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En un mundo más pequeño, la tristeza puede ser más grande

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Matt Damon

Crítica

El oscarizado Alexander Payne dirige Pequeña gran vida, otro drama sobre la clase media pero con aires de ciencia ficción

Los personajes de Alexander Payne, uno de los grandes autores del cine estadounidense contemporáneo, siempre salen de viaje como una manera de encontrarse a sí mismos. Eso le pasó, por ejemplo, a Jack Nicholson en la notable Las confesiones del Sr. Schmidt; a Paul Giamatti y Thomas Haden Church en Entre copas; a George Clooney en Los descendientes y a Bruce Dern en Nebraska. Todos deben lidiar con alguna asignatura pendiente (como le pasaba al otro gran personaje aunque menos nómade de Payne, el de Matthew Broderick en Elección) y todos encaran una travesía de transformación.

Paul Safranek (pronunciése Safránec), el personaje de Matt Damon en Pequeña gran vida, es el que va más lejos de todos para superar sus crisis y sus miedos: se reduce a 10 centímetros para poder salir de su vida de clase media que está lejos de las pretensiones de su esposa (Kristen Wiig).

Como siempre, Payne hace partir su historia en Omaha —una ciudad real que es su Macondo proletario— pero esta vez se va tan lejos como una distopía o los fiordos noruegos.

Él mismo definió a la película como una “metáfora”, dándole un contenido político a todo este asunto con un mundo amenazado por un cóctel letal de cambio climático, superpoblación y capitalismo. Lo hace, a diferencia, de sus anteriores obras, con una película que depende de los efectos especiales y que va por el lado de la ciencia ficción, el comentario social, la historia de amor, el drama, la comedia y, finalmente, la gran aventura. Nunca Payne, quien ganó Oscar por sus guiones de Entre copas y Nebraska, había sido tan ambicioso.

La historia es alocada como lo eran The Truman Show y Quieres ser John Malkovich, dos referencias lejanas. Unos científicos noruegos consiguen reducir a los humanos a no más de 12 centímetros, una medida que permitirá afrontar mejor algunos de esos males modernos. Para eso construyen unos barrios privados en miniatura donde los humanos que accedan a ese procedimiento indoloro, podrán vivir con más dinero (el valor de las cosas también se reduce y los recursos se agrandan), más felices y más despreocupados. Es la misma utopía con la que Estados Unidos construyó los pulcros suburbios que el propio Matt Damon recorre en la aún en cartel, Suburbicon.

ficha
Pequeña gran vida
Pequeña gran vida (* * * *)
OrigenNoruega/Estados Unidos, 2017
Duración135 minutos
Estreno10 de enero

Título original: Downsizing. Dirección: Alexander Payne. Guion: Alexander Payne y Jim Taylor. Fotografía: Phedon Papamichael. Montaje: Kevin Tent. Música: Rolfe Kent. Diseño de producción: Stefania Cella. Con: Matt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Kristen Wiig, Rolf Lassgård, Ingjerd Egeberg, Udo Kier, Jason Sudeikis.  

Pero las utopías nunca salen como uno las imaginó y el pobre Safranek, un buen hombre como todos los personajes de Payne, se da cuenta que será de varios talles menos pero el tedio es del tamaño original. Se cruza, con un mercenario/contrabandista serbio (Christophe Waltz) y su socio (el siempre inquietante Udo Kier) y con una activista vietnamita, Ngoc Lan Tran (Hong Chau, merecidamente nominada al Globo de Oro) que escapó de su país en una caja de televisión y perdió una pierna en el intento. Juntos se embarcan en la aventura de sus vidas. La película juega con las expectativas del espectador y confinarla al territorio de la ciencia ficción es minimizar sus logros.

Payne, un especialista en la tragicomedia humana, va por más. Con momentos cinematográficamente muy buenos (la elipsis de la miniaturización; las escenas espejadas del comienzo), algunos chistes que funcionan mejor que otros. Todo un lado de la política está explotado de un ángulo que tira un poco para el estereotipo. Igual es de las pocas películas recientes en las que parece Cantinflas, lo que es simpático.

Es la propia ambición la que atenta contra el saldo final. Por mucho abarcar, Payne a veces entrevera, pero todo tiene un encanto y una ternura que la termina redimiendo. Como suele pasarle a los personajes de Payne.

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