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Juana Viale: “Me llevo bien con las críticas”

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Juana Viale. Foto: Darwin Borrelli.

ENTREVISTA

La actriz pasó estuvo por Montevideo en el marco del MONFIC y charló con El País sobre la película "Camino sinuoso", la serie "Edha", las críticas, Mirtha Legrand y más

Juana Viale pertenece a una estirpe de artistas argentinos cuyo legado comienza con su abuela, Mirtha Legrand. Tanto su madre, Marcela Tinayre, como su hermano Ignacio, han seguido por la senda familiar trabajando en cine y televisión. Juana Viale tiene 37 años, es actriz, conductora y tiene uno de los rostros más conocidos y bellos de Argentina. Una mirada fuerte que impacta y no pasa desapercibida, ha sido su sello característico junto a una serie de personajes más bien oscuros, misteriosos y villanescos que ha interpretado desde que comenzó en la actuación, hace ya 16 años.

Esta semana estuvo en Uruguay gracias al Monfic, donde presentó la película Camino sinuoso (ver recuadro), un policial donde comparte elenco con Arturo Puig y Geraldine Chaplin.

Tenerla a Juana Viale da la posibilidad de ver a una joven más risueña, simpática y divertida que los personajes que suele interpretar en la pantalla y de charlar sobre esta película, la serie Edha, las críticas, Mirtha y más.

película

Camino Sinuoso

Camino sinuoso es de 2018, pero no se había visto en Uruguay hasta ahora, en el marco del Festival Internacional de Cine de Montevideo, que termina hoy en Movie de Montevideo Shopping. El thriller fue escrito y dirigido por Juan Pablo Kolodziej, tiene música de Fito Paez, y Viale interpreta a una atleta olímpica en violenta relación, y líos con su pasado.

—¿Qué te gusta de ser actriz?

—Contar historias. Interpretar papeles, ahondar en otros mundos, otras realidades, otros conflictos. Dejar de ser uno por un rato, para poder adoptar otra piel.

—¿Cómo te llevás con las críticas?

—Bien; lo de ser actriz es ese mundo y las críticas son como otra rama dentro de la profesión donde uno nunca está excluido de eso. Es parte del trabajo, hay algunas que son súperconstructivas y está buenísimo porque eso hace al crecimiento. Me llevo bien con las críticas.

—¿Sentís que hay un ensañamiento de algunos críticos contigo?

—No, yo me concentro en mi trabajo y considero que quien critica el trabajo de uno siempre está enfocado en lo profesional y por eso siempre son bien recibidas y son las que por ahí, merecen el eco. Después, el resto cae por su propio peso.

—Tus personajes suelen ser un tanto fríos y distantes, así han sido en tus últimos proyectos como Estocolmo, Edha, y ahora en Camino sinuoso.

—Mía es un personaje bastante sensible y quebrada por la vida. Creo que a ella el llamado telefónico de la mujer de su padre la hace tomar una decisión, ya que estaba como estancada en un estilo de vida, en un patrón, un círculo vicioso de eso que se muestra. Tomó esa iniciativa y arranca para atravesar ese camino que había dejado abandonado por no tomar decisiones ni hacerse cargo de sus cosas.

—También era volver para recordar el dolor que sufrió.

—Creo que pasa en la vida: cuando no te hacés cargo de ciertas cosas, el tiempo te las va a llevar. O te hacés cargo o te hacés cargo, y eso siempre es una herida. Porque si no la habías curado, es como sacar la cascarita y volver a sanarla bien.

—En un momento, Antonio Birabent, que interpreta a tu esposo, dice algo como: “no sé para qué me casé con una mujer que no sirve para nada”.

—Lo loco es que existe eso. Hay realidades así constantemente. Cuando presentamos la película en Puerto Madryn, al final hicimos un foro con todo los que habían ido a verla. Y salió esto de la violencia en el hogar, y pasa; es un patrón, una manera de vincularte donde al final la víctima se termina haciendo responsable, y fue muy interesante abordar ese personaje. Porque tenía que ser un abordaje sin juzgar, porque es una situación dura.

—¿Te pasó alguna vez de vivir una situación así?

—No, no, no. Lejos. Tuve mi pareja, que es el padre de mis hijos y es un excelente padre, un excelente ex.

—El final no deja claro el futuro de Mía. ¿Cómo te lo imaginás?

—Creo que es como un pasaje abierto, pero creo que ella hizo un quiebre, dio un paso adelante, cambió la perspectiva sobre su vida y tiene alguien a quien cuidar. Y creo que volver a atrás sería deshacer todo lo andado.

—El año pasado estrenaste la serie Edha en Netflix.

—¿Fue el año pasado? Siento que pasaron como seis años. Mi vida es un vértigo que no da respiro.

—¿Cuál fue el problema de Edha? Tenía todo para ser exitosa, una buena historia, gran elenco y guionistas, pero no funcionó.

