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Libro que deja oir aquel murmullo de La Blanqueada

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Carolina Bello. Foto: Nicolas Pereyra
Nota a Carolina Bello, escritora uruguaya, tecnica en comunicacion social y licenciada en letras, de visita en el diario, ND 20161026, foto Nicolas Pereyra
Archivo El Pais

Carolina Bello, ganadora del Gutenberg, edita Urquiza.

Carolina Bello cree que están equivocados todos aquellos que piensan que los que hablan demasiado se distraen. En todo caso la concentración es mejor, retruca: "Nada de lo que pasa a mi alrededor me es ajeno. Hasta cuando voy en el ómnibus trato de generarme un extrañamiento de las cosas a las que estoy acostumbrada porque me gusta pensar que son diferentes cada día". Entonces, escucha, ve y anota.

Antes de publicar Urquiza, que ganó el último premio Gutenberg —el certamen de literatura joven que organizan la Unión Europea y la editorial Fin de Siglo— escribió perfiles y crónicas periodísticas; y antes publicó relatos y comentarios de cine y música en dos blogs: Escrito en la ventanilla, el primero; Por la noche callada, el segundo.

"Empecé cuando la comunidad que leía blogs era mínima. Tenía 22 años y no me alcanzaba ni con un diario íntimo ni con una libretita: yo necesitaba que hubiera alguien del otro lado".

Por recorte de gastos no tenía internet en su casa. Escribía en un cibercafé y guardaba los textos en disquetes. Sus amigos se encargaban de subir los posts y de leerle los comentarios, a los que respondía con el mismo mecanismo. Eso duró tres años. "Era una especie de mascota virtual, aunque suena un poco injusto si pienso en todas las alegrías que me dio el blog". Por ejemplo, una recopilación de los posteos se convirtió en su primer libro publicado y conoció a Carolina Cynovich, ganadora del Gutenberg en 2015 con El síndrome de las ciudades hermosas.

"Me llamó porque quería saber mi edad (33) y cuánto me faltaba para terminar mi novela (un mes), y me animó para que me presentara al Gutenberg, para que probara suerte". Lo ganó.

Escribir Urquiza le llevó dos años "duros porque uno no es Faulkner y se equivoca y no le gusta y vuelve a empezar. La novela es un homenaje a la narración oral y a todas esas anécdotas que su padre le contó desde que era una niña. Los cuentos están protagonizados por personajes que vivieron en el barrio La Blanqueada entre la década de 1950 y 1960. Los vecinos, los chismes de la cuadra, la historia de sus padres y de sus abuelos son el universo de la novela.

"El año pasado encontré que mi modalidad es escribir a modo de literatura algo que es verdad, así que esta novela tiene mucho de crónica, el germen fue periodístico", dice.

Urquiza es un entrañable relato coral, narrado para un público amplísimo. No es un libro generacional ni concebido para los escritores de una generación, ni para jurados, ni para romper moldes: es una novela que reconstruye eso que antes era un barrio. Quizás lo suyo fue un gesto de rebeldía "hacia la literatura actual que suele apelar a lo fantástico en un sentido de que lo que yo quise fue traducir la realidad, no para la tribuna, sino para el lector. Escribí para reencontrarme con mi rincón más genuino. Escribí en los ratos libres y los fines de semana, después de las ocho horas y luchando contra la pereza", confiesa.

En este mosaico barrial los personajes se cruzan y ocupan espacios con mayor y menor protagonismo, desencadenando nuevas acciones, como si se tratara de fichas de dominó hechas de flashbacks, siempre entonando con este paisaje que Bello rescata como un recuerdo encapsulado, vivo gracias a la palabra. Así: "A mí lo que me interesa es ver hasta dónde puede llegar la narración del otro porque yo quiero que el otro vea. Quiero que vos los veas y que camines por esas casas y que escuches los ruidos y que respires esa humedad".

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Carolina Bello. Foto: Nicolas Pereyra

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