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Un mundo a medida de los mamíferos

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Zootopia: la nueva de Disney. Foto: Difusión

La nueva de Disney, una historia sobre superar diferencias estelarizada por animales.

Desde afuera, el lugar es aún menos glamoroso de lo que suelen ser los estudios de cine en Hollywood. Lejos de la fantasía que vende la industria, los lugares donde se hacen las películas se parecen más a fábricas que podrían producir cualquier cosa menos la materia de los sueños infantiles. Acá pasa lo mismo. El equipo de directores, productores y más de 80 animadores que trabaja desde hace tres años en Zootopia creó un mundo de animales para animales repleto de detalles, colores, texturas y hasta climas desde un galpón ubicado al lado de un estacionamiento para los autos que acarreó la grúa. La película se estrenó ayer en Uruguay.

¿Habrá nacido allí la inspiración para crear a Judy Hopps, la protagonista del más reciente film de los estudios Disney, que se estrenó ayer? Es que Judy es una coneja nacida en el suburbio de La Madriguera, donde vive con sus padres y sus más de 200 hermanos, que sueña con mudarse a la gran ciudad para ser policía y colaborar para hacer del mundo un lugar mejor. Un gran propósito que se choca de frente con la realidad: los policías en Zootopia son animales grandes, búfalos, elefantes, leones e hipopótamos, y entonces la diminuta Judy queda relegada a ser controladora de tránsito. Y allí va, toda optimismo, ingenuidad y entusiasmo, a poner sus dones naturales al servicio de hacer más boletas que cualquiera de sus gigantes colegas.

El film animado dirigido por Byron Howard (Bolt), Rich Moore (Ralph, el demoledor) y Jared Bush imagina cómo sería la vida en una metrópolis creada por y para animales, más precisamente mamíferos de todas las formas y tamaños que conviven en armonía, aun cuando ser trate de depredadores que comparten el subte con sus presas naturales.

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"Hacía mucho que no se hacía una película protagonizada por animales. Le conté la idea a John Lasseter y me levantó en el aire como si fuera el Simba bebé", recuerda Howard al mencionar al carismático y expresivo mandamás de los estudios de animación de Disney y citar una de las escenas más emblemáticas de uno de los films de animales más exitosos de la factoría creativa que tiene bichitos parlantes en su ADN. Sin Mickey Mouse no existiría nada de la manada que vino después. Sin el ratón de voz aguda, elegantes guantes blancos y pantalones negros de vestir no habría elefantes orejudos y voladores, gatos aristocráticos ni aquel rey león llamado Simba.

"Cuando imaginamos este universo nos pusimos reglas. Los personajes tenían que verse y sentirse como animales de verdad. Aunque caminando en dos patas y vistiendo ropa. Pero sin parecer personas disfrazadas. Para eso investigamos su comportamiento y sus hábitats naturales. Fuimos a Kenya, al mismo lugar donde viajaron los creadores de El Rey León, y durante once días nos dedicamos a hacer safaris para ver la mayor cantidad de animales salvajes posible para inspirarnos. Al regreso tuvimos que rehacer todo lo que teníamos", cuenta ya resignado Dave Goetz, encargado del diseño de producción del film.

Para que la historia funcionara más allá del extraordinario trabajo visual, Judy, los fascinados ojos del espectador en Zootopia, necesitaba un antagonista. A la hora de pensarlo, el equipo de más de 400 personas que trabajó en el film buscó en el propio pasado de Disney para encontrar el candidato perfecto. Y lo encontró. Nick Wilde es un zorro rojo que se parece un poco al Robin Hood del film animado de 1973, aunque, a diferencia de aquel buen samaritano que robaba para darles a los pobres, Nick organiza pequeñas estafas para abultar sus propios bolsillos. Hasta que se cruza con la buena de Judy. Educada para pensar que los zorros son naturalmente taimados, la policía con cola de pompón entenderá los modos cínicos y algo hastiados del zorro como una confirmación de sus prejuicios.

