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En el oscuro universo del tráfico de drogas

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Nada es en blanco y negro en el film de Villeneuve, donde el bien y el mal se mezclan.

La agente del FBI (Emily Blunt) es convocada para formar parte de un grupo de élite en el que participan también oficiales de otras agencias de seguridad norteamericanas.

El equipo, capitaneado por un jerarca de comportamiento por lo menos ambiguo (Josh Brolin) incluye también a policías estatales y Rangers de Texas, pero su integrante más enigmático es un individuo lacónico y taciturno (Benicio del Toro) cuyo "lado oscuro" va impregnando de a poco toda la escena. Hay algo particularmente siniestro en ese individuo, aunque se tarde un poco en averiguar sus cómos y sus porqués.

El personaje de Blunt opera como hilo conductor de la historia: es a través de su mirada que el espectador descubre la siniestra realidad del narcotráfico, que corrompe cuerpos y almas, y también la dudosa ética de muchos de aquellos que deben combatirlo. Una zona de la historia, por lo menos, tiene que ver con un debate ético acerca de la vieja máxima de que "el fin justifica los medios" (o no). Pero una parte importante del relato constituye también un eficaz film de acción a lo largo del cual el grupo incursiona en la peligrosa Ciudad Juárez y tiene un primer encuentro con "gatillos" al servicio de los narcos, se introduce metralleta en mano en las redes de túneles de la frontera que Donald Trump desearía destruir y hasta elabora un complicado operativo para dar con la guarida de un delincuente mayor.

Esa historia aparece narrada con nervio por el canadiense Denis Villeneuve, quien ya cultivara el policial negro en su anterior aventura hollywoodense La sospecha, aquella película con Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal acerca de dos niñas secuestradas. Si el énfasis de La sospecha aparecía puesto sobre todo en la psicología de los personajes, oponiendo los comportamientos de un padre desesperado y un policía empeñado en hacer las cosas de acuerdo al libro, Sicario, sin desatender completamente a los personajes, apuesta en una mayor proporción a la aventura con una dosis de adrenalina, objetivo para el cual recibe una valiosa ayuda por parte del formidable fotógrafo británico Roger Deakins, que sabe extraer todo el partido posible a su pantalla ancha y la amplitud de los paisajes mexicanos.

De alguna manera, ello ubica al film en un territorio si se quiere más convencional, el de "buen cine de acción de alto octanaje", y lo coloca más cerca del riesgo de superficialidad. Si no se va a pique (a pesar de algunos acaso inevitables convencionalismos de libreto) el mérito debe ser puesto en el haber de Villeneuve, que de todos modos intenta que sus criaturas exhiban alguna consistencia, y en el aporte de por lo menos un par de intérpretes (Blunt, del Toro) que colaboran para que, respectivamente, su agente idealista y su oscuro sicario exhiban una cuota de tridimensionalidad.

El resultado funciona como un "thriller" intenso y frecuentemente eficaz, aunque da un poco de miedo decir (aunque no sea incorrecto) que resulta entretenido. Su materia es tan siniestra que no debería servir como entretenimiento.

SABER MÁS

Sicario [***]

Estados Unidos 2015. Dirección: Denis Villeneuve. Guión: Taylor Sheridan. Fotografía: Roger Deakins. Música: Jóhann Jóhannsson. Producción: Lionsgate/Black Label Mediamedia Nacional. Elenco: Emily Blunt, Benicio del Toro, Josh Brolin, Jon Bernthal, Daniel Kaluuya, Maximiliano Hernández.

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