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¿Cómo es "How Can You Mend a Broken Heart", el documental sobre los Bee Gees?

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Bee Gees. Foto: Difusión.

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El documental "How Can You Mend a Broken Heart", disponible para alquilar en Flow y NSNow, repasa la historia de uno de los grupos más exitosos de la historia

Grabaron algunas de las canciones más exitosas de la historia, vendieron más d 120 millones de discos en todo el mundo y lograron que el falsete se convirtiera en el sello de su música. Los Bee Gees, el grupo protagonizado por los hermanos Barry, Robin y Maurice Gibb, son parte de la banda sonora que definió el siglo XX. Y, sin embargo, a finales de los setenta las críticas y burlas de los conservadores del rock fueron tan fuertes que lograron apagar una parte de la llama creativa del trío de hermanos.

Afortunadamente, el tiempo pone las cosas en su lugar, y llegó el momento de reivindicar su legado. Y How Can You Mend a Broken Heart?, el documental de Frank Marshall que está disponible para alquilar en NSNow y Flow, le hace justicia a una historia llena de amores, odios, reinvenciones y pérdidas. 

El título, tomado de una de las baladas más refinadas del trío, resume muy bien la intención de Marshall hay una delicada búsqueda por reparar el corazón roto de Barry Gibb, el último miembro vivo de los Bee Gees, que perdió a Maurice en 2003 y a Robin en 2012. A eso se le suma la muerte de Andy, su otro hermano, que construyó en una exitosa carrera solista en los setenta y que falleció repentinamente en 1988. “Aún no puedo aceptar que no estén aquí”, dice Barry con la voz quebrada sobre el final del documental. “Preferiría tenerlos aquí que a todos esos éxitos”.

Pero How Can You Mend a Broken Heart? es mucho más que un tributo entre hermanos. Es un documental dedicado a revalorizar el aporte del grupo que llevó a la música disco —aunque su extenso catálogo va mucho más allá del género bailable— a la cima del mundo de la mano de los éxitos “Stayin’ Alive”, “How Deep Is Your Love?”, “Night Fever” y “If I Can’t Have You”.

Con esas canciones de la banda sonora de Fiebre de sábado a la noche (1977) vendieron 40 millones de discos y llenaron unos cuantos estadios. Pero fueron la cara visible de la agresiva campaña Disco Sucks (“La música disco apesta”), que llegó a su punto máximo en julio de 1979, cuando el locutor Steve Dahl organizó una explosión de vinilos del género —la banda sonora de Fiebre de sábado a la noche y su sucesor, Spirits Having Flown, fueron los favoritos— en un estadio béisbol de Chicago.

Los hermanos Gibb sufrieron en primera persona las consecuencias de un movimiento que mostraba el profundo odio de los conservadores estadounidenses contra un fenómeno cultural nacido en los bares gays y protagonizado por artistas negros. En una entrevista realizada a Maurice Gibb en 1999, el cantante relata como el movimiento afectó su gira de presentación de Spirits Having Flown. “El FBI y el Servicio Secreto rodeaban nuestro avión cada vez que aterrizábamos por una amenaza de bomba. Era aterrador”.

Pero eso no es todo. Unas cuantas radios estadounidenses se negaban a pasar sus canciones tras el rechazo de los adeptos al movimiento anti-disco. “Los Bee Gees no podemos sacar un éxito porque Fiebre de sábado a la noche tuvo éxito. Eso es estúpido”, denunció Barry en una entrevista de la época. “Somos un grupo pop, no una fuerza política. Nos gustaría vivir en los ochenta. ¿Les molesta?”.

Lamentablemente, el fuerte rechazo contra la imagen del grupo hizo difícil su existencia en la década protagonizada por el synth-pop y el glam-metal, pero el trío encontró una solución al dedicarse a componer éxitos de Barbra Streisand, Diana Ross y Dionne Warwick. También publicaron los discos Living Eyes, E.S.P. y One, pero la recepción no fue tan buena como en su época de oro. El daño ya estaba hecho y Barry quiere que el espectador lo sepa.

Lo más valioso del documental de Marshall es que logra reparar el corazón roto de los Gibb a través de un repaso por sus grandes discos y de varias entrevistas con figuras de la música actual, como Noel Gallagher, Chris Martin y Nick Jonas. También participa Eric Clapton, una leyenda de la guitarra. “Me impactaron”, comenta Gallagher para tratar de definir su admiración por los primeros discos del trío. “Era el clásico sonido pop de los sesenta, pero tenía algo más: eran hermanos cantando. Y cuando cantan unos hermanos es como un instrumento que nadie puede comprar”.

Basta con escuchar las armonizaciones de los Gibb en clásicos como “In My Own Time”, “Massachusetts”, “I Started a Joke” y “New York Mining Disaster 1941” para comprobar que se está frente a un sonido de tanta delicadeza y perfección que ni siquiera las voces de The Beatles al frente de “Because” y “This Boy” logran ese efecto. Los lazos sanguíneos permiten que las tres voces suenen como una sola, y eso es inigualable.

Hasta que llegó la banda sonora de Fiebre de sábado a la noche, los Bee Gees pasaron por unos cuantos altibajos. Para cuando alcanzaron la cima a finales de los sesenta, Robin se lanzó como solista. Luego se reunieron y tras una serie de discos que quedaron en el olvido, llegó “Jive’ Talking” (1975), que revivió su carrera a base de un sonido funky. Ese disco, llamado Main Course, incluye “Baby As You Turn Away”, la canción con la que descubrieron las bondades del falsete, que luego definiría su regreso a la cima de las listas de éxitos.

How Can You Mend a Broken Heart? ofrece un exhaustivo repaso a la música del grupo, y deja al espectador con las ganas de repasar sus éxitos y redescubrir su discografía. Es una reivindicación más que merecida.

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