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Gonchi: eterno resplandor de una sonrisa

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"Me pasa lo mismo que mucha gente: creía que sabía y no sabía nada"

En una calle a trasmano de un pueblo perdido de Sicilia (Italia) hay un hombre que tiene colgada en la pared de su casa una foto de Gonzalo "Gonchi" Rodríguez y otra en la que posa junto al piloto uruguayo antes de una carrera.

A varios kilómetros de distancia, en Silverstone (Inglaterra), vive el mecánico que le permitió acercarse al piloto aquella tarde a mediados de los 90. Tan solo se cruzaron esa vez y nunca más se volvieron a ver, pero de alguna forma ambos son indispensables para reconstruir la historia de "Gonchi". Luis Ara y Federico Lemos son los encargados de unir las piezas de este puzzle a lo largo de varios años y países y darle forma en el documental Gonchi, que se estrena hoy en Uruguay.

La iniciativa surgió de parte de la Fundación Gonchi Rodríguez, llegó a Ara y éste llamó a Lemos, con quien ya había realizado dos documentales, 12 horas 2 minutos (2012) y Jugadores con Patente (2013). "Me encantó la idea. Corté, lo llamé a Fede y le dije que había que evaluar la posibilidad de hacer una película porque es una historia alucinante", explica Ara en conversación con El País. A Lemos, la propuesta lo retrotrajo de inmediato al momento de la muerte del piloto, el 11 de septiembre de 1999. "Yo tenía 24 años y estaba en el Estadio esa tarde, cuando se da la noticia por los altoparlantes. Recordé cada instante de lo que había pasado y tuve la misma sensación que había tenido en aquel momento: que el tiempo se detenía. Después de hacer ese proceso mental, le dije a Luis: por favor, hay que hacer esta película". Pero luego hubo, según Lemos, un instante de vacilación: "Le dije a Luis: yo no sé un carajo de automovilismo, ¿te animás a hacer la película? Y me contestó: hagámoslo. Hubo un desafío mutuo".

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Hay varias cosas que hacen de Gonchi un film destacable. Para empezar, una apuesta puramente cinematográfica —narrativa y visualmente— que alterna cierto tono épico y vertiginoso (las carreras) con momentos cotidianos (el testimonio de familiares y amigos), y otros que dan cuenta de la magnitud de lo que consiguió alguien que desde el Autódromo de El Pinar terminó triunfando, entre otros, en el circuito de Montecarlo, Mónaco.

Lo otro que los realizadores resuelven favorablemente es la muerte de "Gonchi", un aspecto dramático y crucial pero que no marca el tono de un film que evita en todo momento el golpe bajo. "Fue la discusión que tuvimos siempre. ¿Dónde ponemos la muerte?", explica Ara. "Lo que se decidió fue hacer una historia cronológica. La muerte es el final, pero no nos queríamos quedar con la muerte porque la imagen que tiene hoy la gente de Gonchi no es el tipo muerto sino el tipo sonriente. Perfectamente podría haber terminado ahí, pero hicimos un redondeo de la historia". Lemos, en tanto, habla de la importancia de mostrar el lado más inspirador de la historia. "El desafío era que el espectador no anticipara el momento del accidente y en cambio llevarlo por las distintas locaciones, meterlo de lleno en la carrera, la dinámica de la competición, incluso con algunas pinceladas de humor. Tratamos de que la película no caiga nunca".

Gonchi recorre 12 ciudades de seis países, incluyendo Estados Unidos, España, Italia, Inglaterra y Francia. La mitad de la película transcurre en Europa y con subtítulos, algo inédito para una producción local. Ara y Lemos querían encontrar esas historias puntuales y aisladas que terminaban a fin de cuentas conformando la historia general. Clave, en este punto, fue el aporte de Nani Rodríguez, hermana del piloto. "En la primera charla con Nani quedé fascinado como cuando un niño escucha el cuento de un adulto. Nos contó anécdotas y empezamos a escribir ahí mismo el guión de la película", recuerda Ara. "Teníamos material como para hacer 120 películas pero decidimos hacer ésta. A diferencia de nuestras otras películas, esta arrancó con una estructura y una intención bastante definida y fuimos tras esa historia".

