Algunos dicen que fue culpa de un miembro del catering, y otros que un grupo de técnicos jugó una mala broma. Lo cierto es que más de 50 miembros del equipo de Titanic, incluido James Cameron, terminaron hospitalizados al consumir una sopa con una droga alucinógena. 

Tal vez no todos lo sepan, pero Gloria Stuart le temía un poco a la seriedad del director James Cameron. Incluso hay una anécdota, contada por el nieto de la actriz que interpretó a Rose anciana, según la cual a la hora de filmar la escena de la baranda, Stuart había olvidado quitarse un esmalte rojo brillante de las uñas, y se asustó cuando Cameron le preguntó por eso, pero ante las explicaciones, respondió: "No importa, creo que me encanta".  

Hoy resulta imposible imaginar a otros actores que no sean Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en los papeles principales, pero hubo varios nombres en danza para los roles de Jack y Rose. Tom Cruise y Matthew McConaughey eran los favoritos del estudio, mientras que Gwyneth Paltrow sonaba para completar la pareja. Pero el mismo Cameron hizo fuerza por sus favoritos y no falló: la dupla era perfecta.

Otros nombres que estuvieron en la vuelta fueron el de Robert De Niro para el Capitán Smith y el de Barbra Streisand para el rol de Molly Brown, que terminó haciendo Kathy Bates.

Los bocetos que Jack hace de Rose desnuda no son del actor ni de un artista contratado, sino del mismo director, quien demostró tener un notable talento oculto para el grafito.

Se sabe que la construcción del barco Titanic insumió 7 millones y medio de dólares en 1912, marcando un récord para la época. Ese dinero, si se calcula la inflación, sería entre 120 y 150 millones de dólares en 1997. La película, en cambio, costó 200 millones, sobre todo por la construcción de la réplica sobre la que se filmó, que fue meticulosamente supervisada por Cameron y que incluyó hasta copias fieles de la vajilla.

Para lograr un efecto más real, la escena en la que el agua arrasa con el salón principal fue filmada en ese set y la destrucción era cierta: sólo había una chance de hacerla, porque después el decorado tuvo que ser vendido como chatarra.

La visión original de Cameron para la música del film era muy distinta a la que hoy todos conocemos: quería que la compositora irlandesa Enya se hiciera cargo de la banda de sonido y descartó de plano la idea de un tema cantado. Por suerte, James Horner, quien ocupó el lugar de Enya, no se dio por vencido y grabó en secreto el tema que compuso para Céline Dion. La canadiense no estaba convencida de hacerlo, porque le parecía que el drama del Titanic requería otro tipo de composición pero se animó a hacer ese demo. La versión gustó tanto que no hizo falta volver a grabarla. "My Heart Will Go On" se llevó un Oscar y sonó sin parar en todo el mundo.

El rodaje de Titanic fue tan extenso y el clima que se logró entre los actores fue tan bueno que Cameron permitió que los actores improvisaran en el set, sumándole su propio estilo a las escenas que había escrito. Muchos de esos momentos terminaron en la edición final del film.

El momento en que Jack le enseña a Rose a escupir, por ejemplo, fue una inspiración del momento, y la icónica frase "Soy el rey del mundo" nunca estuvo en el guion, sino que fue una ocurrencia de DiCaprio.