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Un romance de película pero cierto

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Annette Bening

Charla

Annette Bening estrena este jueves, su última película Las estrellas de cine nunca mueren

No es fácil ponerse en el camino de Annette Bening. A los 16 años ya cocinaba para 30 personas cuando vivía y trabajaba en un bote para buceo. A los 29 ya era actriz de teatro en San Francisco, pero quería participar en películas, así que comenzó desde cero en Nueva York como protagonista de Coastal Disturbances (1987) en Broadway, y fue nominada a un premio Tony. Con Hollywood como objetivo, de inmediato consiguió un papel como antagonista de Dan Aykroyd en The Great Outdoors (1988).

La primera de cuatro nominaciones que recibió Bening fue como mejor actriz de reparto por su trabajo en Ambiciones prohibidas (1990). Luego recibió tres nominaciones como mejor actriz por tremendas actuaciones en Belleza americana (1999), Conociendo a Julia (2004) y Mi familia (2010).

En ese trayecto se casó con Warren Beaty, el soltero más codiciado de Hollywood, y en el transcurso de ocho años tuvieron cuatro hijos, cuyas edades van de los 17 a los 25 años.

Ahora, con 59 años, Bening interpreta a la actriz de cine de los años 50 Gloria Grahame en la película Las estrellas de cine nunca mueren. Es un drama romántico basado en una historia real que se estrena este jueves en Uruguay.

Tráiler de "Las estrellas de cine nunca mueren"
Vea el trailer de "Las estrellas de cine nunca mueren", la nueva película de Bening

La película cuenta la historia del romance entre Grahame, de cincuenta y tantos años, y el actor inglés Peter Turner (Jamie Bell), que en 1978, cuando comenzaron su relación, era un veinteañero.

Nada fuera de lo común, señaló rápidamente Bening.

“Gloria se casó cuatro veces”, dijo, “la cuarta de ellas con su hijastro”.

Se trataba de Anthony Ray, hijo de su segundo esposo, el director Nicholas Ray, quien era 14 años menor que ella.

Bening no critica a su personaje, ni debería hacerlo: Beatty es 21 años mayor que ella.

“Si hay amor, la edad no importa”, dijo riendo. “Creo que nos encontramos con quien tenemos que encontrarnos, si tenemos suerte”.

“Por lo que sé acerca de la vida de Gloria, para ella Peter era un hombre muy diferente”, prosiguió Bening. “Era muy centrado, cortés y amable. Tenía una madre extraordinaria y una familia numerosa, firme y solidaria. Era el menor de nueve hermanos”.

La pareja se mudó a Nueva York, pero se separaron al cabo de dos años. Sin embargo, cuando Grahame regresó a Inglaterra en 1981 para otra obra de teatro, enfermó gravemente, así que le pidió ayuda a Turner y este la llevó a la casa de su familia en Liverpool para que la cuidaran.

Con base en las memorias de Turner de 1987, que llevan el mismo título, Las estrellas de cine nunca mueren ha estado en la mira de Bening por 20 años. La productora Barbara Broccoli, mejor conocida por James Bond, conoció a Turner y a Grahame cuando se reunieron para conversar con Bening acerca del proyecto.

“Yo era demasiado joven y no era el momento adecuado”, afirmó Bening.

No obstante, la intrigaba haber conocido el trabajo de Grahame en la filmación de Ambiciones prohibidas, que tenía un toque de cine negro de la década de los años cincuenta. El director Stephen Frears le sugirió mirar películas de Grahame para preparar su interpretación de una estafadora en dicha cinta.

Gloria Grahame
Vea el momento en que Gloria Grahame recibió el Oscar por "Cautivos del mal"

Grahame, quien a menudo interpretaba chicas malas, ganó un premio de la Academia como mejor actriz de reparto por Cautivos del mal (1952), como antagonista de Kirk Douglas. Entre otras cintas importantes estaban Muerte en un beso (1950) con Humphrey Bogart, el clásico de Fritz Lang Los sobornados (1953) con Lee Marvin, y Oklahoma! (1955), en la que interpretó a Ado Annie, la “chica que no sabe decir que no”. Pero con el tiempo, la carrera de Grahame en Hollywood se fue apagando y su búsqueda de trabajo la llevó a los escenarios ingleses.

“Creo que a Gloria le gustaba bastante el oficio”, comentó. “En esta etapa de su vida regresó a clases de actuación con Stella Adler. Robert De Niro me contó que, cuando era muy joven, compartió clases con Gloria. Dijo que prestaba atención en clase pero que no se levantaba a actuar escenas”.

La pasión de Bening por la actuación es similar.

“Te apegas a algo y se vuelve cada vez más interesante”, dijo. “Cuando algo es emocionante y divertido, sientes un ansia irracional por obtenerlo. No puedes obligar a nadie a que lo sienta. Eres así o no lo eres”.

“Creo que fue Stella quien dijo: El talento es energía”, continuó. “Y es verdad. Es esa energía y ese deseo”.

La pasión de Bening no se ha desvanecido, aunque ha pasado gran parte de los últimos 24 años criando a sus hijos.

“El más chico de mis hijos se gradúa de la preparatoria el próximo año”, señaló, “y a mí me gustaría regresar y hacer algunas obras de teatro en Nueva York y quizá en Londres. En definitiva quiero subirme a los escenarios y hacer otras cosas”.

Ya tiene otras tres películas, todas para 2018 y se ha comprometido con una cuarta. En el drama policial Georgetown, basado en una historia real acerca de un oportunista social (Christoph Waltz) quien se casó con una viuda acaudalada (Vanessa Redgrave), ella interpreta a una profesora de derecho que es hija de la viuda. En una nueva versión cinematográfica de La gaviota de Chejov, interpreta a la actriz de edad avanzada, Irina, junto a Elisabeth Moss y Saoirse Ronan. Life Itself, en la que también aparecen Antonio Banderas, Oscar Isaac, Mandy Patinkin y Olivia Wilde, es una historia de amor multigeneracional que ocurre entre España y Nueva York.

Hope Gap, que se estrenará el próximo verano, es un filme que Bening describió como “básicamente la historia de la ruptura de un matrimonio”. En ella, Bill Nighy será su coestelar.

Bening —quien nació en Topeka, Kansas, pero la familia se reubicó en San Diego cuando ella tenía siete años— ha trabajado a lo largo de todos estos años dedicados a la crianza, pero no lo ha hecho al ritmo que le habría gustado. Cuando los rodajes no se ajustaban con su vida familiar, trabajaba en numerosas producciones teatrales en Los Ángeles.

“El más chico de mis hijos se gradúa de la preparatoria el próximo año y a mí me gustaría regresar y hacer algunas obras de teatro en Nueva York y quizá en Londres. En definitiva quiero subirme a los escenarios y hacer otras cosas”.

“Me las arreglé para seguir trabajando”, dijo la actriz, “pero no me iba y dejaba a mis hijos. Hubo ocasiones en las que pensé: Pues lo siento, pero tendrá que esperar hasta el verano. Si puede esperar, lo haré. Y me llevaba a mis hijos. O llegaba a preguntar: ¿Se puede filmar en Los Ángeles?”

Bening se apresuró a decir que disfrutaba su tiempo libre.

“De verdad disfrutaba poder alejarme y sumergirme en los entresijos de la vida”, agregó. “Soy muy afortunada de haber podido hacer cosas y tener a mis hijos porque siempre quise tener una familia grande”.

Sin embargo, al principio, la realidad de conjugar la familia y el trabajo la abrumó.

“La primera vez, cuando tuve a mi bebé y me la pasé por los suelos durante un año, me pregunté: ‘Vaya, ¿será que aquella ansia irracional no regresará?’ Pero siempre regresó”.

“A mis 30 años comencé a hacer muchas películas y comencé a tener hijos al mismo tiempo”, prosiguió Bening. “Recuerdo que pensé: Es irónico. No quiero esperar para tener hijos y estas oportunidades siguen presentándose”.

¿Sin arrepentimientos?

“Quizá no iría tan lejos”, dijo con una carcajada. “Tuve a mis hijos y tuve mis obras de teatro. No tenía que tratarse de un proyecto grande. Pensaba: Estoy haciendo esto y se siente bien. Estoy ejercitando estos músculos. Siempre estuve involucrada en bastantes cosas en las que sentía que podía dar el siguiente paso”

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