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La vengadora

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"El personaje no es como Nikita, Ariana tiene sentimientos encontrados"
Fotos de Graffitis y arte callejero en la ciudad de buenos aires. Honduras y Juan B Justo FOTO: MAXI AMENAFotos de Graffitis y arte callejero en la ciudad de buenos aires. Honduras y Juan B Justo FOTO: MAXI AMENA
MAXI AMENA

La actríz uruguaya vuelve a la televisión con “Entre caníbales”, un policial dirigido por Juan José Campanella.

Tele, no", le dijo Natalia Oreiro al director de programación de Telefé, sin haber oído su propuesta, el año último. La actriz tenía por delante una gira por Rusia, proyectos de cine y teatro y no tenía ninguna intención de volver a un estudio de TV por un tiempo. La última vez que lo había hecho, tras un intervalo de seis años, fue en Solamente vos, en 2013.

Pero ese no rotundo se transformó en un sí. La palabra clave fue Campanella. "Cuando nos juntamos con Tomás (Yankelevich) y me dijo que la propuesta venía de la productora Cien Bares, en conjunto con Telefé, fue imposible decirle que no." Además, este año interpretará a Gilda en el cine. Mientras, cría a su hijo, diseña y triunfa en Rusia, donde es una megaestrella.

—¿Cómo fue la gira por Rusia?

—Fue intensa, con un equipo de 30 personas. ¡Llegamos hasta Siberia! Toqué en Moscú, San Petersburgo y 14 ciudades más e incluimos Belarús. Si bien tomamos aviones, lo especial de esta gira fue que se armó en base al recorrido del tren transiberiano, que lo tenía pendiente. Hicimos tramos en sus camarotes de madera, donde vienen las mozas rusas y te sirven la comida. Todos nos juntábamos en el restaurante. Se armó en el grupo algo de mucho compañerismo. Fue una experiencia única.

—Sabemos que sos una megaestrella en Rusia. ¿Causás revuelo en tus visitas?

—Me cuesta un poco transmitir el sentimiento que me genera el vínculo con los rusos, porque va más allá de la actuación y de la música. Me sienten como si fuera rusa. Y sí, hay revuelo. Es raro dicho por mí, es como que soy la artista internacional más querida del país. Y eso es extraño, porque Rusia es la nación más grande del mundo en extensión. Y que pase eso con alguien de América del Sur... Pero es algo que se sostiene. Ya tengo 37 años, fui por primera vez a los 20. Hace 17 que existe ese amor, que va pasando de generación a generación. En este momento hay cuatro novelas mías al aire. Por decimotercera vez Muñeca brava; por segunda vez, Sos mi vida; compraron Lynch, y están pasando Solamente vos, en cuatro canales. Acá sería algo imposible, allá es algo natural. Ahora están esperando Entrecaníbales. Ya están mirando qué hicieron antes Benjamín Vicuña y Joaquín Furriel.

—¿Hablás ruso?

—Fui aprendiendo con los viajes y me puse a estudiar para una miniserie (A ritmo de tango) que hice allá. No es que sepa hablar en ruso, pero con el pequeño vocabulario que tengo puedo saber de qué están hablando y hacerme entender.

—¿Ya empezaron a grabar Entre caníbales?

—Estoy muy movilizada. Llegué el 20 de diciembre de Rusia. Pasé las Fiestas, me fui a Uruguay y el 10 de enero estaba acá para empezar a trabajar. Y todos me decían: ¡Pará! Si arrancamos en marzo. Yo ya estaba con la cabeza en el proyecto y no me pude ir a ningún lado. Tengo un personaje muy difícil, que lo estoy trabajando con una psicóloga, con dos chicas que sufrieron abusos. Mi personaje es el de una chica que sufre un abuso a los 17 años. Y para mí, como actriz, es una gran responsabilidad, porque siete de cada diez mujeres sufren un abuso , no necesariamente sexual, por parte de un hombre. Puede ser en un colectivo, en un trabajo..., y para mí es una responsabilidad muy grande componer un personaje de estas características, hacerlo verdadero y que tenga un punto heroico. Porque no deja de ser una heroína de una serie, una mujer que regresa para tomar venganza. Y es muy complejo el personaje, porque es un policial, que involucra mucho misterio. El público va a ir descubriendo cosas junto con mi personaje. Hay un montón de información que tengo y otra tanta que Juan [Campanella] no me da para que mi personaje se vaya sorprendiendo a medida que la historia vaya transcurriendo.

—¿Te había sucedido alguna vez que un director te escatimara información?

