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El hilo mágico de los libros que une Galicia con América

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Gran parte de su nueva novela transcurre en Buenos Aires. Foto: Difusión.

Se acaba de editar El último día de Terranova, lo nuevo de Manuel Ribas.

Dice Manuel Rivas que la literatura de Galicia es una alquimia entre imaginación, humor y morriña, esa forma extrema de la nostalgia que persiste como la marca indeleble del éxodo a América.

Es palabra autorizada. Su nombre es el primero que viene a la mente cuando se piensa en la narrativa gallega actual, con novelas que se comunican entre sí como El lápiz del carpintero, Todo es silencio o Los libros arden mal, en las que relata con sensibilidad de poeta historias ligadas a la barbarie de la Guerra Civil y la dictadura posterior. Sigue siendo también un cronista y articulista de ojo atento y estilo firme.

Su última obra, El último día de Terranova (Alfaguara, 490 pesos), trata sobre una librería amenazada por el desalojo. Buenos Aires emerge una y otra vez en la trama: desde allí llegan clandestinamente a Galicia los libros censurados por el franquismo. Y de allí proviene también una de las protagonistas, Garúa, una militante montonera exiliada en España poco antes del golpe del 76.

"La librería, Terranova, tiene un lugar imaginario que se llama Tierra Escondida, que es el lugar de los libros prohibidos", dice Rivas. "Eso en Galicia te lleva inmediatamente a Buenos Aires. Allí resistió y revivió toda la cultura que había sido mutilada en España y en Galicia durante la dictadura."

—¿Qué rasgos definen la literatura de Galicia?

—Como en toda literatura, cada uno es cada uno, pero ocurre como con los estorninos: son pájaros solitarios y también vuelan juntos y hacen dibujos en el cielo para defenderse de las rapiñas. Creo que lo que tiene en común es el valor de la imaginación. Es una literatura local-universal. Casi toda la literatura gallega es muy irreverente: vive luchando contra la tradición, a pesar de que bebe todo el tiempo de ella.

—¿Qué peso tienen América y la emigración en la construcción cultural de Galicia?

—América es el objeto del deseo.

—Usted nunca dejó de escribir en gallego. ¿Es una forma de activismo?

—Algo de ecología tiene. Pero cuando empecé me puse a escribir gallego como quien respira. Yo estudié en castellano. En mi infancia viví la época en la que no se nos permitía hablar en gallego. El gallego era hablar mal; era un pecado; era la lengua de los pobres. Para mí era la lengua de mis padres y la lengua que escuchabas en las fiestas y en los entierros. Cuando estaban felices cantaban en gallego, cuando se enojaban blasfemaban en gallego. Servía para la risa y la lágrima. El gallego es un idioma maravilloso para describir la naturaleza. Por ejemplo, para una palabra como luciérnaga, hay 180 sinónimos.

—En El último día de Terranova se filtra una crítica a la forma en que España cerró su pasado trágico, sin juzgar los crímenes ni buscar a los desaparecidos. ¿Por qué cuesta tanto mirar esa época?

—Me resulta incomprensible. Es una amnesia selectiva, que pasa por borrar un período de la historia. Se instaló una falsa idea de que lo único que importa es mirar para adelante. Y es un error, porque lo reprimido siempre vuelve.

—Alguna vez escribió que "la literatura sirve no sólo para contar la historia, sino para luchar contra ella". ¿Cómo sería?

—Es que te peleas con ella. Frente a esa historia de las grandes autopistas imperiales, que se resuelve en grandes brochazos, la literatura va por los senderos. Es la historia íntima, la historia del corazón humano. Tiene que escuchar las voces que tartamudean, que balbucean, que no emiten discursos ni órdenes. Que más bien son las voces que tejen la vida y la conexión con la tierra. La boca de la literatura está por ahí, en los lugares más imprevisibles. A la literatura hay que saber oírla.

Un gallego que escribe mucho.

Manuel Rivas nació en La Coruña. Empezó en el periodismo y también es poeta. Su mayor desarrollo lo tuvo en la narrativa.

Los uruguayos lo conocimos a través de La lengua de las mariposas, la película de 1999 dirigida por José Luis Cuerda basada en un cuento de Rivas. Pero para entonces ya tenía una carrera premiada con novelas como Un millón de vacas (1990), En salvaje compañía (1994), ¿Qué me quieres, amor? (1996) y El lápiz del carpintero (1998). Alfaguara ha editado en Uruguay su obra completa.

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Gran parte de su nueva novela transcurre en Buenos Aires. Foto: Difusión.

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