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Maribel Verdú: "Uruguay tiene todo lo bueno de Argentina y no tiene nada de lo malo"

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Maribel Verdú

ENTREVISTA

Con su franqueza y simpatía, la gran actriz del cine español acaparó las miradas en esta 23° edición del Festival Internacional de Cine de Punta del Este

"Son las historias lo que más me importan, por encima de los personajes. Al personaje le pondré alma yo, le daré vida. Lo importante es una buena historia. Lo digo por experiencia: cuando me ofrecieron El laberinto del fauno, leí el guion y flipé. Me parecía una cosa muy loca, pero mi personaje me parecía una figurante con frase. Y cuando Guillermo del Toro nos mostró la película, dije, ‘pero si soy la prota, soy una heroína”, contó la gran actriz española Maribel Verdú, el pasado domingo en Casapueblo, donde tuvo lugar la conferencia de prensa, en el marco del Festival Internacional de Cine de Punta del Este. El día anterior, el sábado 16, la artista española había presentado en Sala Cantegril la película El asesino de los caprichos, de Gerardo Herrero, con la que se abrió esta 23° edición del festival, que hoy llega a su penúltima jornada.

“Cuando yo conocí Argentina por primera vez, hace 22 años, en unos días libres me vine a conocer Uruguay. O sea que la primera vez que vine no fue por un festival, sino por mi cuenta. Y creo que Uruguay tiene todo lo bueno de Argentina y no tiene nada de lo malo. Lo mismo que Canadá con respecto a Estados Unidos”, comenta la actriz con gracia. Casualmente, la primera visita de Verdú al Río de la Plata fue para rodar Frontera sur, película de 1998, donde también fue dirigida por Gerardo Herrero, otra de las grandes figuras de este festival. “Fue hace 22 años, yo venía de rodar en Chile, un rodaje durísimo, terrible. Y llegué por primera vez a Argentina, y ese país se convirtió en mi segunda casa. En Chile estaba solita, y en Argentina, me invitaban a un asado, a una partida de tenis, a un karaoke. Íbamos al rodaje con cuatro horas de sueño. También, éramos todos más jóvenes”, recordó Verdú con humor. 

Maribel Verdú
Maribel Verdú, en Casapueblo el pasado domingo. Foto: Ricardo Figueredo

-América Latina siempre ha ocupado un lugar importante en tu carrera...

-Totalmente. Yo decidí en su momento no aprovechar las oportunidades que la vida me dio para irme a Estados Unidos: había algo que me echaba para atrás, llámalo miedo, o como quieras. Lo hice en su momento, pero el mercado iberoamericano es el que a mí me da la vida. Yo soy muy conocida en todos estos sitios, me siento muy querida, me llaman para trabajar. Argentina, México, todos sitios donde me siento como en casa.

-Y grandes directores mexicanos han sido muy importantes en tu trayectoria...

-Sí, los directores mexicanos han sido muy importantes para mí. Tanto Guillermo del Toro como Alfonso Cuarón me han enseñado, y he aprendido mucho con ellos, cosas que sigo utilizando como actriz día a día. Principalmente eso de trabajar desde la verdad, desde la honestidad. Ellos han sido para mí verdaderos maestros, y me han dado tanto, y tengo tanto para agradecerles. Y más allá de ellos dos, hay muchos directores que me han aportado mucho, a lo largo de mi carrera, con más de 80 películas. Tantos que no podría ponerme a enumerarlos. 

Maribel Verdú
Deslumbrante, Maribel Verdú, en la ceremonia de apertura del Festival. Foto: Ricardo Figueredo

-Y ahora te estás abriendo al universo de las series.

-Sí, ahora he hecho una serie mexicana, con Telemundo, una coproducción con España, que acaba de ganar varias nominaciones para un festival de Nueva York. Se llama No te puedes esconder, está en Netflix, y es el segundo papel de policía que hago, luego de El asesino de los caprichos. Es una colaboración muy pequeñita la que hago en esa serie, pero está muy guay.

-El espectador de series es menos paciente que el del cine.

-Y cómo! Los que vemos series, además de cine, somos unos ansiosos. Cuántos capítulos puede ver una en una noche, prometiéndose que éste va a ser el último. Y te vas hasta la madrugada. Es que desasosiega, te da una ansiedad, sobre todo esas series que saben despertarte curiosidad sobre el capítulo que viene. 

-¿Qué le dirías a los actores que están empezando la carrera?

