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"El hombre invisible" llega al streaming: tras su fugaz paso por el cine se estrena en NSNow

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Elisabeth Moss

Estreno

La película utiliza el género del terror para contar una historia que está hablando sobre violencia doméstica y la situación de sus víctimas

Elisabeth Moss
Elisabeth Moss

Aunque no siempre es tan evidente o suene pretencioso, debería entenderse que incluso un género tan poco académico como el cine de terror, siempre ha servido para hablar de asuntos trascendentes. Así, y para usar el ejemplo más repetido, uno puede leer, desde La noche de los muertos vivientes, las películas de zombies como una metáfora, por ejemplo sobre la sociedad de consumo (incluso una de ellas transcurren en un shopping) o un análisis, desde cualquier bandería, de, digamos, la inmigración. O el panorama de una pandemia, que ya van a venir de esas.

Jordan Peele utilizó el género para hablar de asuntos actuales y urgentes en ¡Huye! y Nosotros y las consecuencias de la crisis económica de la década pasada sobrevuela películas como It Follows (que también habla del sexo en tiempos así y es una gran película) de David Gordon Mitchell o, incluso No respires del uruguayo Fede Alvarez.

Y hasta el papel masculino en la nueva familia nuclear es una lectura muy válida de El resplandor de Stanley Kubrick.

Dos películas recientes -que pueden considerarse de terror- tocan el tema del relacionamiento tóxico de los hombres hacia las mujeres. Una de ellas es The Assistant, seguramente la película más espeluznante sobre la conducta de personajes como Harvey Weinstein y uno de los mejores sobre el tema surgida al amparo del movimiento #MeToo. La directora, Kitty Green, cuenta la historia de la ayudante de un poderoso ejecutivo del cine que es un monstruo que nunca se ve pero asusta. Que la referencia estética sea el cine de la belga Chantal Akerman —que nada tiene con el horror, al menos tal como lo conocemos— le da una dimensión aun más aterradora.

La otra película, en este caso directamente vinculada a la opresión de la violencia de género es El hombre invisible de Leigh Whaldenn. En Uruguay, se estrenó el 5 de marzo y su pasaje en salas, acá y en el mundo, estuvo marcado por la pandemia. Desde este fin de semana está en la grilla de películas en alquiler de NsNow, el servicio de streaming de Nuevo Siglo que es técnicamente su estreno local. Se exhibió con insistencia, eso sí, en la hoy extinguida modalidad de autocine.

Universal retoma, así, la conocida historia que H.G. Wells escribió en 1897 y que se popularizó en la versión cinematográfica de 1933 (con Claude Rains envuelto en una venda) que no estaba mal porque la dirigía James Whale. Generaciones mucho más recientes recuerdan la lectura que de ese texto hizo Paul Verhoeven en 2000 y que se llamó El hombre sin sombra y que tampoco estaba nada mal.

En esta nueva El hombre invisible ha quedado muy poco de esos antecedentes, más allá de un científico loco que consigue la alquimia para generar invisibilidad. No va a emplear el recurso para cosas buenas.

Para empezar esta nueva visita a esa fórmula, le quita protagonismo al invisible para centrarlo en su víctima. En este caso es una mujer (Elisabeth Moss) quien logra escapar de la violencia que ejercía sobre ella, un marido que, después de suicidarse, parece seguir acechándola. Todos piensan que esta loca, menos nosotros que sabemos que la película se llama El hombre invisible y ahí está la explicación de todo.

Lo que sigue es, principalmente, una historia de suspenso contada con corrección por el director Leigh Whannell (que viene de la saga de La noche del demonio) beneficiándose de los aportes de la banda sonora de Benjamin Wallfisch y la fotografía de Stefan Duscio. Consiguen generar tensión más allá de los baches del guion y de algunos recursos demasiado protocolares. Pero la cosa, como en muchas películas de terror pasa por otro lado.

“Fue idea de Leigh Whannell acercarse a El hombre invisible contándolo desde la perspectiva de la víctima y convertirlo en una analogía para las mujeres a las que no se les cree, a las mujeres a las que no se les escucha, a las mujeres que se les dice que están locas o emocionales cuando creían que algo les estaba pasando”, le dijo Moss a The New York Times. “El paralelo es increíblemente obvio e increíblemente relevante”.

Al igual que La asistente, cuyo terror es 100 veces menos explícito, lo que más espanta de El hombre invisible es, principalmente, eso: la imposiblidad de la víctima para que le crean lo que le está pasando con su marido. Es esa incomprensión (es como una Sarah Connor al comienzo de Terminator 2, una referencia que es explícita en un par de escenas) es lo que hace más tremendo todo.

El compromiso de Moss para el papel es evidente y su actuación es de una exigencia de las demandantes. Porque en definitiva es una mujer sola luchando sola con un monstruo que nadie, ni ella misma, puede ver. Y en su desesperación queda claro que, cualquier similitud con hechos de la vida real, acá, no son mera coincidencia.

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