo” lector. “Descubre y uno descubre por encima del hombro de Dostoievsky, la imposibilidad de la virtud y la bondad en las sociedades en las que vivimos. Crea un personaje inolvidable, el príncipe Lev Mishkin, el idiota del título, un hombre que en otras circunstancias habría alcanzado la santidad pero que arrojado a las calles de la gran ciudad, su querida San Petersburgo, se da de nariz contra la mezquindad, la maldad, los sórdidos intereses de los otros”, describe.

El autor Fabián Severo, cuyo poema “Sincuentioito” se publicó en The New Yorker, asegura que Grande Sertão: Veredas, de João Guimarães Rosa, es el libro de su vida. “Es una experiencia lingüística, un desierto de arroyos, un monólogo polifónico, un nacimiento. Mientras lo leía tenía la sensación de caminar por un terreno desconocido pero parecido a los patios de mi barrio. Frente a cada imagen, cada pausa, cada neologismo, me preguntaba: ¿esto se puede hacer? Y si se puede hacer, yo quiero esa libertad”.

"La obra es el monólogo de Riobaldo, ex-jagunço que recuerda sus luchas, sus miedos, ¿el pacto con el Diablo?, su amor por Diadorim… En muy pocas obras me vi como en un espejo, reflejado en la incertidumbre de mi condición humana, incompleta, incomprensible… realidad y fantasía, Dios y Diablo, regional y universal. Con Guimaraes aprendí que la vida no se puede comprender y que vivir es muy peligroso… 'lo más importante y bonito, del mundo, es esto: que las personas no están siempre iguales, aún no fueron terminadas…'", agrega. 

La comunicadora Anahí Lange, panelista de Algo contigo y conductora de Día a Día eligió El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. “Lo leí varias veces, y en diferentes momentos de mi vida, la enseñanza de cada una de esas lecturas fue diferente, enriqueciéndome en cada oportunidad. La madurez va cambiando, las etapas de la vida también, pero qué riqueza literaria tiene que tener para que sea cual sea tu momento puedas aprender algo”, dice.

Por último, la chef y jurado de Fuego Sagrado Lucia Soria, considera un clásico a Todos nos equivocamos, de Alejandro Ferreiro. “Ese cuento infantil me hizo entender muchas cosas básicas de los seres humanos a través de comparaciones muy acertadas con animales. Lo recomiendo altamente para chicos y grandes", comenta.

El libro se editó en 2015 pero, en definitiva, los clásicos no se miden por los años que tienen encima, sino por lo que terminan generando en nosotros.