—No. Lo que pasa es que esta serie es un rompecabezas. Cada personaje puede parecer pequeño, pero después termina siendo el mayordomo. Y a mí me gusta trabajar así. Soy una actriz que necesita mucha seguridad para trabajar. A mí me das el guión solamente y con eso no hago nada. Yo necesito construir el pasado del personaje, qué sucedió en esos 20 años hasta ahora, cómo se relacionaba. En un cuaderno, que tengo ahí con el guión, escribo todas las preguntas para hacerles a Juan y a la terapeuta respecto de mi personaje. Y todas las dudas sobre los otros personajes. Soy muy preguntona.

—¿Cómo será tu vengadora?

—Juan no quiere una vengadora del estilo Nikita, sin escrúpulos. Ariana tiene muchos sentimientos encontrados. Lo que le sucedió deja una gran secuela en su vida, inmodificable, no sólo en lo emocional, sino en lo físico. Ella tiene que convivir con eso. Tiene múltiples personalidades, según quien tenga adelante. Y para llevar a cabo su venganza deberá ocultar su verdadero yo, tendrá que descubrir quiénes fueron y que cada uno vaya pagando lo que le hicieron.

—¿Estás feliz con hacer un drama en TV, más allá de que en cine lo venías haciendo?

—La propuesta vino por ese lado. Quieren un color más parecido a lo que vengo haciendo en cine en este último tiempo. La comedia es más cercana a mi esencia porque naturalmente me reconozco en lo luminoso. El drama, la oscuridad, los traumas, los tengo que elaborar más, tienen un proceso de profundidad de donde yo me agarro para sentirme identificada con este personaje. Infancia clandestina fue una película de la que me costó mucho despegarme. Me involucro mucho, me quedo ahí y me cuesta salir. Entonces sé que la voy a pasar mal. Por momentos es contradictorio, porque tengo un trabajo hermoso y lo elijo. Y estoy eligiendo este personaje y sé que lo puedo hacer. Pero soy muy emocional. Cuando me entrego a una escena dramática me olvido de que estoy actuando. Después tengo que salir, ir a mi casa, estudiar lo de la semana siguiente, tengo que acostar a mi hijo.

—¿Qué representa este trabajo en tu carrera?

—Esto es parte de un proceso que empezó hace bastante. Durante mucho tiempo me ofrecían sistemáticamente papeles que había hecho cuando tenía la edad para hacerlo, y a mí me costó mucho decir todo el tiempo que no por varias razones, por dinero, por ego, porque eran proyectos muy grandes. Rechacé muchos proyectos, y di nombres de actrices que sí cumplían con esas características, proyectos muy exitosos y otros que se están por hacer. Y existió un momento que me lo dio más el cine, donde elegí interpretar mujeres de mi edad, que vivían cosas acordes a mi edad. Para poder crecer como actriz, porque sentía que me estaba repitiendo a mí misma y para volver a elegir esta profesión. En cine siento que sí lo logré. La gente no va a ver la película por mí. Va a ver la película. Y mi desafío es que cuando aparezca en pantalla no vean a Natalia, sino al personaje. Uno se va achatando si no mantiene el motor encendido, de verdad te achanchás, y es muy fácil en este medio quedarse planchado en algo cómodo. Y antes que el espectador, creo que el que se cansa es uno.

La historia de una cantante muy popular

Este año vas a interpretar a Gilda en cine. ¿La admirás hace mucho?

—Sí. Gilda murió en 1996. Yo en 1998 hacía Muñeca brava. Cantaba canciones de ella en la novela, grabamos en la ruta donde tuvo el accidente, donde hay una especie de santuario. Cada vez que existió la oportunidad, la canté. En Sos mi vida, le dije a Adrián (Suar) que tenía la canción para la cortina, Corazón valiente. Y me dio la razón. En mis giras la canto. Siempre quise hacer su película y varios me ofrecieron hacerla. Pero nunca se conseguían los derechos. Su hijo Fabricio no quería. Imaginate que en el accidente mueren su mamá y su hermana, un tema muy sensible. Hasta que Lorena Muñoz, una muy buena documentalista, un día me dijo que estaba apasionada con la vida de Gilda y que quería hacer la película. Le dije que si algún día se hacía la película de Gilda, la tenía que hacer yo y que la acompañaba en la movida.

—¿Qué te atrapó de la historia de Gilda? ¿La viste alguna vez en vivo?

—Hay varias cosas que me gustan. Cómo una mujer de clase media, con una familia constituida, decide cumplir un sueño, a la edad en que muchas mujeres creen que ya sus sueños están olvidados. Porque ella cuando decidió cantar tenía 30 años, dos hijos, era maestra jardinera, su marido no quería saber nada con la música. Cuando Gilda empieza, las mujeres eran más voluptuosas, el negocio estaba manejado por y para hombres. Y Gilda es una chica flaquita, angelical, que empieza a cantar canciones que hablan de la mujer. Nunca la vi en vivo. Vine a Argentina en el 94 y ella murió en el 96. Cuando se estrene la película, el año próximo, se van a cumplir 20 años de su muerte.

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NATALIA OREIROGABRIELA CICERO

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