-Qué sean fuertes, no te queda obra. Hay que creer en uno, y creer que se está seguro de uno mismo, aunque no le estés. Que nadie te note vulnerable, porque te comen. Yo lloro a solas, me desahogo con mi gente, y luego llego al rodaje y me puedo morir por las esquinas, pero sin que nadie me vea. Claro que eso es según los rodajes: hay algunos que es como estar en tu casa. Pero es un trabajo de cabeza muy importante el que tienes que hacer.

-¿Hoy podés elegir a qué proyectos sumarte?

-Sí, hace muchos años. Fue cuando encontré como una estabilidad en mi vida, y me dije que me importa más mi vida que mi trabajo. Priorizo mi vida sobre mi trabajo, y solo quiero hacer las cosas que me gusten mucho. Y que puedan interesar al público.

-¿En tu niñez tenías algún rasgo de la actriz que ibas a ser?

-No, solamente que de niña yo veía todas las series. Y quería ser Jaclyn Smith, de Los ángeles de Charlie. Estaba enamorada de ella. Y vivía con mis abuelos, en una casa de militares, con todos mis tíos. Y tenía una íntima amiga, que su padre era ebanista. Y nos hacía pistolas de madera. Y yo me pasé la infancia deteniendo a todos mis tíos. Yo no sabía si quería ser detective privado o una actriz que interpretaba ese personaje.

-¿Pero de niña querías ser actriz?

-En realidad, no pensaba que existiera el trabajo de actriz. Pero en las fiestas del barrio y del colegio siempre me disfrazaba. Y me inventaba disfraces, y me presentaba en el escenario, y siempre ganaba. Creo que por el desparpajo. O sea que siempre he sido muy... no sé cómo decirlo. No sé la palabra, pero era algo que me gustaba mucho. Yo para aprender las lecciones, ponía cojines en el sofá y hacía de profesora. No sabía si quería ser profesora o actriz, no sabía diferenciar. Mi abuela decía que yo era muy novelera.

Festival de Cine de Punta del Este
El sábado pasado, en la apertura del Festival. Foto:Ricardo Figueredo

-Y ahora, un teatro que lleva tu nombre.

-Sí, no es que sea mío, te imaginas, pero tiene mi nombre. Se inauguró el año pasado, en Fuenlabrada, que es un municipio de Madrid. Es un centro cultural muy dinámico, donde van muchas obras de teatro, danza, conciertos. Es una sala que están gestionando muy bien. Y me hizo mucho ilusión que esa sala lleve mi nombre.

-En teatro uno de tus éxitos fue Un dios salvaje, de Yasmina Reza, que trata sobre la educación de los jóvenes.

-Sí, fue increíble. Es una obra que trata sobre la educación, que es la base de todo. La educación y la cultura: cómo educamos a nuestros hijos, con qué valores. A mi me pone enferma que alguien tire algo a la calle, aunque sea una colilla. Y si los hijos ven que los padres lo hacen, lo van a repetir. Si ves a tus padre leer, es bien probable que seas lector. Yo creo que soy primero lectora y luego actriz, porque lo que mamado desde pequeña. Y también el cine. Mis padres me llevaban de pequeñita. Y también los cines de verano. Donde veraneábamos, siempre íbamos al cine. Todo viene desde la base, de lo que has visto en tu familia. 

una exitosa edición

Un festival que acerca el cine a la playa

El sábado pasado de tardecita, en Sala Cantegril, la fila para entrar al cine era enorme. Hacia las 20.00 tuvo lugar la ceremonia de apertura de esta 23° edición del Festival de Cine de Punta del Este, que está llegando hoy a sus últimas actividades. De hecho, esta noche a las 22.00 en Sala Cantegril será la ceremonia de clausura, con la exhibición de Arab Blues, película de Túnez dirigida por Manele Labidi Labbé.

En la semana escasa que dura el festival, la actividad cultural de Punta del Este y Maldonado se acelera, con una avalancha de más de 40 películas, de todas las geografías y géneros. Además de unas serie de charlas y mesas de debates, en las que se les da la palabra, desde a figuras destacadas, hasta primerizos de la actividad audiovisual uruguaya. De la oferta cinematográfica, inabarcable, destacó por ejemplo Lazos de familia, de Ken Loach, un duro corte a la sociedad británica de la clase media, a través de la vida de un trabajador que se siente desbordado, entre su familia, su nuevo trabajo y sus deudas.

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