Publicidad

Historia real cuidadosamente planeada apuntando al Oscar

Compartir esta noticia
Knightley, Cumberbatch y varios colaboradores rompiendo los códigos nazis.
Jack English

El término "qualité" se desprestigió a partir de los años cincuenta, cuando la joven crítica francesa arremetió contra el cine de su país apreciado por la generación anterior. Aludían a una producción que se jugaba a guiones esmerados, buenos elencos, temas que lucían "importantes" y cierto regusto literario. No hay duda de que los franceses fueron a veces injustos, pero también que muchas otras tuvieron razón. La palabra adquirió desde entonces cierto dejo peyorativo.

Se ha hablado menos de la "qualité anglaise" (Truffaut era al respecto más directo: "los términos inglés y cine son incompatibles"), pero resulta inevitable evocar la expresión ante el tipo de cine en el que claramente se inscribe este Código Enigma. En realidad no abarca solamente a Inglaterra, y también incluye producciones francesas o norteamericanas. También suele estar producido por Harvey Weinstein, aunque no siempre.

Si no puede ver el video haga click aquí

La fórmula es aproximadamente así. Tómese una historia real (por ejemplo, la de El discurso del rey, que Weinstein produjo, o la de Stephen Hawking en La teoría del todo, que no es de Weinstein pero podría), búsquense en ella elementos dramáticos y algún toque de comedia, ubíquesela en un universo "importante" (la corte británica, la Segunda Guerra Mundial, el mundo científico), elíjase a un elenco competente y proporciónesele un diálogo con cierta vocación epigramática. Si el tema habilita una lectura "políticamente correcta" o una historia de superación (discapacitados o enfermos que luchan contra sus limitaciones en El discurso del rey o La teoría del todo, una agenda pro-gay en El código Enigma), mejor aún. La puesta en escena tiene que ser sobria y clásica, pulcra y eficaz. No es imprescindible que el resultado respete los hechos reales: alcanza con que aporte de ellos una interpretación más o menos libre. Si el resultado no gana el Oscar, por lo menos va a figurar entre las nominaciones.

El código Enigma cumple cuidadosamente con esas reglas de género. La historia del matemático Alan Turing, que ayudó a descifrar las claves del espionaje nazi (tuvo más colaboración de la que sugiere la película, pero eso es irrelevante), contribuyó como pocos al desarrollo de las computadoras, y padeció en una Inglaterra puritana en la que el homosexualismo era delito, ofrecía un buen punto de partida, permitiendo al film dedicar una parte de su metraje a la investigación en tiempos de guerra, los entretelones de oposición burocrática al empeño del protagonista, las alternativas de frustración y éxito. Por otra, habilitaba cuestionar la legislación antihomosexual británica de la época que también arruinó la vida de Oscar Wilde (conocida popularmente como la Carta Magna de los Chantajistas, y abolida recién en 1962), y contribuir a la polémica sobre la discriminación de los gays.

Hay que reconocer que la película juega sus cartas con bastante habilidad. Entrecruza (y probablemente ficcionaliza) el "aporte de guerra" de Turing con una posterior investigación policial que saca a relucir el homosexualismo del personaje y provoca su caída, añade una dosis de pelea feminista a través del personaje de Keira Knightley (a quien un montón de científicos machistas inferioriza durante un largo rato antes de advertir su real valía), y administra con bastante equilibrio sus dosis de misterio y drama, con ocasionales pinceladas de humor ácido para suavizar alguna situación. El noruego Tyldum filma con corrección muy clásica, al parecer haciendo a un lado el estilo más provocativo y transgresor que la crítica internacional detectara en su anterior Headhunters (2011). El relato fluye adecuadamente y el film se deja ver con facilidad.

Importaría menos si no tuviera el elenco que tiene. Allí sí, la expresión "qualité anglaise" no debe ser tomada con un carácter peyorativo. El relato se sostiene sobre todo a través del trabajo de un notable conjunto de intérpretes británicos, donde es difícil objetar a alguien pero cabe sobre todo elogiar a sus dos protagonistas. El cada vez más interesante Benedict Cumberbatch (Sherlock, Agosto, El quinto poder) otorga una real intensidad a su Alan Turing (tal vez no gane el Oscar este año, porque tiene una fuerte competencia en Eddie Redmayne de La teoría del todo y en Michael Keaton de Birdman, pero en dos o tres años le toca), y Keira Knightley ha vuelto a los papeles de calidad luego de demasiados Piratas del Caribe. Ellos constituyen el verdadero eje de este film atendible.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Knightley, Cumberbatch y varios colaboradores rompiendo los códigos nazis.

Cine

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

cinecríticaGuillermo Zapiola

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad