Martin Scorsese es ante todo un cinéfilo incorregible, que con solo 11 años escribió su primer guión, para el que esperaba contar con estrellas como Marlon Brando y Burt Lancaster, como atestigua la minuciosa retrospectiva que hasta el próximo 14 de febrero le brinda la Cinemateca de París, que preside el laureado director Costa-Gavras.
El pequeño Marty empezó a acariciar ese desmesurado amor por el séptimo arte a través de la televisión en blanco y negro de su casa familiar de Little Italy, el barrio italiano de Nueva York donde se crió entre un imaginario de reliquias católicas y salsa boloñesa. El asma le impidió corretear por esas calles que llevó después al cine en películas como Calles peligrosas y Buenos muchachos, donde imperaban los estrictos códigos de conducta de las mafias italoamericanas y los matones de barrio. Y su "mamma italiana", de nombre Catherine y omnipresente en su filmografía, le convirtió por ello en un asiduo a la quietud de las salas de cine.
La exposición, concebida originalmente para la Cinemateca de Berlín, renuncia al orden cronológico y avanza por temas en la biografía de Scorsese, a través de maquetas, pósters, proyecciones, guiones, fotos, premios o "story boards" (guión gráfico), que trabaja con un detalle extremo, anticipando los movimientos de cámara y la duración de cada plano. Y también cartas, como las que le enviaron Sidney Lumet, Liza Minelli, Frank Capra o Steven Spielberg cuando requirió su apoyo para pedirle a Kodak que actualizara sus archivos cinematográficos.
La exposición de la Cinemateca de París termina con un área dedicada a la música pues, además de cinéfilo, el neoyorquino es profundamente melómano. Esta pasión le llevó a rodar entre otros el video de Bad" para Michael Jackson, el documental No Direction Home: Bob Dylan y Shine a Light, la grabación en directo de un concierto que el grupo The Rolling Stones ofreció en Nueva York. EFE
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