En pantalla
Las recomendaciones de esta semana son tres comedias bien distintas entre ellas y un musical clásico.
Un chef con ganas de volver a la cima de la gastronomía
El chef que interpreta Bradley Cooper en esta comedia, Adam, recuerda mucho a las memorias de Anthony Bourdain, el cocinero famoso por sus excesos con las drogas y el alcohol. La película se centra en Adam y su intento por regresar a la cima de la cocina, y de paso ganar su tercera estrella Michelin. Como en La gran estafa, basa parte de la película se centra en encontrar el equipo perfecto para la misión que también requiere de mucha precisión y buenas ideas. Una comedia para el lucimiento de Cooper que da ganas de salir a comer afuera. N. L.
Lo difícil de ser el padrastro del anticristo
Desde la primera escena está claro que la intención de la película es ser una sátira de La profecía, aquel clásico del terror de Richard Donner, así como de varias películas del estilo. En Pequeño demonio, Lucas (interpretado por Owen Atlas) se viste, mueve -y la cámara lo toma- como si fuera Damien, el niño de la película de 1976. Aunque la película se centra en Gary (Scott), quien pensó que se sacaba la lotería casándose con Samantha (Lilly), hasta que conoce a su hijo. Buenos secundarios los acompañan en esta comedia negra con algo de terror. N. L.
Una visita a la casa de los suegros que sale mal
Chris (Kaluuya) es un joven afroamericano que viaja junto a su novia Rose (Williams) a conocer a sus suegros que viven en una mansión en medio del bosque. Desde que llega, Chris se siente un extraño conviviendo con estos blancos ricos que además son simpáticos al extremo. Así, el chico pasa por diferentes estados del miedo hasta que charla con su suegra, una terapeuta con métodos poco ortodoxos. Así la película navega entre la comedia negra y un terror que no asusta por lo que muestra, sino por el juego de tensiones que plantea el director. N. L.
La película que hizo de Barbra una estrella
Hay películas que le cambian la vida a un actor, como le sucedió a Barbra Streisand que con su debut en el cine interpretó su mejor papel. Hablamos de Funny Girl.
Claro que Streisand ya conocía la historia de la divertida y carismática Fanny Brice porque la había hecho en Broadway, y en esta película de William Wyler, con música de Jule Styne y letra de Bob Merrill, todo está a la orden de su lucimiento.
Streisand hace reír y emocionar, mientras pasan los años de su personaje ya que se cuenta no solo su ascenso a la fama sino también su relación con Nick Arnstein (Sharif), la cual comienza bien y termina en picada. En el camino nos deja grandes momentos musicales como “Don’t Rain on my Parade”, “If a Girl Isn’t Pretty” o “My Man”, que llega casi al final para cerrar la relación entre los personajes centrales.
La película llegó a los Oscar de ese año con ocho nominaciones (incluyendo mejor película) y ganó solo uno. Fue para Streisand que lo tuvo que compartir con Katharine Hepburn por El león en invierno. Uno de esos empates que quedarán para la posteridad, como la historia de la simpática Funny, que a fuerza de su carisma y la potencia de su voz, logró su sueño de convertirse en una estrella del espectáculo.