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"Sueño Florianópolis", lo nuevo de Ana Katz se vio en el este y estrena en Montevideo

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Imagen de la película Sueño Florianópolis

FESTIVAL DE CINE

Un repaso a dos buenas películas que se vieron en el Festival de Cine de Punta del Este

A veces sucede que las películas se familiarizan dentro de la grilla del festival. Uno, en estos encuentros, se va armando su propio programa y se lleva sorpresas, como terminar vinculando dos películas argentinas que conjugan la tragicomedia y el vaivén entre amor y desamor. El martes, en Punta del Este, se desbordó la sala del recién inaugurado cine Nexxt por un grupo de espectadores ansiosos por ver Sueño Florianópolis, la nueva película de Ana Katz —en la que trabajaron los uruguayos Gonzalo Delgado en la dirección de arte, e Inés Bortagaray en la asesoría de guion. Unos minutos después, el entusiasmo se trasladó hasta la Casa de la Cultura de Maldonado, donde otro grupo hizo una larga fila para ver Amor urgente, de Diego Lublinsky: una historia de iniciación sexual adolescente que mezcló el sello de Wes Anderson con el de Martín Rejtman.

Sueño Florianópolis

Amor en la arena

Para aquellos seguidores del excelente cine de Ana Katz, Sueño Florianópolis —que se estrena hoy en Cinemateca— podría verse como la continuación, una década después, de Una novia errante. En esa película, una pareja rompía en el ómnibus de camino a un balneario y la novia abandonada debía encarar unas vacaciones en solitario, vinculándose incómodamente con otros pobladores y veraneantes del lugar. Esta vez, Katz traslada su historia a los tiempos menemistas, en los que el tipo de cambio favorecía a los argentinos que viajaban a Brasil. Hacia allí se dirige una familia compuesta por un matrimonio de psicoanalistas en proceso de separación y sus hijos adolescentes, en una especie de últimas vacaciones juntos en el balneario donde 10 años atrás fueron felices, en busca de claridad para tomar una decisión definitiva.

Las historias de Katz siempre se retuercen en ámbitos familiares y entre personajes neuróticos y tiernos, casi patéticos, que la directora manipula con tremendo cariño, rescatándolos del vacío cuando están a punto de caer. También hay un entorno contradictorio, que al mismo tiempo que colabora, introduce los pies para que Katz despliegue los conflictos que subyacen en los protagonistas.

Imagen de la película Sueño Florianópolis
Tráiler de la película "Sueño Florianopolis"

Aquí sucederá que los argentinos se reirán bastante de sus manías como turistas (robarse souvenirs, llevarse restos del desayuno, manejar mal en la ruta) y de su contraste con la alegría brasileña, que parece indestructible entre zungas, caipiriñas y amores de verano. De esta forma, la madre y el padre —brillantes Mercedes Morán y Gustavo Garzón— tendrán sus deslices con pobladores locales, mientras sufren por una etapa que se termina; lo mismo irá sucediendo con sus hijos.

Entre la cinematografía de Katz, esta obra podría ser la menos punzante en su provocación —tal vez esa sensación extrema de incomodidad es la que aporta ella cada vez que protagoniza sus películas— y por eso se siente como una obra más personal, más madura: levemente dolorosa; nostálgica y tierna, pero esperanzadora, con un espíritu similar al de las películas de Éric Rohmer.

Amor urgente

Un tema de moda

Los asiduos al Festival de Punta del Este vieron en Amor urgente a Paula Hertzog, ganadora siete años atrás como mejor actriz en este mismo escenario por su trabajo en la muy buena El Premio (Paula Markovitch). En ese entonces Hertzog tenía nueve años; ahora, los mismos críticos la vemos convertida en una adolescente talentosa que protagoniza una comedia excéntrica. Esta historia es una especie de fábula de iniciación sexual —tema recurrente en series como la brillante Big Mouth—, que transcurre en un pueblo de 10.000 habitantes llamado, chistosamente, Resignación, en una época no muy determinada entre los años 1960 y 1980. El director utilizó una fotografía no realista, colocando a sus actores extremadamente nítidos sobre fondos con retroproyecciones y croma, generando ese efecto a lo The Truman Show de fondos que parecen decorados.

Allí llegan una madre (Paola Barrientos) y su hija Agustina (Hertzog), a instalarse con una tienda de lencería. Pronto Agustina, que había jurado no tener novio, comenzará una relación con Pedro, un adolescente serio, encorvado y con buenas intenciones, que irá generando desopilantes rumores sexuales entre sus pares adolescentes, también envueltos en erráticas y exageradas historias de debut. La película apuesta a la autoparodia constante, y retoma un estilo de dirección de actores que mezcla ese tratamiento demasiado adulto, serio y trágico de los niños típico de Wes Anderson, y el ritmo y la entonación mecánica de los diálogos dentro de la escena del Martín Rejtman de Silvia Prieto.

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