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Una estrella con pinta de tipo común

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El actor no para de trabajar. Foto: Difusión
Invision/AP

Se acerca Jason Bourne, otra aventura de su personaje más famoso.

Año tras año. En los restaurantes, los aeropuertos, por la calle. Matt Damon vivía en un déjà vu: "Mucha gente se me acercaba y me decía: ‘Por favor, ¡hagan otra película!’". A Paul Greengrass, el director, le pasaba lo mismo.

"Estábamos abrumados por un público tan leal. He hecho películas que no ha visto nadie", asegura el actor nacido en Cambridge, Massachusetts en 1970. Y así hasta un espía de voluntad inquebrantable, hubo de ceder ante tamaña presión popular. He aquí la principal razón del regreso de Bourne, cuya quinta película —la cuarta con Damon—, Jason Bourne llega el 11 de agosto a las salas uruguayas.

El otro motivo detrás de Jason Bourne, de la que Damon es también productor, es que por fin tenían "una historia que mereciera la pena contar".

El actor se había bajado de la franquicia ante la ausencia de Greengrass y por guiones poco convincentes, y fue sustituido por Jeremy Renner en la cuarta entrega que no hacía de Bourne, sino de Aaron Cross en El legado Bourne.

Pero ahora Bourne está de vuelta con sus sellos habituales: persecuciones, dobles juegos y un periplo por todo el planeta, de Atenas a Las Vegas. El filme está además atado a la actualidad, de ahí que el agente se cruce con protestas en Grecia o en la CIA hablen de las filtraciones de Snowden. "Estoy agradecido de que esas informaciones se hayan hecho públicas. La cuestión principal de nuestros tiempos y de esta película es la relación entre derechos civiles y seguridad", asegura Damon.

Junto con el mundo, su personaje también ha cambiado. En 2002, Identidad desconocida arrasaba en la taquilla con una versión con más rabia y menos glamour que James Bond, con un tipo atormentado en busca de su pasado. El triunfo del filme confirmaba la tesis de Doug Liman, director del primer episodio y luego productor. "Fue el primero que vio claro que había un hueco más allá de 007", relata Damon.

A pesar de que Identidad desconocida tuvo un apenas decente primer fin de semana —Scooby-Doo casi triplicó su recaudación— fue el boca a boca lo que impulsó a la película hasta llegar a los 120 millones de dólares de recaudación sólo en Estados Unidos.

El estudio, entonces, se animó a ir por más. Greengrass, que acababa de hacer Domingo sangriento, la dramatización de una masacre por tropas británicas a manifestantes irlandeses en 1972, fue convocado para La supremacía de Bourne, de 2004. El elogio de la crítica se unió a un excelente resultado de taquilla para convertirla en un éxito, por lo que en 2007 Greengrass y Damon la siguieron con otro éxito llamado Bourne: El ultimátum, film que ganó el Oscar por el Montaje, la Mezcla de Sonido y la Edición de Sonido.

Lo que dejan los años.

En estos 14 años, Bourne ha recuperado la memoria, pero no el alivio: "Si quieres resucitar la franquicia tienes que pensar que su vida se volvió a torcer. Si todo le ha ido bien no hay película".

¿Y Damon en qué es distinto respecto a 2002? "Tenía 29 años, era casi un estudiante. Hoy tengo 45 y cuatro hijas".

De ahí que la misión de ponerse en forma a lo Bourne también fuera más complicada: el actor no se lo recomendaría "a nadie" el régimen que ha seguido. Su carrera también ha evolucionado: a la sazón, empezaba a brillar gracias a En busca del destino, película que ganó un Oscar a Mejor Guión Original, o Rescatando al soldado Ryan. Hoy en día es una estrella: fue nominado al Oscar por Misión rescate, ha trabajado con Scorsese y se plantea hacer de superhéroe, siempre y cuando sea su amigo Ben Affleck quien le dirija.

Pese a todo esto, Damon se define como una "mala estrella de Hollywood".

