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Sergio Botana, el intendente de Cerro Largo vivió desde niño la esencia del Carnaval y sabe que esto debe permanecer sobre el espectáculo.

Tiene recuerdos vividos del Carnaval de su infancia, como cuando iba a los ensayos de la murga La Pichonada, de la calle Colón. Aún va a los escenarios y se queda guitarreando con los integrantes, con los que se junta seguido. Por cuestiones de trabajo este año no pudo participar de todos los ensayos, ni aprenderse todas las letras. Mejor, así no se pelea con los hinchas de los otros conjuntos.

—¿Cómo es el Carnaval local?

—Es un espectáculo muy variado, que ofrece de todo y para todos, en un marco de seguridad absoluta, con 30.000 personas en cada una de las seis noches. Melo es el primer destino turístico del país en carnaval junto con La Pedrera. Samba, candombe, murga y los mascaritos son los que integran la fiesta, y lo que se incorporó en los últimos años fue el trío eléctrico como la del grupo Rapadura de Osobuco que abre la participación a mucha gente. El Carnaval de Melo tiene osos en representación del oso circense que años atrás pusieron a desfilar y enojado atacó a la gente. Nuestro carnaval siempre fue de bailes, duraban nueve días, desde la medianoche hasta las ocho de la mañana. Ahora eso fue sustituido por bailes callejeros después de que terminan los corsos. La esencia de nuestro carnaval no cambió. Continúa con otro brillo, con otro nivel de inversión, con la participación de figuras del mundo del espectáculo que lo han constituido en un foco de atracción nacional.

—¿Es el de Melo el Carnaval de las Estrellas?

—Así lo han bautizado en los últimos años, pero nuestro carnaval es un gran fenómeno de integración social donde los principales actores son las agrupaciones locales que trabajan desde septiembre. Nuestra fiesta es un gran generador de protagonismo para mucha gente y eso ayuda a la integración de personas que a veces tienen en la vida de la economía y la sociedad local los roles más duros, con los empleos más complicados, o el desempleo y viviendo de changas. Sin embargo durante este periodo del año se vuelven las principales figuras del pueblo y eso las posiciona en un lugar de responsabilidad social y de liderazgo. Participan instituciones sociales públicas y privadas como los merenderos, escuelas, colegios. Todas con sus propuestas en alguna de las noches, porque en sus programas educativos han incluido al carnaval y preparan temas vinculados a la escenografía, la música, la literatura, el diseño y las luces, entre otros. Sí tenemos el atractivo de figuras reconocidas que nos permiten ser el foco de atención pero que, sobre todo, permiten situar la atención en las agrupaciones locales.

—¿Cuánto dinero se invierte?

—Casi nueve de los 76 millones de pesos asignados al área de Cultura y Educación que gasta el gobierno departamental.

—¿Cómo se proyectan en unos años?

—Vamos hacer mucho hincapié en reforzar lo nuestro. Con los carnavaleros vamos a formar a nuestra gente en las áreas técnicas que necesiten para fortalecer la presencia y participación de los conjuntos locales, y vigorizar la integración social. Optimizaremos lo atractivo sin que ese objetivo vaya en detrimento del carnaval como fenómeno de participación e integración. No queremos que las luces del espectáculo nos desdibujen la esencia.

   
   

LA COLUMNA DE TINA FERREIRA

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