Publicidad

Lo imposible de abarcar lo inabarcable

Compartir esta noticia
Jon Hamm, el de Mad Men, nunca fue premiado como protagonista.
Don Draper (Jon Hamm) and Megan Draper (Jessica Pare) - Mad Men _ Season 7, Gallery - Photo Credit: Frank Ockenfels 3/AMC
Frank Ockenfels 3/AMC

Una mirada a lo más destacado de las series que poblaron las pantallas durante el año,

La multiplicación de pantallas hace que hoy en día sea muy difícil hacer un balance sobre el año de las series de TV. Ningún mortal es capaz de ver todo lo que circula en TV abierta, TV para abonados, TV on line… hay que elegir y en eso juegan mucho los gustos personales. Incluso pudiendo elegir, seguramente haya mucho material que se ignore que existe y que, de saber que está ahí y sus características, quizás se seleccionaría como parte de la programación personal.

Entre el boca a boca, la promoción y el material periodístico que se elabora en torno a cada producto uno va encaminando sus elecciones, las que luego se verá si son acertadas o no, pero siempre en función del gusto, que es algo inmedible e incalificable.

Existe casi un consenso al señalar que Game of Thrones es una de las mejores series de los últimos tiempos, y eso lo prueba la preocupación y expectativa que existe sobre la posible muerte de Jon Snow hacia el final de la quinta temporada. Desde que lo vimos caer y teñir de rojo la nieve, conjeturas y especulaciones sobre si murió o no, si vuelve o no, han sido casi diarias, por lo menos semanales. Fue un gran año para la serie basada en los libros de George R.R. Martin y eso prácticamente no se discute. Saliendo de ese sentimiento compartido, que en su momento también generaron Breaking Bad o la primera temporada de True Detective, todo parece opinable.

También se consiguen consensos a la hora de señalar lo peor del año, en este 2015 pensamos que todos los votos se los lleva la segunda temporada de True Detective. Pero ojo, en eso de calificar como “peor” también hay que aclarar que se hace en relación a que esas series generaron ciertas expectativas, ya sea por el antecedente de temporadas precedentes, por el equipo detrás de ellas o por el elenco, porque está claro que hubo y hay cosas más olvidables que este drama policial.

Entre esos dos extremos que generan unanimidad respecto al 2015, entra una escala de matices en la que cada espectador tendrá su Top Ten. Y las series se hacen para el público que, si bien valora la calidad técnica y de realización de una ficción, poco le importa que esos detalles sean excelentes si a la hora de sentarse a ver el programa, éste no lo entretiene.

Entonces, lo que se puede hacer en un balance de este estilo es destacar puntos altos del año. Imposible pasar por alto la despedida de Mad Men, para muchos una serie de culto que, si bien no conquistó audiencias masivas, se hizo valer con guiones complejos y una muy buena recreación de época.

Confirmar que muchas veces se cumple eso de que la quinta temporada es un punto de inflexión para una serie, puede enterrarla o darle un nuevo empujón, y el ejemplo más claro fue Homeland, que este año estuvo a la altura de sus mejores momentos, momentos que hicieron que se fuera más exigente con ella de lo razonable. Está claro que luego de llegar lo difícil es mantenerse, luego de sorprender lo difícil es continuar sorprendiendo y eso, a la serie de Claire Danes, la hizo blanco de críticas algunos años.

Otro elemento que genera coincidencias es que las series que encierran algún misterio, caso policial, secreto o intriga, convocan más audiencia. La pregunta “¿Quién mató a…?” explica el éxito de muchas ficciones, pero hay que rodear a esa incógnita de una historia que se sostenga diez o dieciséis capítulos o incluso varias temporadas. Este año podríamos citar a American Crime, que involucró además el tema racial; The Honourable Woman, metiéndose con el conflicto palestino-israelí; The Americans, llevándonos a la época de la Guerra Fría con un planteo muy original en el que los protagonistas son espías rusos camuflados como familia tipo americana; Blindspot, con una protagonistas tapada de tatuajes, cada uno ocultando un misterio, Mr. Robot, con el ciberespionaje como tema, y hasta How to get away with murder, con una soberbia Viola Davis como imán fundamental. Y la lista puede seguir.

Las comedias son otro género que importa al elegir qué mirar, el problema es que no tienen buena prensa porque parece que hacer reír es algo menor. Y la variedad que ofrecen es muy amplia. No es lo mismo ver la excelente parodia política Veep, que ir tras el humor de Orange is the New Black; escuchar los ácidos parlamentos de Louie que reírse de la situaciones nerds de Silicon Valley; disfrutar con lo políticamente incorrecto de Transparent o entender la idiosincrasia latina de Jane The Virgin.

Seguir dando nombres de series es meterse en más problemas porque seguramente quedarían por el camino mucho del buen material que pone en pantalla Film&Arts, más volcado al producto inglés (Downton Abbey un gran ejemplo); o I.Sat, con series más bizarras; o todas las de superhéroes que desfilan por Warner Channel.

Lo que se puede decir a modo de balance muy general es que la forma de ver TV indudablemente ha cambiado y va a seguir cambiando. Que si antes una de las características que hacía que valoráramos las señales de TV para abonados era la mayor libertad que permitían para proponer temas y mostrar cosas “no apta a todos los públicos”, ahora también esa libertad se encuentra en la TV on line, donde vienen surgiendo los productos más interesantes y jugados.

Que sigue dándose eso de que la TV viene ganándole en creatividad y buenas propuestas al cine, y por eso muchos grandes actores se han pasado a la pantalla chica. Que el público ya no es más rehén de horarios ni de programaciones, se arma su propia grilla y recurre a ella cuando tiene ganas. Que cada vez se impone más ofrecerle al televidente temporadas completas para que las consuman como más gusten, en cuotas o de un solo atracón.

Apenas algunas de las cosas que han cambiado a la hora de “ver TV” y que han hecho que las series hayan cambiado para adaptarse a las nuevas modalidades. Si se pasa raya y se ve cuáles sobreviven o tienen éxito, se comprobará que, en definitiva, el éxito de una serie sigue estando atado al espectador. El cuento puede ser el mismo de siempre, la forma de contarlo es lo que hoy pesa y hace que ciertos programas aparezcan en los balances de fin de año y otros no.

En definitiva, el éxito de una serie sigue estando atado al espectador. El cuento puede ser el mismo de siempre, la forma de contarlo es lo que hoy pesa y hace que ciertos programas aparezcan en los balances de fin de año y otros no.

Vea el especial multimedia de las mejores series del año.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Jon Hamm, el de Mad Men, nunca fue premiado como protagonista.

televisión - un balance de 2015ANALÍA FILOSI

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad