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Renace un universo poderoso

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La nueva película es la continuación de "El regreso del Jedi", estrenada en 1983.

En el canon Star Wars, el enfrentamiento entre Darth Vader, el villano, y Luke Skywalker, el héroe, tiene un lugar especial. No todos los días los polos morales de una película son, a la vez, padre e hijo.

“Es inútil resistirse” le dice Vader a Skywalker en uno momento álgido del enfrentamiento. Vader se refería al lado oscuro de la Fuerza, esa difusa energía cósmica que alimenta el poder tanto de los Jedi (Skywakker) como los Sith (Vader). El beneficio de la retrospectiva nos permite comprender que Vader, en realidad, estaba profetizando.

Justo él, el elegido para cumplir la máxima profecía Jedi que desvaría por amor y se pasa al lado oscuro de la Fuerza, estaba adelantando que sería vano resistirse a esta historia, creada originalmente por George Lucas y hoy administrada por la casa Disney.

Esa fuerza es, efectivamente, imparable. El estreno local del séptimo capítulo de esa historia este jueves 17 es, en realidad, un acontecimiento global. Todo el mundo parece estar esperando para tomar por asalto los cines, sentarse y ser abrumado por la banda sonora de John Williams, esa que acompaña a la tipografía en amarillo que va hacia adelante contando lo que vendrá.

¿Cómo se llegó a esto? Para algunos, la histeria se debe a la nostalgia. Los que ya tenemos canas recordamos cuando de niños salíamos del cine como perro con dos colas, soñando con ser Han Solo o Luke Skywalker y tratando de reproducir con nuestras voces los imposibles sonidos de los Sables de Luz o el zumbido agudo de las naves X-Wing. Porque Star Wars es una experiencia visual y auditiva.

Para otros, es la gigantesca maquinaria publicitaria que nos ha condicionado a sentirnos excitados y a esperar - tal vez con demasiadas expectativas- el despliegue de nuevas historias en galaxias que ya nos parecen antiguas, porque hace casi 40 años que están en el imaginario popular.

Si a eso le sumamos la curiosidad de otros tantos que querrán ver a qué se debe tanto ruido, parece seguro que las legiones de espectadores sumarán nuevas ganancias a los miles de millones de dólares que generaron las películas anteriores.

Los cálculos difieren según qué fuente se consulte, pero la revista Forbes ubicó en julio de este año a la franquicia (con seis largometrajes) en el Top 5 de las más recaudadoras, atrás de El Señor de los Anillos (seis películas), James Bond (24), Harry Potter (8) y todas las de Marvel (hasta ahora, 12). En total, las películas de la saga intergaláctica habían recaudado unos 4.500 millones de dólares.

Con todo, las películas constituyen una parte minoritaria de las ganancias que genera la propiedad Star Wars. Es mucho más lo que se recauda por productos relacionados (juguetes, memorabilia, videojuegos), como se muestra en la infografía en la próxima página.

La nueva película es la continuación de
La nueva película es la continuación de "El regreso del Jedi", estrenada en 1983.

Puesta a punto.

Aunque todo comenzó en 1977, George Lucas complicó el seguimiento de la historia con tres películas que salieron después de aquellas tres primeras, pero que desarrollaban su historia en una línea temporal anterior.

Además, los títulos oficiales de las películas no dejan de crecer: se agregaron números romanos para un (innecesario) aire de solemnidad, cada película debe llevar la palabra “Episodio” y además se le agregó a la película de 1977 un título: Una nueva esperanza.

En realidad no es tan difícil. La guerra de las galaxias (1977), El Imperio contraataca (1980) y El regreso del Jedi (1983) salieron primero, pero La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La revancha de los Sith (2005) cuentan cómo se llegó hasta ahí.

Si en las películas de los años 77-83 predominaban la acción y la diversión, las de 99-05 tenían aspiraciones mucho más transcendentes. Con un tono didáctico y algo pesado, la segunda trilogía cuenta el proceso por el cual los proyectos políticos se corrompen y una democracia multicultural que hasta el momento resolvía sus diferencias parlamentando, se convierte en una dictadura con un Emperador (Palpatine) y un brazo ejecutor de las políticas imperiales: Darth Vader.

Cuando El regreso del Jedi concluye, todos celebran la victoria de los rebeldes, que gracias a la unión entre la Fuerza de Luke Skywalker y el pragmatismo y arrojo de Han Solo, han derrotado a ese Imperio.

Entonces, ¿qué se viene ahora? No se sabe mucho, porque la empresa no perdona una infidencia. El viernes pasado trascendió que el director JJ Abrams hacía firmar contratos de confidencialidad a toda persona que entre a su oficina. La medida es intransigente, pero está alineada no solo con intereses comerciales, sino también con una filosofía narrativa.

En 2008, Abrams dio una charla en el marco de las conferencias TED, en la cual se explayó sobre este tema: “Los misterios son los catalizadores de la imaginación”, dijo en una parte el creador de Lost, la serie que iba presentando un misterio tras otro. Enigmas parecían formar parte de una casi infinita matrioska.

Aunque haya muchos “teasers”, trailers y otros llamadores visuales, se sabe bastante poco sobre la trama del Episodio VII. Siendo ésta la era de las filtraciones y los spoilers, las conjeturas abundan, pero ¿para qué anticiparse al placer del descubrimiento?

Lo que sí está claro es que la nueva película irá por el lado de la villanía. Hagan una búsqueda de imágenes en Google con el términos “Star Wars 7” y verán que los cascos de las tropas imperiales, los sables de luz rojos (los preferidos de los Sith) y Kylo Ren, el villano, dominan los resultados que arroja la búsqueda.

En realidad, Abrams y el guionista Lawrence Kasdan no tenían otra opción. Si este episodio retoma la historia allí donde la deja El regreso del Jedi, no queda otro camino que plantear el conflicto contra las fuerzas del Mal, que deberían haber contraatacado y restaurado el orden prerevolucionario.

Lo que se sabe es que hay un villano, Kylo Ren (interpretado por Adam Driver), que jura vengar la muerte de Darth Vader; hay un piloto de naves X Wing (Oscar Isaac), una chatarrera (Daisy Ridley) que traba amistad con un robotito que parece el hijo de R2 D2 y un soldado imperial (John Boyega) que es un desertor que se pasa hacia el lado bueno de la Fuerza. Y está, claro, el Gran Ausente: Luke Skywalker. Mark Hamill no aparece en ninguna de las imágenes oficiales. Ni en el poster.

Si el misterio es el catalizador de la imaginación, el Caballero Jedi impulsará buena parte de las acciones de esta película, la primera de una nueva trilogía que culminará en 2019 con el noveno episodio, que será dirigido por Colin Trevorrow.

La Fuerza nos acompañará -lo deseemos o no- en los viajes a las galaxias más remotas.

JJ Abrams: El fanático que heredó un Imperio del cine

En el mundo soñado de los nerds, Abrams nunca hubiese dirigido una película sobre Star Wars. ¿Cómo se le permitió al responsable de revitalizar la franquicia enemiga Star Trak siquiera acercarse a mancillar a la saga de Lucas? Pero el entusiasmo de Abrams por todo lo Star Wars parece auténtico, y el director ha hecho varios gestos para convencer a todos los fanáticos de que sus intenciones son las mejores. Como cuando se dejó filmar dando un breve discurso en el primer día de rodaje de El despertar de la Fuerza: “Aquí estamos, en el primer día. ¿Qué tan cool es eso?” Las dos películas que hizo para Star Trek consiguieron un vistoso y seductor halo de hipermodernidad a todo el asunto. Ahora, Abrams se mete con este universo con las ganas que nacen de la ambición y con esa actitud reverencial. “En esta película, un tema realmente importante fue que cada detalle, sea la música, el vestuario o el diseño de una prenda, tiene que percibirse como que viene del universo Star Wars. Uno está heredando a Star Wars, y eso no es algo que deba tomarse a la ligera”, dijo en una entrevista para la revista Wired. La deferencia de Abrams se extiende hasta a una autocrítica sobre su trayectoria: “Antes que nada, saqué de mi experiencia personal advertencias, cosas que no quería volver a hacer. Por ejemplo, no quería hacer otra película en la que no sintiera que éramos dueños de la historia. He hecho eso un par de veces en mi camino. Eso no quiere decir que no esté orgulloso de mi trabajo, pero recuerdo empezar a filmar Super 8 y Star Trek: En la oscuridad y sentir que no había resuelto problemas fundamentales de la historia”.

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