Un film con el que se puede comparar a Gonchi es Senna (2010, Asif Kapadia), el documental que registró la trayectoria del piloto brasileño de Fórmula 1 que, como Rodríguez, falleció en competencia. Pero la distancia entre Rodríguez, que llegó a correr en IndyCar, categoría previa a la Fórmula 1, y un triple campeón mundial como Senna, jugó su papel. "A diferencia de Senna, que estuvo permanentemente bajo una cámara, teníamos que construir la historia a través de interlocutores, a través de una voz en off que narrara y a través de imágenes, pero teníamos cierta carencia", asegura Lemos. "Tuvimos que salir a buscar muchísimo más material del que teníamos en primera instancia, porque necesariamente Gonchi tenía que estar presente en la película, ya fuera con una voz en off en una entrevista, ya fuera en un programa en vivo o en una filmación casera". Y ese es otro de los hallazgos de la película: generar un material audiovisual alrededor de uno de los más importantes deportistas uruguayos, sobre el que no había un trabajo previo más allá de registros aislados.

Dueños de escuderías y estrellas mundiales como Mark Webber o Juan Pablo Montoya también forman parte del documental y aportan sus diferentes miradas para terminar construyendo una imagen de "Gonchi" Rodríguez que está lejos de la idealización heroica en la que es tan fácil caer. En lo que todos coinciden, sí, es en su sonrisa. "Que te digan que lo primero que se acuerdan de alguien es la sonrisa, te está diciendo muchas cosas sobre su persona".

Gonchi puede atraer tanto a fanáticos del automovilismo como al público en general que no tenga idea alguna sobre el tema, en Uruguay pero también en cualquier parte del mundo. ¿La clave? Que toca temas universales —la pasión, la felicidad, la lucha, el éxito, la muerte— haciendo foco en el carisma de su protagonista ante todo. "A mí me pasa lo que creo que le pasa al común de la gente: creía que sabía mucho y no sabía nada", confiesa Ara. Algo parecido a lo de Lemos: "Empecé a darme cuenta que había muchas cosas atrás y muchas cosas después que desconocía".

"Gonchi": el resultado de largas discusiones.

Con su tercer largometraje documental, la dupla de directores integrada por Luis Ara y Federico Lemos ha consolidado un estilo. Ya sea en el complejo tema de los trasplantes (12 horas 2 minutos) o en el fútbol y la murga (Jugadores con patente), los directores tienen un sello marcado por una especial atención a la imagen y un buen manejo de la tensión narrativa, aspectos cinematográficos que van más allá del asunto del film.

Según explican los realizadores a El País, este es el resultado de un arduo proceso creativo de negociaciones y acuerdos, donde también interviene el montajista Pablo Banchero, y cada parte expone su punto de vista. Y también hay lugar para las discusiones. "Recién tuvimos una discusión", dice Lemos durante la entrevista. "Arrancamos en las antípodas y empezamos a confrontar hasta que llega un momento que estamos en lo mismo", explica sobre el proceso creativo.

"Es como una escultura", explica Ara, "se trata de pulir y pulir hasta llegar a algo. Nosotros sabemos adónde vamos. Ninguno de los dos estudió cine. Lo nuestro se basa más en la experiencia y en observar".

El recorrido de un talento con historia de película.

El 11 de septiembre de 1999 el piloto uruguayo Gonzalo Rodríguez (1971 - 1999), se encuentra en las pruebas de clasificación del circuito californiano de Laguna Seca. Esta será la primera carrera por la que Rodríguez, de 28 años, cobrará un sueldo como piloto de la escudería Penske de la IndyCar, paso previo para la Fórmula 1. Pero un desvío a 260 kilómetros por hora en una curva termina con su vida de manera inesperada. Se corta así una de las mayores promesas del deporte uruguayo. Rodríguez ya había competido en categorías previas a la Fórmula 1 como la Fórmula 3, la Fórmula 3000 y el IndyCar estadounidense, destacándose con victorias en circuitos clave como Spa (Bélgica) y Montecarlo (Mónaco). El documental Gonchi repasa con documentos inéditos esta trayectoria.

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