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"Hacia la belleza", la nueva novela de David Foenkinos, pone al arte como la salvación

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Premiado y elogiado, Foenkinos es uno de los franceses más vendidos. Foto: Joan Puig
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JOAN PUIG

NOVEDADES EDITORIALES

El autor francés editó "Hacia la belleza", una novela que se sitúa entre los cuadros, la culpa y la redención

Y ese recurso se lo guarda en exclusiva para el profesor devenido en guardia de museo y para Camille Perrotin que, a medio camino de la novela, se aparecerá como el motivo del cambio de vida de este hombre. Contar algo más sería spoilearlo todo.

Del resto de los personajes de Hacia la belleza —la directora del museo, la amante temporal del profesor, los padres de Camille, los amigos de ellos— el lector puede hacerse una idea cabal con lo justo. Son adultos atravesados por distinta amarguras, medio solos e infelices, buscando consuelo. Todos son más o menos básicos, salvo Duris, Camille y los cuadros. Cuando se habla de ciertas piezas y de ciertos artistas, no se revela demasiado. Después, si uno se enfrenta al retrato en cuestión de Modigliani y a la historia de la retratada, el círculo se cierra definitivamente.

Hacia la belleza es una novela cruda sobre la culpa, la redención y la soledad, y las formas que tenemos los humanos de entrar en contacto con cada una de esas emociones. El arte pivotea en ese triángulo como si fuera una religión, como si creer en ella a ciegas fuera el único camino posible hacia la salvación de algún tipo.

“A los 16 años, enfermé del corazón. Estuve muy grave, al borde de la muerte. Mi entorno familiar no era cultural, pero, en ese momento, los libros y el arte me salvaron”, le dijo Foenkinos a ABC, y es el concepto que ha repetido en las entrevistas promocionales de Hacia la belleza. Es, ha dicho, su trabajo más personal, porque el trasfondo de su nuevo libro es esa cuestión que le tocó afrontar en su adolescencia.

“Para mí, el arte es un consuelo más. La belleza nos permite escapar de nosotros mismos para encontrar una forma de consuelo”, dijo en esa misma entrevista, consciente de que la búsqueda de la belleza hoy es bastante diferente a la de aquel tiempo adolescente, y más difícil de concretar.

“Hay momentos en la vida en los que uno es incapaz de ver la belleza”, dijo en otra oportunidad a Cadena Ser. “Pero cada vez es mayor la necesidad que tenemos de mantener una relación emocional con lo que nos rodea. El mundo es muy violento y uno necesita profundidad. Estoy convencido de que se va a dar marcha atrás, de que se va a volver a lo esencial, a lo inteligente, a la cultura, al arte”, añadió. Hacia la belleza es su forma de contribuir a esa vuelta a la esencia, y de sumarle otro buen título a una literatura personal que entre recursos poéticos y cierta liviandad, sabe dejar su huella.

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