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"Quería que el público se volviera a enfadar"

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Adam McKay. Foto: Google

Es rara la carrera de algunos directores. McKay, por ejemplo, viene de la comedia más de golpe y porrazo posible y ahora con La gran apuesta se lanza a analizar la reciente crisis financiera provocada por la burbuja inmobiliaria estadounidense.

Lo hace con un tono amable pero que no se parece al humor desatado de películas como Hermanastros y Policías de repuesto. Esta charla va sobre su nueva película.

La gran apuesta es el best seller sobre la crisis financiera en la que Michael Lewis relató, cargado de humor negro, cómo unos pocos que vieron venir el desastre de las hipotecas basura se forraron y explica muy didácticamente cómo funcionaron los instrumentos financieros que hacían posible esos entramados (las obligaciones de deuda colateral o los seguros de impago). Sobre esta obra, Adam McKay (Filadelfia, 1968) ha dirigido una trepidante película que ya está en cartel en Uruguay. Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling y Brad Pitt encarnan a algunos de esos jugadores, que existieron en la vida real y que, a diferencia de otros filmes de la crisis, no parecen ni héroes ni villanos.

—Mucha gente que vaya a ver su película saldrá enfadada del cine. ¿Es lo que esperaba?

—Bien, bien… Sí, quería que la gente se enfadara de nuevo al ver la película y empujara a sus representantes políticos y a los medios, quería que la gente se sintiera libre para hablar de estas cosas. Porque, no sé en España, pero en Estados Unidos lo que ocurrió que mucha gente creía quera demasiado ignorante para hablar de estos temas, que eran complicados conceptos financieros, pero no es así: lo hacen difícil, pero solo es mover el dinero de un lado a otro.

—Es impresionante el trabajo de Christian Bale y, en sí, el personaje al que encarna, Michael Burry (quien previo la bomba hipotecaria y compró cantidades enormes de los seguros a Goldman Sachs). ¿Cómo le ayudó a definir el papel?

—Es muy muy cercano a la persona real, Christian Bale sabía perfectamente lo que debía hacer. La única conversación que tuvimos es cuánto debía representar a la persona real y cuánto hacer su propio personaje y él solo pidió pasar tiempo con el verdadero tipo. Lo hizo y le encantó y encarnó a ese tipo. Lleva incluso su verdadera ropa, la de Burry. ¿Sabe esa camiseta azul de la película? Es la que el tipo llevó durante un año.

—¿Lo que usted ha hecho puede considerar cine político? ¿Cree que Hollywood se encarga más de esto ahora?

—Vivimos en un tiempo fascinantes y a veces terroríficos que no hemos visto antes, en la era moderna. Si ignorara estos asuntos como cineasta sería estúpido. también creo que debemos empezar a cambiar nuestra definición de lo que es político, porque la banca es un asunto político, no es de derecha o izquierdas, es dinero y lo que la gente rica hace con su dinero… Quién va a ser un líder, qué grandes decisiones se van a tomar, cómo se va a luchar contra la polución… Se han retratado como temas aburridos, pero no lo son, son fascinantes porque son el lenguaje del poder y hablan de América. Pero este año hay un puñado de buenas películas sobre corrupción, espero que sea una tendencia y no cosa de un año.

—El mensaje del final de la película es letal: la factura de los excesos la pagan los de abajo. ¿Le preocupa la desigualdad?

—La desigualdad es uno de los grandes peligros, el otro día leía que hay acumulados 23 billones de dólares en cuentas de la banca a la sombra, y número de millonarios se ha disparado… el incremento de la desigualdad es el resultado de este tipo de corrupción del que hemos estado hablando.

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Adam McKay. Foto: Google

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