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Russell Crowe se confiesa como un "ladrón de ideas"

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El actor nacido en Nueva Zelanda pone sus conocimientos detrás de cámara.

Con más de 50 títulos a sus espaldas, un Oscar por Gladiador de Ridley Scott y otras dos nominaciones, Russell Crowe afirma tener más experiencia en un set de rodaje que la mayoría de los directores, algo que le ha ayudado en su debut detrás de las cámaras con The Water Diviner. 

"No tengo problema en robar ideas a todo el mundo", dijo Crowe a Efe durante su visita a Madrid para promocionar este drama épico ambientado en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial en Turquía, que se estrena en el correr del mes que viene. Eso sí, matiza, siempre las pasa por su filtro. "Como actor he estado muchas veces en la situación de resolver problemas en un set de rodaje y la solución que busco con cualquier gran artista como Ridley Scott, Ron Howard o Darren Aranofsky la paso por mi visión personal".

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Aunque solo sea por número de experiencias juntos (Gladiador, Gangster americano, Robin Hood, Red de mentiras), de quien más ha tenido oportunidad de instruirse ha sido de Ridley Scott. "De él aprendí lo atlética que puede ser una cámara y el manejo simultáneo de muchas cámaras". De Peter Weir (Capitán de mar y guerra) tomó la idea de poner música a los actores para trasmitirles una determinada energía. "Soy como un DJ en un club: intento ayudar a los actores a que encuentren lo mejor de sí mismos", dice.

En realidad, el actor neozelandés, aunque australiano de adopción, ya había hecho sus primeras armas dirigiendo los videoclips musicales de su propia banda, así como tres documentales, pero la decisión de dar el paso a la ficción le vino dada al descubrir el guión de Andrew Knight y Andrew Anastasios. "Lo leí y tuve una reacción muy visceral, que es lo que siempre busco como actor, pero aquí había además otra voz que no había oído nunca antes, que me decía que debía tomar la responsabilidad de contar esta historia y que yo era el único que podía hacerlo".

Esa historia, que también protagoniza, es la de un granjero australiano que viaja a Estambul para descubrir qué ha pasado con sus hijos, declarados desaparecidos en combate en la sangrienta batalla de Galípoli (una batalla que ya llevó al cine Peter Weir). Allí conoce a Ayshe (Olga Kurylenko), la propietaria del hotel en el que se hospeda, que también ha perdido a su marido en la guerra. La película se mueve entre la aventura épica y el drama romántico.

Los lazos culturales y personales con la historia —cuenta Crowe que su padre tenía la misma habilidad que el protagonista para detectar la presencia de agua bajo el suelo— fueron también importantes en su decisión. Así como la posibilidad de contar la batalla de Galípoli, de la que en abril se cumplen cien años, desde el punto de vista turco. "Unos tres días antes de empezar el rodaje empecé a preguntarme dónde me había metido, pero ese tipo de ansiedad de antes de salir al escenario la he vivido toda mi vida y sé lo que significa; significa que te importa lo que estás haciendo, así que el día que no lo sienta será el momento de dejarlo".

Kurylenko, lanzada a la fama como chica Bond en 007: Quantum of Solace (2008), le quita hierro a la fama de "difícil" que tiene Crowe en el set de rodaje. "Esta es su primera película; estaba muy emocionado, porque llevaba tiempo deseando hacerla, así que el rodaje fue muy bien. Él ayuda mucho y como director busca ponértelo lo mas fácil posible", dice la actriz ucraniana. "Al ser también actor, hablamos el mismo idioma, y eso se agradece, es de los mejores con quien he trabajado", añade Kurylenko sobre la experiencia.

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El actor nacido en Nueva Zelanda pone sus conocimientos detrás de cámara.

El actor debuta como director con The Water Diviner

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