¿Por qué? "Los paparazzi no pierden el tiempo conmigo. Soy un padre suburbano que va a entrenamientos de fútbol. No soy ninguna historia, pero eso me permite disfrutar de una vida relativamente normal". Tiene mucha razón: los fotógrafos de celebridades dejaron hace años de acampar ante la casa Damon.

Tal vez su normalidad contribuya a otra de sus etiquetas: "rentable". La revista Forbes calculó hace años que por cada dólar cobrado por Damon de sus filmes, 29 les ingresaban a los productores. Y muchos críticos creen que el público se identifica con él.

Pero el actor encuentra otra clave: "El cine es un medio de directores. No es que yo sea rentable, son ellos. Cuanto más trabajes con buenos cineastas, harás mejores filmes, que son los que el público tiende a ver".

De hecho, el nombre detrás de la cámara es su criterio para aceptar un proyecto. Su otra regla férrea, por cierto, es no estar nunca más de dos semanas separado de su familia.

Al repasar su carrera, el actor vuelve a referirse a Bourne: "Me ha ayudado para todos los trabajos que he hecho. Ahora estoy en esa pequeña lista que miran los estudios y piensan: Hagamos una película con él".

Eso sí, cree que ni su alter ego podría con Donald Trump: "Me da miedo. Y no tanto por sus políticas como por su carácter".

Para explicarse, relata la siguiente historia: en la década de 1980 el periodista Graydon Carter escribió que Trump tenía las manos pequeñas. Desde entonces, el magnate no ha parado de enviarle fotos de sus manos, para convencerle de lo contrario. Y en ello sigue. "Imagine que esto se junta con el poder que da la Presidencia de los Estados Unidos", agrega. Todo lo contrario a Barack Obama, al que el actor defiende como uno de los tipos "más brillantes" que se haya sentado nunca en la Casa Blanca.

En todo caso, el futuro de su país se resolverá en las elecciones de noviembre. El de Damon prevé un filme con Alexander Payne, uno con Zhang Yimou y, algún día, la dirección.

¿Y Bourne? "Cada vez que Paul (Greengrass) me lo pida, estaré encantado de retomarlo". Y si no, ya se encargará el público de convencerlo.

La maldición de las sagas en 2016

Este año, dicen los analistas y lo confirman las cifras, ha sido un "annus horribilis", para las películas de franquicia. El cazador y la reina del hielo, Buenos vecinos 2, Divergente, la serie: Leal, y Alicia a través del espejo, por solo nombrar algunas, terminaron como grandes tropezones en la taquilla. Los resultados fueron peores para las secuelas distanciadas por un lapso largo de tiempo como Zoolander 2 y Mi gran boda griega 2. La producción de Jason Bourne espera que funcione como las escasas excepciones que fueron Capitán América: Civil War y Buscando a Dory.

Tres Damon bien distintos

En busca del destino

No es su primera película (antes había estado en Gerónimo y Valor bajo fuego, por ejemplo) pero sí la que lo volvió una estrella mundial. Escrita a medias con Ben Affleck (ganaron un Oscar), interpretada por ambos y dirigida por Gus Van Sant. Damon da vida a un genio matemático escondido dentro de un muchacho dedicado a la limpieza en Harvard. Fue una revelación.

Pegado a ti

Damon también tiene aptitudes para la comedia aunque quizás no lo haya podido desarrollar del todo (algo en La gran estafa y El desinformante). Así que esta película de los hermanos Farrelly permite verlo en otra dimensión. Aquí hace de un hermano siamés (su partenaire es Greg Kinnear) en una comedia donde hace una desopilante actuación en medio de un divertido disparate.

Misión Rescate

Esta película de Ridley Scott le dio, este año, su tercera nominación al premio Oscar como Mejor Actor y un Globo de Oro como Mejor Actor de Comedia. Casi un unipersonal, Damon interpreta al astronauta Mark Watney, que al quedar abandonado en la árida inmensidad de Marte se las ingenia para sobrevivir. Damon es el principal atractivo de una película saludada con demasiados elogios.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
El actor no para de trabajar. Foto: Difusión

MATT DAMONEN BASE A EL PAÍS (ESPAÑA) Y THE NEW YORK TIMES

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