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También importan las sutilezas

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El primer episodio de la nueva temporada puso en orden las principales tramas, como suele ocurrir. Eso le da a algunos de los espectadores más fieles una sensación reconfortante, mientras que los más ansiosos suelen pedir más.

Pero tanto pacientes como ansiosos piden lo mismo: batallas, dragones, vueltas de tuerca... En fin: efectos. Suele ser menos apreciado el tiempo que los productores se toman para retratar la manera en la que alianzas e intrigas se van construyendo.

En esos casos, parte del atractivo depende de los parlamentos y lo que los intérpretes hacen a partir de éstos. No es tan vistoso como el vuelo de los dragones o el avance de la Flota de Hierro. Pero hay que prestar atención porque ahí hay mucho para apreciar. En particular cuando están en pantalla Cersei (Lena Headley) y Jaime (Nikolaj Coster-Waldau).

Tanto uno como el otro están entre lo mejor que se pueda ver actoralmente en una serie de televisión, en particular Coster-Waldau, que transmite más con sus miradas y pausas que lo que varias páginas de guion pueden hacer. Headley, en tanto, consigue dar la impresión simultánea de vulnerabilidad y peligro.

Si a eso se le suma un montaje tan escatológico como divertido que involucra a Sam Tarly (John Bradley-West), y la primera —y actoralmente inapelable— aparición de Jim Broadbent, el del domingo fue un muy buen capítulo.

Got: T7-EP1 [***]

Productores y Escritores: David Bessioff y D.B. Weiss.
Actores: Emilia Clarke, Aiden Gillen, Nikolas Coster-Waldau.

CRÍTICA - TELEVISIÓN

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