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Fuimos a ver: "Hermia y Helana"

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Hermia y Helena

Reseña (?????)

Lo último del director argentino Matías Piñeiro se puede ver en la Sala B

Hermia y Helena
Vea el tráiler de "Hermia y Helena"

Es difícil asentarse inicialmente a la propuesta y ejecución de Hermia y Helena, una película del director independiente argentino Matías Piñeiro (Viola, La princesa de Francia). Su relato tiene algún que otro salto temporal confuso, los diálogos de sus personajes se dicen bajo ritmos poco naturales y el carácter de las relaciones entre las personas presentado de forma sigilosa y muchas veces dejado a la libre interpretación del espectador.

Sin embargo, cuando el encantamiento del cine de Piñeiro prende, su propuesta resulta más que atractiva. La película, filmada entre Argentina y Estados Unidos, se mostró por primera vez en el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay en 2017. Desde el jueves puede verse en la Sala B del Auditorio Neilly Goitiño y se exhibirá hasta el 1° de abril en diferentes horarios.

Hermia y Helena -cuyo nombre se desprende de unos personajes de Sueño de una noche de verano de William Shakespeare (un autor explorado reiteradamente por el realizador argentino)- tiene como protagonista a Camila (Agustina Muñoz), una dramaturga de Buenos Aires que viaja becada a Nueva York para trabajar en la traducción al español de la obra del bardo.

Camila se instala en la ciudad gracias a la motivación de su amiga Carmen (María Villar), con quien la película inicia. Carmen pasó por el mismo programa académico y no solo convence a su amiga argentina de hacer seguir sus pasos, sino que también le cede su viejo apartamento y la pone en contacto con Lukas (Keith Poulson), su novio en Estados Unidos que también entabla una relación amorosa con Camila.

Casi todos los personajes que merodean en la historia son artistas de diferentes disciplinas como la literatura, teatro y cine. Piñeiro mezcla sus deseos artísticos con los amorosos, aunque rara vez se ve como evolucionan en ambos aspectos de sus vidas.

Mientras que la protagonista parece deambular en su aterrizaje a una nueva cultura y sociedad, sus verdaderas intenciones se muestran tras la segunda mitad de la película. Más allá de trabajar en su traducción, Camila también quiere ponerse en contacto con dos hombres: un viejo romance y su padre, a quien nunca conoció.

El encuentro entre hija y padre toma el rumbo más personal y mejor logrado de Hermia y Helena, al punto que parece volverse un corto en sí mismo, desprendido de lo que lo antecedió. Al resto de la historia, cotidiana y urbana, le cuesta escaparse de la sombra del cine de Woody Allen más pesimista (¿Acaso alguien puede filmar a un grupo de artistas sin rumbo en Nueva York sin hacer referencia al director caído en desgracia?). También hay elementos del cine del director Noah Baumbach, otro que ha retratado la vida neoyorquina de la clase media alta y culta.

Piñeiro, quien también escribió el guion, mueve su historia a través del habla. El problema es que sus diálogos son cargados y muchas veces resultan demasiado autoconscientes. La sabiduría al azar de sus personajes es excesiva y por momentos, hace que los intercambios rechinen ante la vista y el oído.

"Hernia y Helena" tiene los suficientes momentos encantadores para que valga la pena prestarle atención. Con toques visuales oníricos, se construye un mosaico de historias amorosas y juveniles de una sensibilidad notoria.

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