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Gustavo Hernández: los desafíos de lo desconocido

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"Se está practicando solo un cine acá y se está estancando"
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Cuando los conquistadores europeos llegaron a Bolivia trajeron consigo un ídolo gigante. A los lugareños les advirtieron que era mucho más fuerte que su dios local y que iba a destruirlo.

Con el tiempo, el ídolo se convirtió en guardián de las minas; hasta hoy, cada vez que un minero entra a trabajar en las grutas, le realiza una ofrenda al ídolo para que este lo cuide durante la jornada y lo deje salir vivo al final del día. Porque "Dios reina arriba pero el demonio manda abajo". Pasaron siglos hasta que, hace tres años, un amigo del director uruguayo Gustavo Hernández visitó una de estas minas en Bolivia y se encontró con un ídolo. Los pobladores le contaron la historia y él, de regreso en Uruguay, se la relató a Hernández, que concibió ahí su segundo largometraje: Dios local que se estrena hoy.

Cinco años después del enorme suceso que generó La casa muda —incluyendo un exitoso paso por el Festival de Cannes, una remake estadounidense y una difusión por más de 50 países que la convierten en la más vendida de la historia del cine uruguayo— Hernández y el productor Ignacio García Cucucovich vuelven al género del terror con una historia que multiplica el desafío. Si la película, que se estrena hoy en Uruguay, es un reto extra en cuanto a su estructura narrativa fragmentada y poblada de flashbacks, esto es el resultado de un trabajo extenuante.

El rodaje de Dios local empezó con el pie izquierdo: al final del primer día se quemó la tarjeta de 32 gigas de memoria con todo el material filmado. El equipo entero estaba en las grutas de Lavalleja, donde transcurre el grueso de la historia. Se vieron obligados a ajustar el rodaje a 11 días (inicialmente eran 12) porque hasta ahí daba el presupuesto. Al final, sin embargo, las dificultades conspiraron en favor de la psicología del film. "Nos sentíamos incómodos trabajando ahí, pero eso sirve en este tipo de películas. Los actores nunca estuvieron cómodos. La parte emocional se siente, al igual que la parte física", dice Hernández en conversación con El País. "Dejábamos caminar a los actores por el lugar; ellos me confesaron después que estaban realmente asustados, no sabían qué había adelante, estaban iluminando con linterna y no había presencia del equipo. Tenían miedo de verdad".

La historia tiene como protagonistas, a tres jóvenes veinteañeros de una banda de rock (interpretados por Agustín Urrutia, Mariana Olivera y Gabriela Freire). Luego de grabar un álbum conceptual de tres temas, deciden viajar a unas grutas lejanas para rodar los videoclips de las canciones. La irrupción de un ídolo misterioso dentro de uno de los túneles desata los extraños eventos que tendrán a los protagonistas y al espectador como rehenes durante 90 minutos.

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—¿Cómo se atrae al público a las salas en este género?

—La primera regla es asustar, tensionar, que la película te ponga incómodo y haga que mires para abajo porque no sabés qué va a pasar.

Lo interesante de Dios local, ante todo, es que estos eventos se juegan siempre a mitad de camino entre lo subjetivo y lo objetivo, la alucinación y lo real. Asimismo, la película es lo opuesto a La casa muda en lo que a estructura narrativa se refiere: si aquella era una toma única, esta despliega varios tiempos y apela al flashback para explicar la extrañeza. "La estructura de la película es diferente a todo lo que se hizo acá. Es fragmentada y experimental. Para nosotros era un desafío. La película habla de la culpa, de hechos muy concretos y que nos pueden pasar a cualquiera de nosotros. A partir de ahí, esa realidad se mezcla con un mundo onírico. Yo concibo el cine así: me gusta que tenga una cuota de fantasía. Hay escenas que son muy crudas e incómodas, donde el público no quiere ver, y hay otras que son totalmente poéticas. Es una película que te va llevando por diferentes estados".

Locales.

Sitges Film Festival, Fantastic Fest y Puchon International Fantastic Film Festival (PiFan). Esos son los tres grandes festivales de cine de terror a nivel mundial. Dios local fue seleccionada entre las 20 de la competencia oficial de todos ellos y compitió con grandes producciones del momento. "¿Cómo estamos compitiendo con estas joyas? Sin presupuesto, a pulmón, a la uruguaya. Es un orgullo", se preguntaban Hernández y García Cucucovich mientras recorrían estos festivales.

—¿Por qué lo hicieron "a pulmón"?

—Nos presentamos a los fondos de producción y perdimos. Este es un cine que no apoya el Estado. Capaz que tenemos la suerte de hacer la tercera película y que la apoyen; por ahora no pasó. No sé por qué es, pero es así.

—No hay mucho cine de género en Uruguay...

—Se está practicando un solo cine acá y creo que está totalmente estancado, te lo dicen las cifras. El público uruguayo le está dando la espalda. Se necesita diversidad: que esas películas que se están haciendo se sigan haciendo pero que se haga también un policial, un thriller psicológico, una comedia. Ahí vamos a volver a seducir al espectador uruguayo. Hoy vos le decís a alguien "vamos a ver una película uruguaya" y te dice "no" porque es una película sin sorpresa.

El hecho de que el cine de terror de producción nacional no tenga tanta cabida en el sector audiovisual no tiene que ver con un tema de recursos, según acota García Cucucovich, quien financió la película de su propio bolsillo, sin apoyo de fondos estatales. "Uruguay está preparado para hacer películas distintas. Hay técnicos calificados para hacer fotografía de primer nivel, hay una rentadora como Musitelli que tiene todos los equipos necesarios. Vienen de todas partes del mundo a filmar en Uruguay porque está toda la infraestructura".

¿Uruguaya o no? "Es una película cien por ciento uruguaya desde el guión hasta los actores. Todo es uruguayo. Pero escapa a los parámetros de lo que se está haciendo actualmente en Uruguay. Es una película de género pero al mismo tiempo muy humana", dice Hernández.

Cómo asustar con poco presupuesto.

Son varios los ejemplos puntuales que hacen de Dios local una anomalía en el cine uruguayo. Una de las escenas que probablemente causen más repercusión entre los espectadores involucra a una de las protagonistas y una lluvia de autos. Literalmente, caen autos del cielo. ¿Cómo hacerlo con un presupuesto acotado? Según explicaron los realizadores a El País, alquilaron un auto y lo lanzaron realmente con una grúa desde el cielo, en el Parque Lecocq. Para que se convirtiera en lluvia, el secreto fue filmarlo desde varios ángulos. "Es una escena de ingenio nada más. Está filmada de una forma muy despojada. No quiero mostrar nada espectacular. Lo que está pasando internamente ya es espectacular y no necesito florearme técnicamente para contarlo", explicó Hernández.

En el resto del mundo, cuesta explicarle a los productores que escenas como esta se hacen con un presupuesto que no es millonario y sin usar técnicas como el CGI. "A los periodistas del mundo les llama la atención lo que está pasando con Uruguay. Para los yanquis es una rareza. ¿Qué es esto? Uruguay está haciendo terror y está en boca del mundo. Para nosotros y para lo que es Uruguay es una película muy riesgosa. Nos encanta ir por un camino que no está transitado".

En Uruguay, en tanto, además del estreno de hoy, la película tendrá una novedad en la próxima edición de Montevideo Comics (23 y 24 de mayo en el Auditorio Nacional del Sodre), donde se lanzará un cómic de Dios local que cuenta una precuela de la historia llevada a la pantalla.

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