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Nunca es fácil volver a la jungla

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La película está dirigida por David Yates, el de las últimas de Harry Potter. Foto: Difusión
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Jonathan Olley/Jonathan Olley

Hoy se estrena una nueva versión del héroe de Edgar Rice Burroughs sobre el rey de la selva.

No es fácil ser el rey de la selva. Está el calor, los bichos y esas lianas que lastiman. Y están las aburridas comidas ricas en proteínas que manda el nutricionista.

Para un señor de la selva en la pantalla grande, mantenerse en excelentes condiciones físicas es parte de su trabajo. Por lo menos ese fue el caso de Alexander Skarsgard, el actor sueco que protagoniza La leyenda de Tarzán que se estrena hoy en Uruguay. Es la más reciente de las innumerables adaptaciones de las aventuras del héroe de la selva concebido por Edgar Rice Burroughs.

Para cuando terminó el rodaje, el actor, de 39 años de edad y 1,90 de estatura, estaba listo para una fuerte dosis de civilización.

El actor sueco, conocido por haber encarnado al vampiro Eric Northman en True Blood (2008-2014) de HBO, protagoniza el relanzamiento de la saga de Tarzán a cargo del director David Yates. Esta vez, La leyenda de Tarzán empieza cuando John Clayton, otrora conocido como Tarzán, lleva una tranquila y civilizada vida en el Londres victoriano al lado de su esposa, Jane Porter (Margot Robbie). Su tranquilo reposo se hace añicos con la llegada de un veterano de la guerra civil (Samuel L. Jackson), que le insiste en que debe regresar a su antiguo hogar en la selva africana para impedir una conspiración que, de otro modo, esclavizaría a la mayoría de los hombres.

De regreso en la selva, John abandona sus modales civilizados y vuelva a columpiarse en las lianas, a luchar como mono y a comunicarse con los demás animales. Es decir, a llevar la vida de un huérfano criado por simios.

En pocas palabras, es un tipo diferente de Tarzán. Yates se lo explicó así a Skarsgard y esa fue la razón de que el actor aceptara.

"Su conexión tan profunda con el mundo de la naturaleza es muy conmovedora, cosa que yo sabía que Alexander podría comunicar", dice Yates. "Ahora que el mundo natural se ha vuelto más importante para todos nosotros, eso tiene algo casi contemporáneo. Sabía que Alexander podría interpretar eso también".

"La película, además, es bastante sensual", agrega el director. "Alexander tiene un corazón muy grande y sensible, y eso lo puso en este relato clásico".

A Skarsgard le encantan las películas de Tarzán, comentó, en especial las 12 con Johnny Weissmüller de 1930 a 1940.

No pudo evitar sentirse intrigado cuando se enteró de que Yates, conocido por su trabajo en la serie de Harry Potter, iba a abordar el clásico de Burroughs.

"Estaba muy emocionado de que Yates fuera a hacer la película", afirma Skarsgard. "Por supuesto, la historia de Tarzán se ha contado más de 200 veces en los últimos 100 años. Había que imaginarse por qué estamos haciendo esto de nuevo. Luego llegué a entender que se trata de un hombre perdido entre dos mundos. Es miembro de una familia de simios, pero no encaja del todo. En Londres se ve como los humanos, pero sigue sin encajar. Su corazón quedó en la jungla.

Una diferencia entre el Tarzán de ayer y el de hoy es el guardarropa. En las novelas de Burroughs, Tarzán suele aparecer desnudo y Weismüller pasó la mayoría de sus películas con nada más que un taparrabo.

"Estaba tratando de conseguir un taparrabo sensual", revela Skarsgard. "Traté de convencer a David durante semanas. Por desgracia, por la forma en que está escrito el libreto, la película se inicia en Londres con trajes. Después nos vamos a África y David me dijo que no tenía sentido, que el taparrabo iba a desaparecer".

"Yo quería verme más nativo", continúa el actor, "así que le pregunté qué pensaba de un sarong corto. Y para que conste, estuve usando el sarong corto".

La característica de Weismuller era el grito de Tarzán. Fue creado por ingenieros de sonido que mezclaron varios sonidos de animales, pero finalmente, Weismuller aprendió a hacer una imitación bastante buena en vivo.

Lo que funcionó en los treinta por lo visto sigue funcionando.

"Es una mezcla de sonidos míos, de animales, entre ellos un gorila, e incluso de un cantante", revela Skarsgard. "¿Qué cantante, me pregunta? Lo único que puedo decirle es que no fue Jon Bon Jovi. De hecho hay un poco de Elton John por ahí".

En "The Legend of Tarzan", hay muchos más animales de los que Weismüller llegó a enfrentar, pero la mayoría fueron creados con la magia de los efectos de computación, lo que requirió cierto grado de compromiso por parte de los actores.

"A Margot y a mí nos preocupaba que teníamos que correr por la sabana, con un tipo sosteniendo un trozo de cartón que se suponía que era una manada de leones", recuerda Skarsgard riendo. "Decíamos que, después de todo el dinero que habían gastado en esa película, habían puesto a un tipo lanzando gruñidos y sosteniendo un pedazo de papel".

También trabajó con el coreógrafo Wayne McGregor para aprender a moverse como hombre mono. "Es uno de los mejores coreógrafos del mundo y con él trabajé la parte física del personaje. Era importante que Tarzán fuera flexible, pero no quería parecer físicoculturista. La meta no era verme musculoso, sino atlético.

"Entre las peleas y el rodaje, hacía ejercicio todo el día", dice. "Cuando David gritaba ¡Corte!, alguien se acercaba a entregarme unas mancuernas".

Su mayor fantasía ahora es alejarse de todo eso.

El nuevo tarzán nació en Suecia

Alexander Skarsgard, el nuevo Tarzán, nació en Estocolmo, hijo de Stellan Skarsgard. Debutó en el cine a los siete y a los 13 consiguió su primer protagónico.

El papel de Meekus en Zoolander (2001) le abrió un poco la puerta de Hollywood, y para 2004 ya vivía a medio tiempo en Los Ángeles. True Blood y Generation Kill (2008), en la que interpretó a un soldado estadounidense en Irak, lo convirtieron en estrella. En el cine actuó en películas como Melancholia (2011), Straw Dogs (2011) y Battleship (2012).

Las caras de un rey

Solo en Uruguay se estrenaron unas 40 películas que incluyen a Tarzán. Estos son los tres más conocidos.

Johnny Weismuller -1930-1940-

Quizás para las nuevas generaciones no sea conocido, pero este ex nadador olímpico es el Tarzán más clásico. Lo interpretó en una docena de películas baratas, sí, pero muy entretenidas, a veces con Maureen OSullivan como Jane; Chita fue interpretado por varios chimpancés. De ahí Weismüller se vestiría para ser Jim de la selva.

Christopher Lambert -1984-

Fue en Greystoke: la leyenda de Tarzán, el rey de los monos, una película de Hugh Hudson (el de Carros de fuego) que intentaba revitalizar una franquicia que a esa altura ya tenía más de 200 películas. Lambert, quien había sido Highlander, el inmortal, y Hudson intentaban presentar el tema desde una perspectiva "seria".

Tony Goldwyn -1999-

Disney tomó el personaje para esta animación en la que Goldwyn (el villano de Ghost) da la voz al protagonista; Minnie Driver era Jane. La historia está más cerca de Greystoke que del viejo Tarzán, y es una adaptación muy agradable. La canción de Phill Collins, "En mi corazón vivirás", incluso en su español chapucero, estaba muy buena.

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La película está dirigida por David Yates, el de las últimas de Harry Potter. Foto: Difusión

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