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Los guionistas de Hollywood eligieron a los más graciosos

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Keaton y Allen, los dos neuróticos protagonistas de "Dos extraños amantes".

Una encuesta entre los integrantes del Writers Guild of America (el Sindicato de Guionistas de los Estados Unidos) ha concluido que el libreto de Dos extraños amantes (Annie Hall, 1977), de Woody Allen, es el más gracioso de la historia.

La lista prosigue con Una Eva y dos Adanes (1959) de Billy Wilder, Hechizo del tiempo (1993) de Harold Ramis, ¿Y dónde está el piloto? (1980) de Jim Abrahams, Jerry y David Zucker, Tootsie (1982) de Sidney Pollack, El joven Frankenstein (1974) de Mel Brooks, Doctor Insólito (1964) de Stanley Kubrick, Locura en el Oeste (1974) de Mel Brooks, Los caballeros de la mesa cuadrada (1978) de los Monty Python y Colegio de animales (1978) de John Landis.

No hay nada más opinable que lo opinable, ni nada más caprichoso que cualquier lista sobre lo mejor de esto o aquello, de manera que esa selección de los guionistas norteamericanos es tan válida (o tan inútil) como la que podría confeccionar cualquier aficionado cinematográfico. Pero la opinión de los guionistas habilita a que también otros opinen, y se permitan expresar algunos desconciertos.

Una de las preguntas es obvia: ¿qué edad promedio tienen los votantes, y cuánto cine viejo han visto? Es llamativo, por ejemplo, que la película más antigua del "top ten" sea Una Eva y Dos Adanes de Wilder, de 1959, (que dicho sea de paso, es probablemente también la mejor de las diez), y que la más nueva sea la ingeniosa Hechizo del tiempo, que tiene ya más de veinte años.

Es difícil discutir la gracia de Dos extraños amantes aunque más de uno prefiera algún otro Woody Allen, y es imposible no agradecer que estén en la lista el maestro Wilder y hasta Hechizo del tiempo, aunque más no sea como reconocimiento a Bill Murray, el mejor actor subestimado de la historia del cine norteamericano. Otras presencias resultan un poco más sorprendentes. Doctor Insólito, con su feroz sátira a la amenaza atómica, es probablemente la mejor película del lote, pero ¿es realmente una de las más divertidas? Es una de esas comedias negras en las que la risa se congela con frecuencia en una mueca de legítimo horror.

No habría que enojarse tampoco con que figure en la lista El joven Frankenstein, que es casi sin discusión la mejor comedia que Mel Brooks hizo en su vida, pero ¿era necesario añadir un segundo Brooks, concretamente la divertida pero no memorable Locura en el Oeste? Y aunque todos nos hayamos reído con varias de las salidas de ¿Y dónde está el piloto?, se hace difícil encasillarla en un estante que no sea el de "humor bobo pero gracioso", y no en el de las comedias verdaderamente grandes.

El principal problema con las películas que sobran es que le quitan espacio a las películas que faltan. Y allí el listado es casi doloroso. Nada de la mejor comedia muda de golpe y porrazo, incluyendo Chaplin, Keaton y Lloyd. Nada de la gran comedia sofisticada de los años treinta y cuarenta, de Lubitsch a Frank Capra, de George Cukor a Preston Sturges o el lado cómico de Howard Hawks. Y eso (para atenernos al espacio atendido por el Sindicato de Guionistas) si se tiene en cuenta solamente humor anglosajón. De otra manera se están dejando afuera más cosas, desde la comedia salvaje italiana hasta el genio francés de Jacques Tati.

Con los debidos respetos, Colegio de animales bien pudo hacerse a un lado y dejarle un lugar, por ejemplo, a los cuarenta y cinco minutos iniciales de El pibe (1921) , al baile de los panecillos de La quimera del oro (1925), o a las confusiones de Charlie y su amigo borracho en Luces de la ciudad (1931) de Charles Chaplin; a la extensa secuencia de persecución del tren de El maquinista de la General (1926) de Keaton; a la surreal batalla final de Sopa de ganso (1933) de Leo MacCarey, con los hermanos Marx; a la orgía de destrucción del corto Ojo por ojo 1929) de James W. Horne y (otra vez) Leo MacCarey, con Stan Laurel y Oliver Hardy; al tableteo de ametralladora del diálogo de Ayuno de amor (1940) de Howard Hawks; al romance a contrapelo de Clark Gable y Claudette Colbert en Lo que sucedió aquella noche (1934) de Capra; al gesto monocorde de Garbo en Ninotchka de Lubitsch, comentando cómo estaba Rusia tras las últimas purgas stalinistas ("Hay menos rusos, pero mejores").

Pero no nos pongamos tan prehistóricos. Se puede ir al videoclub más cercano (¿queda todavía alguno?) y retirar una copia de Un disparo en la sombra (1964) de Blake Edwards, la mejor película de la serie de la Pantera Rosa, y observar con atención la destreza en el uso del plano secuencia y el ingenio de entradas y salidas de la escena inicial para confirmar que se trata de una comedia memorable. O recuperar lo mejor de Jerry Lewis (las cosas que hizo con Tashlin, y las primeras que dirigió) para encontrarse también con un humorista de primera categoría.

La lista podría alargarse, seguiría siendo tan caprichosa como cualquier otra, y cada aficionado podría realizar sus añadiduras y correcciones. Por aquí cerca hay un listado personal, que es naturalmente tan arbitrario como los otros.

UNA LISTA DE DIEZ CAPRICHOS

1 - Domando al bebé.

Cary Grant, la turbulenta Katharine Hepburn, un hueso de dinosaurio, un leopardo manso y otro feroz. Y un enredo de ingenio permanente y loco humor. La mejor co- media de Hawks, que repitió buena parte de su argumento en su posterior El deporte predilecto del hombre.

2 - La quimera del oro

Carlitos en el Klondike, durante la fiebre del oro en 1900. Algunos de sus mejores hallazgos humorísticos están aquí, desde la alucinación del hambriento que lo imagina como una gigntesca gallina, hasta la brillante secuencia del baile de los panecillos, que figura en toda antología.

3 - Una Eva y dos Adanes.

Una coincidencia con el listado de los guionistas. Marilyn, Tony, Jack, el maestro Wilder y la masacre de San Valentín. El resultado es irresistiblemente divertido, aunque otras comedias de Wilder, desde La comezón del séptimo año o Uno dos tres pudieron estar también.

4 - Ser o no ser.

Ernst Lubitsch contra el nazismo. Jack Benny y Carole Lombard en la Europa ocupada, y un brillante juego de equívocos. Un nazi comenta a propósito de la actuación de Benny: "Usted le hizo a Shakespeare lo mismo que nosotros le hicimos a Polonia".

5 - Viva la audacia.

O Sherlock Jr. La más original (y por cierto una de las más ingeniosas) comedias de Keaton, que incluye un juego de "cine dentro del cine" casi experimental y de asombrosa modernidadque anticipa a al Woody Allen de La rosa púrpura del Cairo.

6 - Sopa de ganso.

Los hermanos Marx contra todo. Groucho llega al poder en un país de opereta llamado Freedonia, y ya se sabe lo que puede pasar. La batalla final es una de las más graciosas de la historia.

7. La costilla de Adán.

Los abogados Spencer Tracy y Katharine Hepburn, marido y mujer, representan a bandos opuestos en un juicio de divorcio. La química de la pareja nunca lució mejor que en esta comedia de Cukor.

8. Hijos del desierto.

Laurel y Hardy intentan por un tiempo librarse de sus fastidiosas esposas, pero por supuesto algo sale mal. Un ejemplo del humor calculado y minucioso del dúo.

9. El asombro del siglo

Betty Hutton queda embarazada y no sabe de quien. Y lo que sigue es quizás la comedia más loca del gran Preston Sturges.

10. El terror de las chicas.

Jerry Lewis como encargado de una pensión femenina. Puede pasar cualquier cosa, y efectivamente pasa.

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Keaton y Allen, los dos neuróticos protagonistas de "Dos extraños amantes".

Dos extraños amantes de Woody Allen quedó primera en la listaGUILLERMO ZAPIOLA

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