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Grupo de familia con un elemento autobiográfico

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Una historia de sentimientos y decadencias familiares.

Entre los estrenos de hoy figura Un castillo en Italia, coproducción francoitaliana dirigida y protagonizada por Valeria Bruni-Tedeschi.

Tercer largometraje como directora (su carrera como actriz es más larga) de Bruni-Tedeschi, medio hermana de la más presidencial Carla Bruni (también conocida como la Señora Sarkozy), Un castillo en Italia contiene un elemento autobiográfico que la crítica internacional ha detectado también en sus dos realizaciones previas (Il es plus facile pour un chameau, 2003; Actrices, 2007), al extremo que no falta quien afirme que esa mujer dirige cine como una forma de terapia. En Il es plus facile pour un chameau, el eje recaía sobre la relación de la protagonista con su hermana (¿Carla?) y la inminente muerte de su padre. En Actrices se trataba de una intérprete que al llegar a la cuarentena se enamoraba de un actor más joven.

En Un castillo en Italia Bruni-Tedeschi lidia con el tema de la decadencia y caída de una familia de la alta burguesía italiana que puede ser la suya. Una vez más, su personaje es el de una actriz de cierta fama y que ya ha cruzado la línea de los cuarenta, que vive entre París y el castillo familiar en el norte de Italia. Cierto día conoce a Nathan (Louis Garrel), un joven actor francés que despierta de nuevo en ella sus deseos de amor y maternidad. Una línea anecdótica lateral involucra a su hermano Ludovic (Filippo Timi), que se muere de sida en medio del hundimiento patrimonial de la familia.

La idea de una raíz autobiográfica se refuerza con algunos datos suplementarios. El papel de la "mater familias" de la película es interpretado por Marisa Borini, madre de Valeria en la vida real. Por otra parte, Garrel fue en algún momento pareja de la protagonista y directora. Realmente todo queda en familia, claro.

Ha podido señalarse que el tono entre dramático y cómico desplegado por Bruni-Tedeschi en su película le permite rizar el rizo de la realidad y la ficción. Como alguna vez declarara Vargas Llosa a propósito de su novela semiautobiográfica La tía Julia y el escribidor, "la mitad es verdad, aunque no necesariamente la mitad que usted cree". El humor siempre permite jugar en las fronteras de la fantasía, y mantener una dosis de ambigüedad con respecto a lo que se está diciendo.

La crítica europea y norteamericana ha estado dividida con respecto al resultado. Un extremo, aunque minoritario, lo constituye el juicio totalmente negativo emitido por Peter Bradshaw en el periódico británico The Guardian ("Insoportablemente pesada y destinada a la autocomplacencia"). Más abundantes son las opiniones medias: "Discreta pero agradable obra de arte y ensayo" (Scott Foundas en Variety), "La ligereza de tono de la película nunca acaba de resolver su tendencia a lo autocomplaciente, pero la sinceridad de su autora, desmantelando sus herencias con el pasado e intentando construir una nueva vida, es indudable" (Sergi Sánchez en la española Fotogramas). Y en varios casos, el elogio es abundante y sin reticencias: "La magistral oscilación entre frío intimismo y comedia bufa supera los amables dislates de un film energético, poco sutil, pero encantador " (Carlos Marañón en Cinemanía), "Sirve como testimonio del desarmante carisma y del refinado talento como guionista y directora de Valeria Bruni-Tedeschi" (Jordi Costa en El País de España). Puede ser también un dato a retener que la película constituyó uno de los envíos franceses oficiales a concurso en el Festival de Cannes 2013.

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Una historia de sentimientos y decadencias familiares.

Se estrena “Un castillo en Italia” de Valeria Bruni-Tedeschi

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