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Huele a espíritu adolescente

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De las 15 películas más taquilleras de la historia, 13 son parte de una franquicia.

El cine que se estrenó este año dejó en claro que la franquicia sigue reinando en las salas.

La mejor película del año, de una lista que solo incluya las estrenadas en Uruguay, es Mad Max: Furia en el camino. La película más importante, en tanto, es Star Wars: El despertar de la fuerza, que se coló a último momento en cualquier balance de 2015.

Las dos tienen elementos en común. Son revitalizaciones de sagas iniciadas en el final de una era y década (Star Wars es de 1977; Mad Max de 1979), apelan al viejo legado aventurero del cine estadounidense y representan la mejor cara de la tendencia actual del cine industrial: la franquicia. Si cada etapa en la historia del cine tiene una corriente que la define, la de ésta es la de la recurrencia a series, ideas y fuentes ya probadas.

Es la era del reboot, la remake, el refresh, el spin off y tantos otros anglicismos que más o menos quieren decir lo mismo: tomar un producto amortizado y sacarle más rédito. A eso hay que sumar las adaptaciones de cómics (monarcas de la cultura contemporánea), videojuegos y cualquier otro invención de probada o generada resonancia, principalmente entre los adolescentes.

Porque convengamos: las películas de ahora las pueden ver los adultos jóvenes e incluso adultos hechos y derechos. De hecho, van y mucho. Hasta parecen tener expectativas sobre la próxima película de Marvel y todo. Pero la confección, el escenario, el libreto, los personajes están, en general, destinados a los púberes y a su nivel de diversión y entretenimiento. Son los que consumen ese material.

Esto no es nostalgia. Es un hecho. Repase el nivel de exigencia de gran cantidad de los estrenos del año y pocos pasan con regular bueno. La mayoría están al servicio de un fin mayor: la próxima película, el próximo negocio. Las dos más grandes franquicias del momento, además, pertenecen a Disney.

Está clarísimo que Holly-wood ha dado las mejores películas de su historia partiendo de premisas como las actuales, y que la mayoría de los grandes recuerdos que uno tiene del cine son muchas veces, meras excusas para pasar una tarde comiendo pop. Hay momentos en los que no hay nada tan lindo como una buena película estúpida. El cine de hoy debe ser juzgado no en comparación con el anterior ni por lo que uno quisiera que fuera, sino por lo que es.

Y la palabra clave es franquicia. Las más importantes del año —además de Star Wars y Mad Max— fueron El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos; Rápidos y furiosos 7; Avengers: Era de Ultron; Mundo Jurásico; Terminator: Génesis; Misión imposible: Nación secreta; 007 Spectre y Los juegos del hambre: Sinsajo El final. Entre ellas se robaron todas las campañas de marketing y en el lote se esconde un par de buenas películas (Rápido y furioso, Misión imposible, algunos momentos de Avengers)

Pero la lista completa es tan agotadora como la tendencia. Es necesario reproducirla para ver la dimensión del fenómeno: Una noche en el museo 3: El secreto de la tumba; Los pingüinos de Madagascar; Bob Esponja: Un héroe fuera del agua; La dama de negro 2: El ángel de la muerte; Tinker Bell y la bestia de Nunca Jamás; Héroe de centro comercial 2; El exótico Hotel Marigold 2; La noche del demonio: Capítulo 3; Poltergeist: Juegos diabólicos; Socios por accidente 2; Mundo Jurásico; Terminator: Génesis; Dragon Ball Z: La resurrección de Freezer; Los 4 Fantásticos; Ted 2; Magic Mike XXL; Más notas perfectas, Sinister 2; Maze Runner: Prueba de fuego; Hotel Transylvania 2; Actividad paranormal: La dimensión fantasma.

A eso habría que sumar películas que se estrenaron este año con potencial de franquicia como Cincuentas sombras de Grey; Kingsman: El servicio secreto; Ant-Man: El hombre hormiga, Vacaciones; El agente de Cipol y El último cazador de brujas.

Capaz que la culpa la tiene Harry Potter, aunque quizás el sospechoso de siempre sea, precisamente La Guerra de las Galaxias, ahora rebautizada sencillamente Star Wars, creándole una nueva identidad para una nueva generación y una brecha generacional y cultural de esas que provocan debates familiares.

El mago creado por J.K. Rowling, consiguió permanecer gracias a que, acomodando la máxima de Lou Reed, creció en público y con su público. Eso generó una audiencia cautiva y deja vivas y rentables a todas las películas: siempre va a haber alguien que va a querer empezar tarde, ponerse al día o descubrirlas. No es nuevo (James Bond, Abbott y Costello, las viejas seriales de las décadas de 1930 y 1940, las películas de Truffaut con Jean Pierre Leaud) pero nada es demasiado nuevo en el negocio del cine. El último gran avance tecnológico ya está adaptado a las viejas formas de vender las películas antes de darse a conocer.

Hoy eso está en todos lados, y con los grandes estudios apropiándose otra vez de la distribución y la exhibición, cada vez lo va a estar más. La línea de tiempo de Avengers, por ejemplo, ya abarca un universo de una decena de franquicias conviviendo en incestuosas apariciones en películas ajenas. Ya hay planeadas películas desprendidas de ese árbol hasta 2020, donde quizás con tres películas Marvel aún sin título se termine la pavada. Vendrá algo que sea quizás peor, pero ya no me va a importar tanto.

CINCO RAZONES POR LAS QUE MAD MAX ES LA MEJOR PELÍCULA DEL AÑO.

George Miller.

El director transformó la historia que lo consagró (la de un hombre desesperado en un mundo posapocalíptico en el que todo el mundo anda en hot-rods y escasea la nafta), le cambió algunas cosas y consiguió una película de acción como las de antes, lo que es tremendo elogio. En sus efectos especiales casi análogicos, en el pulso de las escenas y en una carrera que no para, está el trabajo de un gran director.

Furiosa.

El personaje de Charlize Theron es la gran protagonista por más que la película refiere desde el título al primitivo de Max, el loco. Pero esta es una película sobre mujeres, su poder y su liberación del primitivo yugo patriarcal. Theron es una gran actriz, y Furiosa, una emperadora manca y de armas tomar, es uno de esos papeles que le permite mostrar su reciedumbre, su belleza y su ductilidad actoral.

El color.

Desde el amarillo furioso de ese desierto australiano que los seguidores de la saga ya conocen, al óxido del metal, a las señales de humos rojos y negros que salpican el cielo de alarma, la paleta cromática de la película es bellísima. Una gran parte, además, transcurre bañada en un azul tenebroso que es usado como recurso para reflejar ese paraíso perdido del que también habla la película.

El guión.

Escrito por el propio Miller y los debutantes Nick Lathouris y Brendan McCarthy, el libreto es preciso y no da respiro a la acción. Es como un videojuego en el que se va pasando implacablemente de pantalla. Pero a su vez le encuentran la vuelta, como los grandes clásicos del cine de acción, para darle humanismo a personajes más grandes que la vida misma. Y que también sabe ponerle comedia al asunto.

Originalidad.

¿Un guitarrista de heavy metal en el medio de la batalla? Compro. Y esa es solo una entre las grandes ideas que abundan. El ejército de muchachos locos, los hombres zancudos, la manera de sobrevivir del tirano... Todo es parte de un paquete que renueva una franquicia conocida y la hace nueva. Y está Tom Hardy, una estrella con un carisma que sobrepasa al de Mel Gibson en su mejor momento.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
De las 15 películas más taquilleras de la historia, 13 son parte de una franquicia.

Especial cine 2015FERNÁN CISNERO

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