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El eterno retorno a los clásicos con nuevos efectos

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la nueva versión de Los Cazafantasmas. Foto: Difusión
Hopper Stone;SMPSP

Las remakes siempre vuelven para la meca del cine.

La cadena Fox anunció que estaba realizando una nueva versión de The Rocky Horror Picture Show, aquella película de culto de los años 70 que tenía a Tim Curry como el malvado Dr. Frank-n-Furter. En esta versión para televisión, el personaje andrógino con indumentaria de cuero es interpretado por Laverne Cox, la actriz transgénero conocida por la serie de Netflix Orange is the new black. El mes próximo llegará a las salas de cine Las cazafantasmas, donde un elenco femenino, se enfrentará una vez más a los espectros que aterrorizan Nueva York.

Las remakes se han utilizado desde siempre, por lo que se pueden catalogar en distintos tipos. Están las que son un calco de la original y las que recrean el espíritu de versión original pero con técnicas modernas, aunque también hay remakes que resultan mejor que la película original. Remake no es sinónimo de fracaso. Al menos no siempre. Disney hace tiempo se dedica a rehacer sus clásicos animados, con actores de carne y hueso. Ahora anunciaron una nueva versión de La bella y la bestia que tendrá a Emma Watson como protagonista.

El caso más increíble de una remake es Psicosis, que realizara el Gus Van Sant en 1998 de la película de 1960 de Alfred Hitchcock. Para esa oportunidad, el director copió todas las escenas y tomas de la versión original para rehacer la famosa película interpretada por Anthony Perkins y Janet Leigh. Pero donde Hitchcock mostraba osadía y una edición magnífica, en la versión de Van Sant, el efecto se desvanece, tal vez porque no era Perkins el atormentado Norman Btes, o porque era una copia demasiado fiel de una obra maestra del suspenso.

Sobre la procedencia de las películas, la Meca del cine ha utilizado diversas fuentes. Entre las elegidas se destaca el cine oriental, que ha logrado ser versionado con resultados dispares. Como Oldboy de Park Chan-Wook, que tuvo en 2013 una remake a cargo de Spike Lee que pasó sin pena ni gloria, o La llamada, un éxito comercial gracias a mejores efectos visuales, pero que Gore Verbinski (2002) no logró transmitir el suspenso generado por Hideo Nakata en 1998. Otras adaptaciones tuvieron mejor suerte, porque se colocó a buenos actores para mejorar el reparto, o porque la óptica del director marcó el ritmo de la película. Así sucedió con Los infiltrados de Martin Scorsese, basada en la película china Asuntos infernales de Andy Lau. La versión de Scorsese se llevó 4 Oscar en la edición de 2006, película, director, guión y edición.

Más allá del país de origen, el género predilecto para rehacerse es el de terror, en particular por las mejoras en el rubro de efectos visuales. Aunque al tratarse de películas de culto, realizadas por los mejores directores del rubro, poca cosa se puede aportar a lo que ya existía. Así, la remake de Carrie (1976 y 2013) con Chloë Garce Moretz, no logró superar la ingenuidad que le imprimiera Sissy Spacek al protagónico, ni Kimberly Peirce, estuvo a la altura de la mirada inquieta de Brian de Palma. Otros casos de remake que no lograron alcanzar la versión original incluye a La Profecía (1976 y 2006) y Pesadilla en lo profundo de la noche. Esta última, creada por Wes Craven demostró que mejores efectos visuales no significan mejor película.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
la nueva versión de Los Cazafantasmas. Foto: Difusión

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