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Motoqueros, tiburones, evangelistas y Guillermo del Toro en Guadalajara

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Guillermo del Toro

Crónica

Uruguayos se lucieron en uno de los escenarios más importantes del cine, el festival de Guadalajara; El País estuvo ahí

¡Alto que está pasando Guillermo del Toro! El hijo consentido de este festival es el único que paralizó el correteo constante de los 150.000 cineastas, programadores, estudiantes, periodistas y espectadores que recorrieron los pasillos del impresionante Conjunto de Artes Escénicas, moviéndose de una sala a la otra para ver las 295 películas programadas; o para asistir a las conferencias y clases maestras; o para cursar los distintos talleres coorganizados junto al Festival de Cine de Berlín; o para las reuniones de la industria en el mercado. Cuando del Toro asomaba el cuerpo, los guardias de seguridad que controlaban cada uno de los accesos prohibían el paso. Y ahí se lo veía, caminando en medio de un enjambre de cámaras, grabadores y fanáticos que le pedían autógrafos.

Del Toro regresó a su ciudad natal a financiar una beca para cineastas de animación, industria en crecimiento en tierras tapatías al punto de convertirse en el tema y causa de esta edición del festival, que se inauguró con la malograda película Día de muertos (Carlos Gutiérrez Medrano) y trajo invitados de lujo como los productores y dibujantes de la serie Bojack Horseman.

También llegó para reunirse con Netflix. De su cantera surgió The Highwaymen, el film dirigido por John Lee Hancock acerca de los investigadores que atraparon a Bonnie y Clyde, elegido para cerrar la muestra. La plataforma se convirtió en la protagonista de los rumores en los almuerzos colectivos. Se comentó que el próximo año la empresa desembarcará en el festival con una fuerte inversión, avecinándose así una tormenta de debates en torno a cómo tanto poder concentrado en el negocio cinematográfico cambiará las reglas de la distribución y exhibición.

Este tema estuvo sobre la mesa en conferencias como la del uruguayo Sandino Saravia, radicado hace cinco años en el DF y convertido en productor de películas mayores como Roma, Pájaros de verano del nominado al Oscar Ciro Guerra y Cristina Gallego y Divino amor de Gabriel Mascaro, la coproducción brasileño-uruguaya que conquistó a la mayoría de sus espectadores del festival. Este film, así como Temblores, la novedad del guatemalteco Jayro Bustamente denuncian el poder cada vez mayor de las iglesias evangélicas y su control sobre la vida de las personas: una fe descartable que va carcomiendo la intimidad, los nuevos totalitarismos.

Otro que se llevó todas las miradas fue Peter Fonda, que vino a dar una clase maestra sobre el 50 aniversario de Busco mi destino, que protagonizó y guionó junto a Dennis Hopper. El encargado de entrevistar al hijo de Henry, hermano de Jane y padre de Bridget fue Diego Luna, que pronto se dio cuenta u2014como todosu2014 que Fonda iba a hablar de lo que él quisiera y no de lo que se le preguntara. Mientras Luna se desprendía de los apuntes que había llevado, el veterano actor deslizó algunas anécdotas del rodaje y de su carrera, pero no estuvo a la altura de lo que se esperaba.

Pronto el tema de conversación pasó de Peter Fonda a Lucía Garibaldi, la directora uruguaya de Los tiburones, un relato de búsqueda y descubrimiento adolescente que se apega a los cánones del cine coming of age (estadounidense, pero también regional) protagonizado por un genial personaje femenino con espíritu vengativo. La película, que circuló de boca en boca entre los críticos, y se presentará en el próximo festival que organiza la Cinemateca Uruguaya, se quedó con el Premio Especial de Jurado, el premio Mayahuel al Mejor Guión y a la Mejor Actriz para Romina Bentancur, compartido con la actriz española Bárbara Lennie por su espectacular trabajo en la brillante Petra.

Petra, de Jaime Rosales, fue la gran ganadora de la edición, cuyo jurado supo reconocer la maestría con la que este director español expone las consecuencias de las heridas abiertas que siguen arrastrando los secretos del franquismo a través de un melodrama familiar de tratamiento atípico. Aquí hay una tragedia sin llantos, con una puesta de cámara a lo Tarkovski que resignifica el relato para darle una dimensión política.

Contundente pero más discreto fue el éxito del jovencísimo director uruguayo Lorenzo Tocco, que obtuvo el premio al Mejor Cortometraje con Bodas de oro, sección en la que además compitió Gerardo Minutti con Hogar. También fue aplaudida Vida a bordo, la tercera película del documentalista uruguayo Emiliano Mazza, que presenta un ejercicio cinematográfico acerca del trabajo de la tripulación de un barco que recorre el Paraná. Es notable el trabajo fotográfico, sonoro y musical de una película cuyo arco dramático está completamente manipulado desde la mirada cinematográfica. Se estrenará en mayo próximo, musicalizada en vivo por la Orquesta Filarmónica de Montevideo.

Lo ideal en el marco del festival hubiera sido ver esta obra luego de asistir a la clase maestra de Vittorio Storaro, quien está filmando en esta ciudad mexicana El rey de todo el mundo junto a Carlos Saura. Frente a una sala atiborrada, contó sus experiencias trabajando con Saura, Francis Ford Coppola y Bernardo Bertolucci (entre tantos otros), su fascinación por el uso de la luz del pintor Michelangelo Caravaggio y su concepción de los colores como estados anímicos de las distintas etapas de la vida.

Así se fue otro año del festival más grande de América Latina, en el que el cine uruguayo pisó más fuerte que nunca y sus cineastas terminaron convertidos en invitados de lujo.

Premios

Un repaso a otros premiados en Guadalajara

Entre las otras películas que se destacaron en la premiación, está la brillante Perro bomba (debut de Juan Cáceres), ficción con enfoque documental que a través de un protagonista denuncia la vulnerabilidad de la comunidad de inmigrantes haitianos en Chile. También Rojo, la tercera película del argentino Benjamín Naishtat en la que vuelve a explorar la fractura social y la latencia de la violencia, pero esta vez utilizando una puesta de cámara que emula los policiales estadounidenses de los u201970 para exponer el escenario social que hizo posible que se desarrollara una dictadura militar y los pequeños personajes que se aprovecharon de distintas maneras de la impunidad delictual que traía consigo el nuevo régimen. Su protagonista, Darío Gandinetti fue reconocido como el Mejor Actor. Entre los documentales se destacó la impecable Midnight family de Luke Lorentzen, el retrato de una familia de antihéroes que pasa las madrugadas manejando una ambulancia privada por las calles del DF en busca de víctimas sin seguro médico, poniendo a prueba su ética en una ecuación donde además de salvar la vida del paciente se juega la corrupción a distintos niveles para cobrar el servicios. Y El cuarto reino (Adán Aliaga), sobre la rehabilitación social en una ONG de un grupo de inmigrantes convertidos en marginales en Nueva York. La animación se lució con Buñuel en el laberinto de las tortugas (Fermín Solís), un detrás de cámara de cómo habría sido el rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan (1933), y la adaptación de la obra del periodista Ryszard Kapuu015bciu0144ski en Another day of life de Raúl de la Fuente y Damian Nenow.

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