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Vida de balneario en otro balneario

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Elogios: Grandinetti en medio de una crisis en Pinamar. Foto: Difusión

Festival de Punta del Este tiene favorita: la argentina Pinamar.

El 20° Festival Internacional de Cine de Punta del Este ya tiene su primera favorita. Federico Godfrid presentó Pinamar, su segunda obra luego de la elogiada La Tigra, Chaco, realizada hace 10 años. Según comentó el director, la escritura partió desde un espacio: un típico apartamento de balneario —esos que son propiedad familiar y no cambian los muebles—, y se inspiró en una anécdota personal de la guionista Lucía Moller, del momento en que tuvo que tirar las cenizas de su madre en compañía de su hermana.

Godfrid siempre veraneó en Pinamar. "Empecé a odiarlo en enero y a fijarme en cómo cambiaba durante el invierno, cuando quedaba vacío. Me pareció que tenía potencial como para ubicar una historia que sucediera en ese paisaje". Además le interesaba investigar sobre la hermandad cuando ya no hay padres y "no hay nadie que te convoque a pasar las fiestas en familia, por ejemplo".

En Pinamar hay dos hermanos que llegan a un lugar en el que fueron felices para terminar de enterrar a su madre fallecida en un accidente y vender el apartamento familiar para, al regresar a Buenos Aires, mudarse por separado. Pablo (muy bien Juan Grandinetti), es arisco y amargado, y parece estar preparado para todo, manteniendo un forzado autocontrol que se ve amenazado por la constante frescura y humor de su hermano menor Miguel (genial Agustín Pardella). La naturalidad y gracia de Pardella rescata cada línea de diálogo con riesgo de ser solemne, generando una empatía inmediata.

Godfrid aseguró que su principal motivación como director es el trabajo con los actores; es profesor de dirección de actores. "La decisión de qué actores elegir para la película es lo que más me gusta, así que terminé tomando en persona todos los castings y terminé viendo como a 300 chicos". El rol más complejo de encontrar fue el de Pablo, hasta que apareció Grandinetti (hijo de Darío Grandinetti), que debutó con esta excelente interpretación.

En la historia, la relación de los hermanos entra en conflicto por la presencia de Laura (Violeta Palukas), una amiga del balneario que los acompaña en esta especie de duelo que debía durar un día y se extiende por tres, y transcurre con una mezcla de angustia, miedo y mucha felicidad. Pinamar tiene escenas mágicas, que ocurren con esa luz de los balnearios fuera de temporada, y entre jóvenes siendo jóvenes, con actuaciones que lucen improvisadas por su espontaneidad y encanto.

El elenco contó que se instaló en el balneario 10 días antes del inicio de rodaje para convivir junto al director, y que entre salidas a la playa y al bowling surgieron ocurrencias que luego Godfrid convirtió en escenas, algunas de ellas brillantes, como una en la que un grupo de jóvenes se comunica improvisando rapeos.

La dirección de fotografía de Fernando Lockett se luce (especialmente en la escena de la corrida en el bosque) al igual que el trabajo de la guionista Lucía Moller y el de Godfrid, que demuestra un manejo impecable del vaivén emocional concentrado en detalles de comportamiento, gestos contradictorios, flashback sugeridos con sensibilidad y mucho humor.

El festival sigue con películas de José Celestino Campusano, Néstor Frenkel, Isaki Lacuesta y estrenos de cine nacional que generan grandes expectativas, en especial el thriller El sereno.

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Elogios: Grandinetti en medio de una crisis en Pinamar. Foto: Difusión

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