Mi querido enemigo.

Si en un principio la idea de los cineastas era recuperar para el público actual la tradición de poner en el centro del relato animado un animal expresivo y tierno, al crear cada rincón de Zootopia y sus habitantes, llegaron a un resultado final algo más profundo que el de una simpática comedia con animalitos. Es que por todo el cuidado casi obsesivo en mantener las diferencias de tamaño entre los animales a escala y de dibujarles territorios en los que vivir lo que más se destaca de la historia es su mensaje.

Entre las risas y el caso policial que une a Judy y Nick, el guión también se ocupa de mostrar cómo se enfrentan, y no sólo por sus diferencias biológicas: Judy y Nick representan dos modos opuestos de ver la vida. La coneja es una fiel creyente en el lema de la ciudad en la que siempre soñó vivir. "En Zootopia todos pueden lograr lo que se propongan", repite siempre que puede, aun cuando la realidad empieza a mostrarle que es más fantasía que verdad y que la convivencia entre las especies es más tensa de lo que se imaginaba. Y esa desilusión es la que lleva a cuestas Nick, convencido de que uno es lo que es y no vale la pena luchar contra eso.

"Es una película sobre la amistad, sobre opuestos que se pelean, pero deben unirse. Ahí es donde encontrás el corazón de la historia. Y para que la dinámica funcione, debe haber química entre los protagonistas. Y acá la tenemos a montones, porque son dos personajes fantásticos. Fuertes cada uno a su modo", detalla Moore, que ya en Ralph, el demoledor había mostrado su habilidad para crear los protagonistas más interesantes donde otros realizadores hubieran visto apenas excusas para mostrar sus capacidades visuales.

De hecho, más allá del impresionante despliegue de escenarios, con seis distritos diferentes creados para las más de cincuenta especies que aparecen en pantalla, lo que hace de Zootopia una película inolvidable son sus personajes. De los más grandes a los más chiquitos. Y ninguno roba más escenas que Flash, el perezoso que trabaja en la oficina de registro del automotor a la que llegan Judy y Nick en busca de un dato que los ayude a resolver el misterio que los unió como colegas de ocasión.

"Todos quisieron trabajar en esa escena. Hasta Lasseter dirigió algunos de los cuadros. Hay que tener cuidado con las situaciones humorísticas porque uno las ve tantas veces, en tantas versiones diferentes, que en algún momento pierden su gracia para nosotros. Pero eso nunca pasó con Flash", advierte el director y guionista Jared Bush. Él fue también uno de los encargados de diseñar a Gazelle, la gran estrella pop de Zootopia, un símbolo de la ciudad que comenzó siendo una seductora diva, pero cuando Shakira aceptó prestarle su voz derivó en la versión final que se ve en pantalla, una artista que cuando la armonía animal empieza a hacer agua se transforma en una activa defensora de la igualdad entre depredadores y presas. Moviendo las caderas de gacela mientras canta el pegadizo himno de Zootopia: "No me voy a rendir. No voy a renunciar. Hasta que llegue al final y volveré a empezar de nuevo".

"No me voy a ir, quiero probarlo todo. Quiero intentarlo aun si puedo fallar".

El éxito con que se miden los éxitos de Disney irá al teatro.

Desde el éxito gigantesco, global y contagioso de Frozen: una aventura congelada, todos los films animados de Disney tienen que medirse con esa imposible vara de éxito. Y Zootopia tampoco escapará a ese destino, aun si está tan lejos del subgénero "princesas" como pueda imaginarse. Y si bien Frozen y su banda de sonido indeleble ya tienen más de tres años, volvieron a ser noticia cuando se anunció lo que todos esperaban: la fecha de su llegada a Broadway. Será en 2018, y aunque parezca que falta demasiado, un consuelo es que todo el equipo de guionistas y compositores del film está trabajando en la adaptación a la versión teatral.

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Zootopia: la nueva de Disney. Foto: Difusión

zootopiaNATALIA TRZENKO, LA NACIÓN/GDA -

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