—No sé, yo la viví muy bien cuando la realicé, obviamente mucho tiempo antes que se lanzara, y después la castigaron mucho. Pero la gente me habla cosas buenas de la serie, que ha gustado. Creo que son decisiones más de productores, visiones de billetes o cosas así; no podría decirte otra cosa porque todos los que transitamos Edha estábamos muy a gusto con la serie. Pero hay cosas que quedan ahí, son la carnada para cosas más interesantes, para un pez más gordo.

—¿Y cuál sería ese pez gordo?

—No sé, uno nunca sabe.

—¿Ya estás con proyectos para el año que viene?

—Sí, ahora empiezo una película, el 25 en Argentina; terminé una hace un mes y estoy con proyectos de teatro y varias películas para el año que viene, por suerte. Y estoy viendo, tomando decisiones, porque no hay que dejarse llevar por la locura del aquí y ahora, sino intentar hacer proyectos que me den placer. Porque uno no solo tiene que esperar a que le lleguen, tiene que hacer sus propios proyectos.

—¿Sos de ir a buscar cosas nuevas?

—Sí, hay que buscar proyectos o generarlos. Hablar con amigos que tienen ganas de hacer cosas, poner cada uno un granito e ir para adelante.

—¿Y qué te atrae de un proyecto?

—Muchas cosas. Principalmente el leer un guion y que te atrape de entrada, es como la clave, que puede ser cualquier cosa, una comedia, un drama, algo de género. Y después que toda esa mujer que tenga que interpretar, o ese hombre, ese personaje, tiene que tener algo oculto que para mí es lo más interesante, y eso no siempre está explícito en la película. Es buscar qué trae a que ese personaje sea ese personaje. Eso se construye mucho con la lectura y junto al director. También me gusta mucho filmar en exteriores. Puede ser en Villa La Angostura donde hicimos Camino sinuoso, o España donde me ha tocado filmar, porque me gusta mucho estar en contacto con el medio, no me gusta estar encerrada, entonces si son proyectos que sean en la montaña, vamos.

—En Camino sinuoso hay dos cosas que hace tiempo no veía en vos: reírte y bailar.

(Se ríe) Puede ser. Todos mis personajes son muy serios, muy sufridos. En Camino sinuoso me río un ratito y bailo otro ratito en el Baile de la Trucha Roja.

—Pese al tono de la película, parece que se divirtieron durante la filmación.

—La pasamos muy bien, filmamos en Villa La Angostura que es una ciudad en Neuquén preciosa. E ir a filmar allá y estar mucho tiempo allá, hizo que se creara una convivencia en equipo entre la gente de rodaje; se arma un misticismo que si se da, es genial. Hay otras oportunidades en las que te llevás de perros, pero si congenias es muy lindo. Me pasa que veo la película y no veo la trama, miro que esta escena la filmamos tal día, esta otra en tal lado, pasa mucho de todo eso, ir al momento donde se filmó.

—-Además filmás con Arturo Puig, quien es probablemente la imagen del padre cariñoso de la televisión, y en esta película tiene un rol bien distinto al de Grande Pa.

—Qué personaje se manda, gran personaje. Arturo está bárbaro y fue un gran compañero. Vivíamos todos en la misma hostería, y desayunábamos todos juntos; él se iba a filmar y uno se iba a caminar por el bosque o al lago, era increíble.

—Si bien no compartís escenas, también trabajaste con Geraldine Chaplin.

—Sí, pero convivimos. Es una reina.

—¿Cuál es más reina, Geraldine o tu abuela?

—No, son personalidades distintas, nada que ver. Geraldine es una mujer bailarina, superplástica con el cuerpo, hacía sus escenas sin dobles. Una reina para laburar.

Juana Viale. Foto: Darwin Borrelli.
Juana Viale. Foto: Darwin Borrelli.

—Entre nosotros, ¿a Mirtha le gusta que le digan bisabuela?

—Sí, le encanta. Igual le dicen abuela, porque entre que le dicen bisabuela, ya cruzó la calle. Pero le encanta, re-abuela es ella.

—¿Te ves volviendo a conducir una “mesaza”?

—Probé, porque le hice la gamba cuando se rompió la pierna, pero no, por ahora no. Ahora en mi vida, conducir no está en mis proyectos.

—Me decías que tenés muchos proyectos a futuro, ¿cómo se conlleva el trabajo con la vida de madre?

—Ahí, mechando, acompañando, hace 16 años que soy actriz y hace 16 años que soy madre, así que todos se criaron conmigo en esta profesión, están muy acostumbrados y vas mechando. No hay una receta.

—¿Y los nenes no tienen pensado seguir el legado familia que viene de la bisabuela?

—No, no sé. Todavía no. Que hagan lo que deseen sin presiones, que experimenten, caminen, curtan, se frustren, porque es parte de la vida.

—Con Victória Césperes trabajaste varios años. ¿Se mantiene la amistad después de La sangre de los árboles?

—La uruguaya está bien, estuvo trabajando con Manuela da Silveira, hizo una comedia musical, y ahora está en Argentina filmando una película.

—¿Sus caminos se vuelven a cruzar?

—Entre nosotras, nunca se dejaron de cruzar.

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